Rockola, Discos. 21 de noviembre de 2008

Autor:

Paul Weller
At the BBC

UNIVERSAL

Paul Weller se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera artística. 2008 será recordado como el año del lanzamiento de 22 dreams, el disco más alabado de su carrera en solitario (con permiso de Stanley Road y Wild wood). Pero por si esto fuera poco, acude al mercado navideño con Weller at the BBC, una recopilación de sus mejores grabaciones para el ente público de la radio y televisión británica. The Beatles, The Who, The Kinks o The Small Faces, por citar sólo los nombres que entrocan con el estilo musical de Weller, ya protagonizaron en su día lanzamientos similares, lo que da una idea de la importancia de la obra del ex Jam para los británicos.
Al igual que hizo con la recopilación Hit parade (2006), Weller at the BBC puede adquirirse en tres formatos físicos: edición de cuatro CDs con tapas de cartón duro tamaño DVD, que incluye un extenso libreto y 74 canciones; edición sencilla de dos CDs con 39 canciones y un libreto más austero; y DVD con lo mejor de sus intervenciones en directo en conciertos y programas de televisión y un repertorio diferente al de los discos.
La edición de cuatro CDs permite examinar a fondo la evolución estilística de Weller desde 1990, cuando tras la disolución de Style Council apenas congregaba unos cientos de devotos en sus conciertos hasta hoy, cuando ya es un artista que forma parte del “mainstream” británico. La ventaja es que, tal y como afirma en el libreto, siempre que acude a los estudios de la BBC lo hace con la intención de interpretar los temas de su cancionero de forma diferente. Los dos primeros discos incluyen las apariciones en programas de radio. Aquí encontramos al Weller más cercano, íntimo y cálido con versiones acústicas de algunos de sus temas más conocidos (“Amongst butterflies”, “Clues”, “Friday Street”, “Out of sinking”…). A su vez, las revisiones “eléctricas” de su cancionero aportan inmediatez y frescura, como recién salidas del local de ensayo pero también desprenden pulcritud. El “modfather” no permite nunca fallos a sus acompañantes, pero menos cuando acude a un programa en directo, donde no hay margen para el error. En estas intervenciones, Weller también se permite el capricho de tocar versiones como “The poacher”, de Ronnie Lane, o “Pretty flamingo”. A diferencia de las grabaciones de otros artistas para la BBC, Weller es parco en palabras a la hora de presentar sus canciones a los oyentes.
En los discos 3 y 4 es cuando se aprecia más la evolución de Weller que comentábamos anteriormente. Estos CDs incluyen las grabaciones de conciertos en directo para la radio, como el que retransmitió Radio 3 en su última visita a España. Así en las grabaciones de principios de los 90, Weller flirtea con el legado soul-pop de Style Council y troca “My ever changing moods” o “A man of great promise”. También revisa “What’s goin’ on”, de Marvin Gaye. A medida que avanza la década, se palpa su interés por Small Faces, Nick Drake… y la voluntad de hacer algún guiño a su etapa al frente de The Jam con “Tales from the riverbank”. El libreto que acompaña la caja tiene 64 páginas y un artículo de la periodista Lois Wilson que ha recogido opiniones de algunos de los colaboradores de Weller en estos últimos años: Gem Archer, Noel Gallagher o Mani de Primal Scream. Lamentablemente, no incluye información sobre los músicos que lo acompañan en cada una de sus intervenciones.
El DVD esconde también pequeños tesoros. Si en los CD apreciábamos los cambios en lo artístico, la imagen nos permite comprobar también los efectos del inexorable paso del tiempo en el físico del ex Jam. En lo musical destacan las versiones del programa Later, de 1996, en el que Weller interpreta temas como “Wild wood” o “Broken stones” acompañado por una sección de cuerda. Otro de los platos fuertes de este DVD es el show de BBC Electric Proms de 2006, en el que Weller cuenta con la colaboración de Amy Winehouse en “Don’t go to strangers”; de Richard Archer, de los Hard-Fi en una versión del hit de The Jam “Down in the tube station at midnight” y, lo más sorprendente, de Carl Barat, de los Dirty Pretty Things, cantando “In the city”, el primer éxito de Weller y que nunca incluye en el repertorio de sus giras.
En definitiva, los fans de Weller ya pueden escribir la carta a los Reyes Magos o preparar su cartera para hacerse con alguno de las versiones de Weller at the BBC. Para aquellos que se lo puedan permitir, recomendamos encarecidamente la caja de cuatro CDs y el DVD.
ÀLEX ORÓ.

