Rockola, Discos. 21 de diciembre de 2007

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Rockola, Discos. 21 de diciembre de 2007J.J. Cale
Rewind. Unreleased recordings

W14/UNIVERSAL

Nunca ha alcanzado J.J. Cale (Oklahoma, 1938) gran notoriedad entre el público, muy probablemente porque nunca la buscó. Cargando con su fama de perezoso y meticuloso artesano, ha ido a su aire, grabando discos cuando ha creído oportuno y girando sólo de cuando en cuando. Pero sí ha sido uno de los guitarristas más influyentes del rock desde los años 70: Pregunten a Knopfler, a Clapton, a Ribot, y de ahí tiren del hilo que ovilla a todos los descendientes de éstos. ¿Un músico para músicos? Sí, y para buenos aficionados a esa suerte de rock cadencioso que apuntala sus raíces en las formas primigenias estadounidenses, pero puestas al día y adaptadas a su ritmo, siempre arrastrado, siempre elegante, siempre de enorme clase.
    Escasa es la discografía de Cale, pero cada una de sus obras es una fiesta para sus seguidores. Como lo es este Rewind en el que desempolva piezas perdidas grabadas entre 1971 y 1993. Temas que nunca vieron la luz y que así, todos juntos, conforman un álbum fascinante que se abre con un «Guess I lose» que, sencillamente, está entre sus grandes canciones –si la escucha un publicista y la incorpora a una campaña televisiva, estaríamos ante un éxito seguro– y que indefectiblemente predispone al oyente para el festín que viene, repleto de golosinas firmadas por él mismo –sensacionales son «Since you said goodbye», «Bluebird», «Lawdy mama», «Out of style», «Ooh la la»– y completado con algunas versiones ajenas que muestran la versatilidad de este geniecillo que ya luce casi 70 primaveras: Leon Russell (qué clima logra Cale en «My cricket», un blues con sabor a Nueva Orleans), Randy Newman, Waylon Jennings, Christine Lakeland, Bill Boatman e incluso Eric Clapton son adaptados a sus planteamientos musicales, revelando cómo Cale es un género en sí mismo, cómo sabe dejar todas las influencias a la vista y, sin embargo, ser permanentemente él mismo.
    Un álbum sin desperdicio, ¡y es que los descartes de Cale son infinitamente mejores que el 98% de los discos originales que escuchamos!
JUAN PUCHADES.

Harry Connick Jr. 
My New Orleans

SONY&BMG

Emocionante y vibrante resulta este homenaje que rinde el dicharachero Harry Connick Jr. a la siempre seductora ciudad de Nueva Orleans, que lo vio nacer cuarenta años atrás, y que fue también en su momento cuna de tantos maestros musicales, como James Booker, Louis Armstrong o Raymond Myles. En este nuevo trabajo, se mueve con soltura por géneros varios, desde el jazz, el gospel o el rhythm and blues, al country o el funk. la selección de temas, teniendo en cuenta el amplio material disponible sobre la materia, no está nada mal, de “Hello, Dolly” a “Careless love” o “Working in a coal mine”. Connick sale triunfador de su álbum más ecléctico, aunque sus discos como cantante siguen sin resultar tan convincentes como aquellos que graba al piano.    
JAVIER MÁRQUEZ.