Christina Rosenvinge
Tu labio superior

DRO 2008

La dama blanca del pop oscuro regresa por la puerta grande. Reorientación, fichaje por una nueva compañía y un excepcional disco bajo el brazo. Buenas credenciales. Su anterior aventura al alimón con Nacho Vegas la volvió a situar en el mapa castellano parlante con acierto, y lo que Tu labio superior exhibe viene a ser una ampliación y matización del decálogo que presentó junto al asturiano. Un disco de claroscuros, retorcido e inocente a partes iguales, lúgubre y luminoso, pero siempre misterioso.
Candidez afrancesada, rock metropolitano, un ejemplo de calidad e inspiración que deja a las demás féminas del panorama alternativo en desventaja frente a lo que Rosenvinge se muestra capaz de componer y atacar. P.J. Harvey estaría encantada de firmar piezas como las que contiene este disco, un trabajo refinado pero agresivamente lascivo, una epopeya pop que parece relatar frugales refriegas sentimentales entre la carnal ingenuidad y la violenta sensualidad. Notas que parecen biográficas, mensajes vedados para aludidos pero públicos para el oyente. Sombras que habitan hasta las canciones más ligeras o directas, personajes pretendidamente desdibujados que contribuyen a un ambiente Lynchiano, extrañamente hermoso.
Lo dicho, la dama ha vuelto.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Los Deltonos
Buenos Tiempos

GUITAR TOWN/JUNK

Instalados hace años en el amplísimo pelotón de cola del rock español –ahí donde se cuece el rock como necesidad vital–, Los Deltonos son ya unos clásicos por ese sincero blues-rock pegajoso que es marca de la casa. En esta nueva entrega, la banda de Hendrik Röver deja dos monumentos –“Sábanas blancas” y “Yo puedo sacarte de aquí (si quieres)”–, un recio recordatorio de sus intenciones –“Discotheque breakdown”: “Dadme un porche mirando al sol, / una guitarra y una canción, / una cerveza y rock and roll”), algunas historias de carretera “made in Spain” (“Oscuridad”) e incluso un himno libertario para la escapada social (“Revolución”). Todo ello aderezado por entregados solos de guitarras de los que ya no se estilan pero que marcan la diferencia.
Al final, queda un disco de esos que se mantienen de pie contra el viento. Pero los seguidores de Los Deltonos eso ya lo saben: esta banda nunca defrauda.
JUAN PUCHADES.

AC/DC
Black ice

SONY BMG

Ocho años después de su celebrado Stiff upper lip, vuelve AC/DC. Había tanto apetito acumulado por degustar alimento nuevo que ahora la dilatada espera ofrece resultados dispares. Black ice se mueve entre la equidistancia cautelosa de sus discos de los ochenta y el sonido de muro de hormigón que enseñorea sus últimas y espaciadas grabaciones. Ahora bien, ocho años de espera es un tiempo más que suficiente para exigir mayor creatividad, un repertorio más luminoso, momentos más estelares. He leído hipérboles malévolas como que Black ice sería un conglomerado de caras B de Fly on the wall (el aceptado por unanimidad como peor disco de los australianos), pero también loas desmesuradas que sitúan al nuevo trabajo como el punto más álgido de su carrera. Ni lo uno ni lo otro. El disco no guarda ninguna pieza antológica (los hermanos Young esgrimen que ellos no hacen canciones, hacen álbumes), pero la homogeneidad de sus canciones te carboniza y te dona energía y paroxismo suficientes como para detener balas con las manos. Son AC/DC y sus discos celebran la fotogenia. Black ice se suma a la causa. Nadie logra grabar como ellos ese sonido de rock and roll primitivo y brutote como un golpe de maza, de patrones básicos como una partícula elemental, pero expresado con la rotundidad enfebrecida del rock duro. En esa atemporalidad descansa el secreto de su eterna juventud.
JOSEMI VALLE.

George Duke
Dukey treats

HEADS UP!/INDIGO RECORDS

A diferencia de su viejo colaborador y amigo Stanley Clarke –que lleva varios trabajos haciendo experimentos ciertamente inusuales para lo que viene a ser el “mainstream” del género–, George Duke ha preferido mantener una inquebrantable lealtad a la escuela más clásica del funk/soul. Una suerte de convención universal que permite –desde los tiempos de Sly Stone y Funkadelic/Parliament– que músicos tan diferentes como Vinnie Colaiuta, Jef Lee Jonson, Lenny Castro, Michael “Patches” Stewart o Everett Harp puedan entrar en el estudio y ponerse a tocar inmediatamente sin necesidad de muchas más instrucciones. Pero los “tratamientos médicos” del Duque incluyen muchas sorpresas y, sobre todo, una calidad técnica y musical muy por encima de la media. Hay por supuesto piezas de ultra funk (“Everyday hero”, “Dukey treats”, “Mercy”), que se suceden sin tregua posible con la tremenda aportación de Byron Miller al bajo, Leon “Ndugu” Chancler a la batería y Sheila E a la percusión (especialmente la que da nombre al álbum). Hay por supuesto baladas con la marca personal del Duque; y alguna de ella acaba incluso virando hacia el compromiso de unidad y paz social de Marvin Gaye (“Somebody laid it on us”). Y cuando este compromiso suena con muchos más metales, acaba pareciéndose a Earth, Wind & Fire (caso de “Are you ready”).
A George Duke le gusta también lucirse vocalmente, así como lucir a sus vocalistas estrella (Jonathan Butler, Rachelle Ferrell, Teena Marie…), y la igualmente comprometida “Sudan” es un buen ejemplo de ello. Y para sibaritas, un broche final: la instrumental “Images of us”; siete minutos y pico de trepidante solo de sinte y Fender Rhodes del propio Duke, bien asistido por algunos de sus mejores músicos. Ciertamente no todos los días se graban discos así de buenos desde el punto de vista del estudio de grabación, una especie en desgraciada vía de extinción.
GERNOT DUDDA.

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REEDICIONES Y RECOPILATORIOS

Varios
Café de los maestros

UNIVERSAL

Gustavo Santaolalla parece haberle tomado la palabra a Ry Cooder (y sus amigos cubanos del Buena Vista) en lo de fijar una “polaroid sonora” del momento que más percibimos ahora como clásico dentro de un género (aquí el tango y, una vez más, los años 50). Al margen del truco emotivo –perfectamente lícito, por otra parte–, hay que agradecerle el hecho de que ponga en manos de tantos y tan buenos músicos de tango (ya bien mayores, la mayoría) unos medios técnicos y mercadotécnicos con los que no hubieran soñado en toda su vida (película incluida). Pero la Argentina peronista no es la Cuba de Batista, y las lágrimas que a muchos se les escaparon durante las sesiones lo eran por la nostalgia del tiempo pasado, de los reencuentros producidos, más que por la oportunidad en sí. “No puedes separar el tango de la vida”, dice José “Pepe” Libertella. Recuperando arreglos ya perdidos u olvidados, Café de los maestros rinde por supuesto homenaje al tango de las grandes orquestas (Horacio Salgán, Leopoldo Federico), al que se toca en cafés, cabarets y confiterías y, por supuesto, al que salió de las cuatro grandes escuelas reconocidas (Disarli, Darienzo, Troilo y Pugliese).
Una reunión sin precedentes que ha contado con grandes divas de la interpretación (Virginia Luque, la uruguaya Lágrima Ríos, Nelly Omar); grandes virtuosos del bandoneón (Carlos Lázzari, Ernesto Baffa, Gabriel “Chula” Clausi, José “Pepe” Libertella); excelentes pianistas como Osvaldo Berlingieri, Emilio de la Peña; excelentes cantantes como Alberto Podestá, Juan Carlos Godoy, Oscar Ferrari. Todos ellos contactados tras una verdadera labor de detective. Luego vendría un ciclón llamado Astor Piazzolla y lo revolvió todo (maravillosamente), pero ésa es otra historia.
GERNOT DUDDA.