Edyta Geppert & Kroke
Spiewam zycie

ORIENTE MUSIK/RESISTENCIA

Este trabajo de los polacos Kroke, realizado junto a la cantante Edyta Geppert (a la que, cosa inusual en ellos, le ceden todo el protagonismo), hay que circunscribirlo dentro de los discos-que-muy-de-vez-en-cuando-Kroke-hace-con-invitado, como el que en su momento grabaron con el violinista Nigel Kennedy. La diferencia aquí está en el pleno control que esta vez han podido ejercer sobre el resultado final, con producción propia y arreglos y dirección musical de Piotr Loretz. No contiene ni un solo tema propio, pero sí sobrados momentos de su celebrada pericia instrumental, aunque ceñida a la escasa duración de las piezas (lo que supone otra novedad respecto de lo habitual en sus últimos formatos). Si a Kroke le faltaba una garganta que ilustrara vocalmente su transición de la raíz klezmer a formas más expansivas, desde luego la ha encontrado en esta veterana cantante polaca con una larga docena de discos en su propio país y con un físico entre Kathleen Turner y Naomi Watts. Tiene varios registros vocales, pero uno de los más llamativos es el del arrebato bohemio del viejo cabaret, para nada reñido con la emoción judaica de, por ejemplo, “Piesn I z antygony”, verdadero clímax en su interpretación. Destacan también por supuesto “Spiewam zycie”, con ese cánon tradicional que viene a ser ya marca de la casa Kroke y su fabuloso solo (jazz) de piano; “Gdy jedna lza”, con sus delicados arreglos jazzísticos; “Najwiekszy teatr swiata”, que remite rítmicamente al viejo charlestón, o “Los”, apoteósico tema tradicional que cierra el álbum. A su sello discográfico, Oriente Musik, le gusta considerar su escudería como “world chamber music”, y desde luego este trabajo se adecúa perfectamente a la definición.
GERNOT DUDDA.

Barón Rojo
Desde Barón a Bilbao

SANTO GRIAL

Viendo las actuales listas de ventas de discos españoles, parece absolutamente inverosímil que en 1982 la banda de heavy metal Barón Rojo arrasara con Volumen brutal, el segundo LP de la formación de los hermanos De Castro. Eran la alternativa a los grupos de La Movida y a los solistas para adolescentes. Su éxito fue de tal magnitud que hasta se permitieron el lujo de editar una versión en inglés del disco, que obtuvo una aceptable acogida entre los rockeros británicos. En los años siguientes, el heavy fue perdiendo posiciones en las listas de ventas a favor de bandas como Radio Futura, Gabinete Caligari o Loquillo. Barón Rojo continúo en activo pero las desavenencias dentro del grupo entre los De Castro y el batería Hermes Calabria y Sherpa, cantante y bajista curtido en mil batallas, fue minando la trayectoria de los “barones” hasta que se escindieron en dos bandos irreconciliables. Hace ya 25 años del éxito atronador de Barón Rojo y los hermanos De Castro, que se quedaron con el nombre del grupo tras un largo litigio judicial, lo celebran editando un doble disco en directo grabado el pasado verano en Bilbao. Los “barones” incluyen en esta grabación casi todo el repertorio de Volumen brutal y por eso no faltan “Los rockeros van al infierno”, “Desertores del rock”, “Concierto para ellos”, “El barón vuela sobre Inglaterra” o “Satánico plan (volumen brutal)”, pero también “Con las botas sucias”, de su primer LP, Larga vida al rock n’ roll (una feroz crítica a CBS, una compañía que había despreciado al grupo); algunos de los temas de discos posteriores y “medleys” con versiones de clásicos de los sonidos metálicos como “Smoke on the water” y “Highway to hell” (no han sido muy originales escogiéndolas, pero hicieron las delicias del público). Un cancionero realmente entrañable, posiblemente algo caduco pero muy importante en la historia del rock español y que sale reforzado en este disco por el poderío que aportan los años de experiencia y los avances tecnológicos en materia de sonido. Barón Rojo están en plena forma, tienen un público fiel que les adora (tal y como se aprecia en esta grabación) aunque seguramente ya nunca tendrán un éxito como el del año 82.
    Desde Barón a Bilbao se puede adquirir también en formato de disco-libro que incluye además el DVD del concierto y un libro de 28 páginas con imágenes inéditas de la historia del grupo, de los cuales no podemos explicar gran cosa más porque la discográfica sólo ha mandado los CDs a este humilde cronista.
ÀLEX ORÓ.

Led Zeppelin
Mothership. The very best of

ATLANTIC/WARNER

Parece que los años no hacen sino mejorar a los Zep, que vuelven a sonar como nunca en todos los campos. Si su triunfal reunión londinense hace unas semanas ha desatado la locura de los fans y las especulaciones sobre posibles fechas en Nueva York, el lanzamiento del recopilatorio Mothership llega dispuesto a dejar oír sus cañonazos de rock con una claridad nunca antes disfrutada. Seleccionados y ordenados por los propios miembros de la banda, los 24 cortes que componen este doble álbum –los imprescindibles de costumbre; nada fuera de lo común– presentan unas mezclas y remasterización que permiten disfrutar de todas ellas sin tener que recurrir a regular el volumen o balances cada cierto tiempo, como ocurría hasta ahora. Ésa es la única razón para los habituales de la banda para hacerse con este lanzamiento que, por otro lado, supone un recorrido por la carrera del grupo bastante completo y recomendable para los neófitos.
    Por su parte, el DVD reúne imágenes de los conciertos en el Royal Albert Hall (1970), el Madison Square Garden (1973) o en Knebworth (1979), previamente incluidas en una caja de cuatro años atrás.
JAVIER MÁRQUEZ.

Barclay James Harvest
All is safely gathred in. An anthlogy 1967-1997

ECLECTIC DISCS

En 1977, justo diez años después de su fundación en Inglaterra, un tema de los Barclay James Harvest titulado “Poor man’s Moody Blues” y extraído del álbum Gone to the earth, erigió como una especie de aceptación de culpabilidad: algo así como “Moody Blues de segunda”. No en vano desde su debut en 1967, la banda que conformaron John Lees, Stuart Wolstenholme, Les Holroyd y Mel Pritchard, fue calificada como la hermana pobre de los famosos creadores de “Night in white saten” y, por extensión y analogía, también, de sus compañeros de sello discográfico, los rompedores The Pink Floyd. El caso es que, pese a muchos malos comentarios y el trato en ocasiones excesivamente vejatorio y cruel desde una parte concreta de la crítica especializada, no sólo ha logrado sobrevivir musicalmente sino también mantenerse durante más de un cuarto de siglo conservando su formación prácticamente intacta y un presupuesto artístico casi invariable: un cóctel que partía del blues e investigaba nuevas formas expresivas y sonoras a partir de la tradición musical británica, el folk, la música clásica, el rock y experimentando con atrezos orquestales en vivo y los sonidos de nuevos instrumentos y aplicaciones electrónicas.
    Para todos aquellos que se atrevan a ir más allá de las comparaciones excesivamente odiosas y a los que les apetezca profundizar en el trabajo discográfico de una formación pese a todo muy desconocida para el gran público, se ha puesto en circulación esta edición de auténtico lujo: un muy coquetón estuche que contiene cinco discos compactos junto a un magnífico libro de casi 70 páginas y muy bien documentado e ilustrado, que resume con precisión la larga y sinuosa trayectoria de los Barclay James Harvest. Hablamos de una muy ilustrativa selección de sus abundantes grabaciones de estudio, algunas rarezas y un buen número de cortes registrados en directo y extraídos de sus cinco entregas originales en vivo, que se nos antoja material suficiente como para evaluar con mesura y ecuanimidad una trayectoria artística –repito– no demasiado popular aunque absolutamente honesta y defendible.
JAVIER DE CASTRO.

Varios
Papagayo. The Spanish sunshine pop

TOYTOWN

Siempre ha defendido este cronista la necesidad de rebuscar en las épocas malditas del pop, las únicas en las que canciones o estéticas frustradas, despreciadas de forma tópica, pueden aún depararnos sorpresas y emociones. Y si hay una década que haya sido olvidada con absoluta constancia son los primeros setenta, valorados hoy únicamente por la tensión entre la canción ligera y festiva y la acidez de lo que se dio en llamar Música Progresiva.
    Este doble vinilo –es inmediata su edición en CD– intenta reparar esta ignorancia al recuperar dos docenas de canciones que supusieron una tercera vía para la música en castellano en los años que van del 70 al 75. Se presenta como una recopilación de “sunshine pop” hispano, pero la verdad es que hay mucho más. Sobre un lecho de melodías delicadas y precisas se ordenan producciones llenas de placidez, grandilocuencia o de ambas cosas a la vez, letras de sinceridad y optimismo “naïf” y espíritu entre campestre y universitario. Una especie de “bubblegum” folk, también presente en producciones extranjeras de la época.
    Es casi imposible hablar de una música cuyos referentes uno supone que le serán enormemente lejanos al lector. Muchísimo más que aquellos de los cincuenta o sesenta, continuamente recuperados. Y sólo se atreve a proponer que se deje llevar por la extraña magia que parecen tener las canciones, los grupos que ya nadie recuerda. Por la mirada luminosa de Reacción, las armonías americanas de Nueva Democracia, la emocionante y misteriosa voz –nadie tiene ningún dato sobre el grupo, a pesar de estar editado por la CBS– de Oveja Negra. Que admire en el libreto interior las historias de conjuntos malogrados como Dulces Años, capaces de componer a los catorce años una maravilla como “Voy buscando” que combina sofisticación y energía como ningún otro tema en castellano lo ha vuelto a hacer. Que no deje pasar la oportunidad de hurgar en la música y lo busque en cualquier tienda especializada o en toytown1968@mixmail.com
CÉSAR PRIETO.