Vainica Doble
Taquicardia

NUEVOS MEDIOS

Una reedición de Vainica Doble, no es algo por lo que merezcan doblar las campanas. Ya está prácticamente todo lo oficial expuesto en compacto y ni se les ha reservado el espacio de referencia que habían ganado, ni ha mejorado su consideración. Sigue, eso sí, el culto secreto, pero éste seguiría igual, o mayor, sin reediciones. Un culto secreto en el que han caído los músicos españoles más proclives a vestir el pop de intimismo y de ligereza y decenas –quizás alguna centena– de aficionados con especial sensibilidad. Pocos, se va dando cuenta este cronista tras años y años de pensar que crecería de forma aritmética ese culto.
No ha sido así, y uno debe darse con un canto en los dientes porque aún sigan estando en las estanterías sus discos, aunque quizás Taquicardia y En familia sean los que más fácilmente puedan aparecer porque las compañías que los editaron siguen en activo. Nuevos Medios, en este caso, que en el 84 –había aparecido un libro del Zurdo sobre ellas, colaboraron en canciones de La Mode, modelaban algunas composiciones para otros cantantes– decidió editarles el primero de sus últimos discos. Para algunos, gentes en cuyo criterio confío, el mejor; para este cronista, no. Aunque ninguna producción de las Vainica es la mejor, el punto que marca la diferencia son los arreglos y en este caso, con un tono jazzístico, quedan algo alejados del gusto actual, más dado a la crudeza de sus primeros trabajos.
Abre “El niño inseminado”, una miniatura cáustica y tierna, como todas las suyas, apenas cinco frases desgarradas que aquí se visten de telas entre lo estándar y lo delicado, la aceptación de que al fin y al cabo el sistema nos engulle. El mismo fondo que en “La funcionaria”, lamento de una trabajadora frustrada que se abre en los deseos del colorista estribillo a una vida más estática pero plena.
Imagen, la de la realidad y las ganas, recurrente en su obra, vidas vulgares que esconden enormes baúles de deseo. Igual que el resto del disco concentra trazos que habían ya anotado: las fábulas animales que aquí se reflejan en “La mona coqueta”, ese todo infantil y duro que aparece en “Nana a una estrella recién nacida”, el amor caprichoso pero alejado del drama en “Un sí señor con las patas verdes”, con su estribillo casi gospel.
Todo está plagado de imágenes desacostumbradas, su contacto con escritores antes de juntarse en dúo, resultó efectivo. Sin él, casi sería imposible ese chispeo en las letras, esa facilidad para las melodías en unas señoras ya mayores y rodeadas de hijos, cuya carrera puede hundir en la vergüenza a estrellas de pacotilla en el pop español.
Y dejo para el final “Sígueme”, una canción de intensa hondura y emoción pura, reflejo de un amor arrebatado y becqueriano, estremecedora cada vez que se escucha, la perfección escrita en castellano. Años después la versionaría Family y ahí empezó otra preciosa historia.
CÉSAR PRIETO.

Varios
Little Steven’s underground garage presents: The coolest songs in the world vol 7

WICKED COOL/LOCOMOTIVE

¿Has tenido un mal día? ¿Te apetece oír un poco de rock and roll y no tienes ganas de pensar qué disco pones? No hay problema. Este CD te lo pone fácil, fácil, fácil. Miami Steve Van Zandt, el guitarrista con pinta de zíngaro de la E Street Band, ha recopilado quince de los temas que suenan habitualmente en su programa de radio Little Steven’s underground garage, dedicado precisamente al mejor rock con poderío que se hace en el planeta. Decimos que Van Zandt se lo pone fácil al aficionado porque demuestra lo que ya le presuponíamos: buen gusto a la hora de escoger temas en los que las guitarras sean las protagonistas. Este disco, séptimo de la serie de recopilatorios del mismo título, reúne cortes de Primal Scream, REM, Elvis Costello, John Fogerty, Kaiser Chiefs o Foxboro Hot Tubes por citar sólo los nombres más conocidos para el aficionado medio al rock. Pero además incluye canciones de esas bandas que están en una segunda línea, preparadas para dar el salto en cualquier momento y obtener un mayor reconocimiento popular. Algunas lo conseguirán y otras no pero gracias a este disco quedará constancia de su potencial como creadores de rock de garage y alternativo. Es el caso de Hawai Mud Bombers, Rocket From The Crypt o The Catholic Girls.
Lo dicho, un disco para insertar en el lector de CDs del coche y conducir sin parar o para pinchar en una fiesta sin temor a equivocarte.
ÀLEX ORÓ.