Varios
The big Stiff box set. The ultimate story of Stiff Records

SALVO RECORDS

Este magnífico libro-disco (cuatro CDs y un estupendo e interesante cuaderno de 70 páginas muy bien documentado e ilustrado en color) rememora uno de los momentos más relevantes de la historia de la música popular británica del último cuarto del siglo XX: la trayectoria de Stiff Records, el sello con ínfulas de “independiente” fundado en medio de la vorágine punk por dos avispados elementos llamados Dave Robinson y Andrew Jakeman, más conocido por Jake Riviera. El caso es que no debe incurrirse en el relativismo facilón de considerar a Stiff como un sello genéricamente unitario. Por el contrario, la gracia de esta escudería musical que funcionó con relevante éxito artístico y de ventas desde 1976 y hasta más o menos finales de la década de los años 80, si se caracterizó por algo fue por una absoluta variedad estilística, derivada de la personal extracción y personalidad de la mayoría de sus baluartes: a saber, gente tan valiosa como dispar del peso específico de Elvis Costello, Nick Lowe, Dr. Feelgood, The Damned, Lene Lovich, Graham Parker, The Go-Go’s, Ian Dury, Devo, Madness, The Pogues, Wreckless Eric, The Plasmatics o las pizpiretas Rachel Sweet y Kirsty MacColl, entre muchos otros grupos y solistas más, quizás no tan conocidos entre nosotros aunque igual de valiosos y apetecibles de escuchar en la actualidad.
    Hay que aclarar, eso sí, que si Staff se caracterizó por algo aquellos años fue por ser una discográfica que se especializó en el formato de single, buscando la frescura y la inmediatez –que no falta de calidad– propios de los grandes impactos en los ansiados “tops”. También por una iconografía estética para cada uno de sus lanzamientos, hermosa y singular, que a estas alturas de la historia les confiere categoría absoluta de piezas de coleccionismo amén de envolver algunos de los mejores disparos de punk, new wave o pub-rock que se producían en los territorios de Su Graciosa Majestad a caballo de los 70 y los 80 y que se apoyaban en unas imaginativas y la mar de coloristas campañas de publicidad.
    En suma, una completísima colección de casi cien cortes que hará recordar a los nostálgicos de aquella música una etapa gloriosa y a los neófitos para enterarse que Stiff Records emergió sin aparente esfuerzo, por entre las multinacionales del ramo, para hacerse con un espacio musical y mediático propio desde el que proyectar hasta lo más alto a un puñado notable de músicos de lo más variopinto.
JAVIER DE CASTRO.

Louis Armstrong
Retrospective 1923-1956

SAGA/KARONTE

El sello francés Saga regala a los aficionados una nueva caja dedicada a otro de los grandes del jazz. Cincuenta y tres años de la carrera de “Satchmo” son recorridos por las cerca de setenta grabaciones que acaparan estos tres compactos. Entre el material hay de todo y para todos, desde sus primeros trabajos junto a King Oliver o Ella Fitzgerald, a sus legendarias grabaciones con los Hot Fives, los Hot Seven o sus All Stars. Aunque hay algunos créditos erróneos (algún directo que es estudio o viceversa), el grueso de libreto de cerca de un centenar de páginas supone un perfecto complemento para la audición de unas grabaciones que, sin gozar de la calidad de sonido que sería deseable, hacen pasar un rato delicioso que ayuda a superar ese escollo técnico. Entre lo mejor, ese “St. Louis blues” mano a mano entre Bessie Smith y un joven “Satchmo”.
JAVIER MÁRQUEZ.