Rockola, Discos. 20 de junio de 2008

Autor:

Rockola, Discos. 20 de junio de 2008Sergio Makaroff
Número uno

AUTOEDICIÓN

El último CD de Sergio Makaroff, oportunamente titulado Número uno con esa fina ironía que se gasta el músico argentino, únicamente se va a vender de forma virtual por iTunes, eMusic y Napster. Suerte, pues. Ni es el primer caso ni mucho menos va a ser el último, pero más allá del estúpido beneplácito con que este tipo de noticias suelen recibirse frívolamente por los amantes de las nuevas tecnologías, en este concreto –y modesto– caso del gran Makaroff no es más que la asunción de un fracaso. De un fracaso de signo tanto industrial como ético, que condena esta obra a no poder competir con todos los avales con los que sí que lo van a hacer los trabajos de cualquiera que goce de un estatus profesional superior al suyo. Un fracaso más producido por ese choque de trenes entre dos formas de entender el negocio de la música para tiempos venideros al que estamos asistiendo. Y no precisamente modelos ideológicamente antagónicos, lo que podría justificar una evidente toma de partido, sino –para entendernos se podría decir– una clara lucha entre dos gigantescas patronales del sector, una emergente y la otra en retirada, a las que todos los supuestos méritos de los Makaroffs de turno les importa más bien nada. Insignificantes daños colaterales de un imparable proceso tecnológico que nos va a trasportar a una arcadia feliz… y bla-bla-bla bla…
    ¿Pero es que acaso con su nuevo disco se ha involucrado Sergio en estos candentes temas? Para nada, ni falta, minucias que no trepan a la altura de su balcón. Y sin embargo, tiempo de sobra ha tenido porque ya pasó un buen trecho desde su último trabajo, Makaroff, que el sello 18 Chulos le publicara en el 2002. Pero como ya deben de quedar pocos chulos en el mundo y mucho menos en el de la música, para chulo este lúcido, optimista y brillante músico que si algún día ha llegado a perder la sonrisa ha procurado que ese fatídico momento no cayese dentro de una canción. Bendito sea el artista, por eso y por continuar alegrándonos con sus –al parecer inagotables– observaciones sobre la cotidianidad de los días. Aunque deberíamos ir más allá de estos lugares comunes que se manejan cuando hablamos de él y de esa faceta suya de gran letrista que supuestamente lo cubre todo. Craso error, el músico argentino nunca da por perdida una canción, jamás recurre al relleno, en sus discos las habrá más o menos afortunadas, pero de antemano sabes  que –de bien gestionadas– se puede bailar con la más fea sin riesgo alguno.
    Empecemos. Tomemos como ejemplo la desbordante “Canciones de amor”, o de cómo sobre una pimpante melodía el artista sincero ilustra todo un personal muestrario a la hora de hacer una canción de amor. Cosa instructiva y seria, tomen nota. O bien la adictiva “Más que antes“, pequeña maravilla pop repleta de no sé cuántos estribillos (¡qué lujo!, ¡vaya derroche!) y en la que su desconcertante brillantez se acerca a los modos poéticos del bolero clásico (“reivindico la esclavitud, no me interesa la libertad, porque allí donde estés tú, ahí es donde yo quiero estar”). Si el artista coge la guitarra acústica, no teman, jamás se pondrá pesado, ni siquiera en la sugerente “La verdad” cuando se lanza sobre uno de los tópicos más temibles del pensamiento humano: la búsqueda de la verdad absoluta. Lo mejor es que la encuentra, ¡fantástico!, aunque no les diré cómo. El desfile continúa imparable (“Con una sonrisa”, “Always together”, “En el campanario”…), al cantautor argentino le gusta el funk, el reggae, el rap y, por supuesto, ritmos variados que delatan su procedencia, y no se corta en lucirlos a través de todo el álbum, pero, sobre todo, maneja el lenguaje del pop/rock como pocos, aunque lo verdaderamente trascendente es que raramente suele abandonarle ese caudal de inspiración melódica que ensancha la intención de sus textos, y que en este pletórico Número uno, que diáfanamente producen Ariel Rot y Jose Nortes, luce generosamente. Celebremos pues, por último, que con semejante respaldo argumental y musical, este genuino último trabajo del gran Sergio Makaroff logre llegar a su público natural por encima de cualquier dificultad. A partir de ahora pongo a disposición de ello mi  irrenunciable apostolado de fan.
VICENTE FABUEL.

Universal Circus
Hello sunshine!

MUSHROOM PILLOW

Casi cinco años hemos tenido que esperar desde la edición de aquel notable Shinning light series de debut, en el que José Lozano y Poncho, dos ex miembros de Automatics, junto a David Morales, de Smoker Snails, y Álvaro Blas, batería de los granadinos Starchildren, comenzasen a dar muestras de su enorme potencial artístico. No sé si por la crisis del sector que en mayor o menor medida a todos nos afecta o porque, como ahora se estila tanto, a la gente le gusta estar metida en múltiples historias a la vez, el caso es que esta nueva entrega, bautizada con el sugestivo título Hello sunshine!, viene a paliar con contenidos también muy luminosos este lapso excesivamente largo. Para todos a los que nos sorprendió y agradó aquella primera colección de grandes canciones, los once cortes que ahora nos despachan los Universal, logran mejorar más si cabe aquellas grabaciones del año 2003. El “descanso” ha servido para afilar las guitarras, para reforzar su universo sónico desde muchos puntos de vista y abrillantarlo o para insuflar aún mayor energía y vitalidad a sus composiciones, conservando eso sí todos aquellos ingredientes que su peculiar química psicodélica tan majestuosamente afloraba. Es verdad que estamos ante un disco más directo y evidente que Shinning, incluso menos complejo sonoramente hablando. Lo que sí que debe resaltarse, no obstante, es esa capacidad desarrollada por su parte al ciento por ciento, para crear ambientes lo bastante atmosféricos como para que las escuchas puedan reiterarse y, sin embargo, nunca acaben cansando al personal.
    Me encanta esa cierta rimbombancia que recuerda a la del mejor rock sinfónico británico de los 70 en títulos como “Side effects of a time machine”, “Bad trips to mars” o “A dance to the music of time”, por ejemplo; composiciones que de alguna manera, también, guardarían similitudes con aquella música gloriosa por su ampulosidad y sus recargadas –aunque estupendas– construcciones vocales. No cabemos en nuestro gozo por haber recobrado de nuevo a Universal Circus y por su trabajo a todas luces atemporal; y, cómo no, por el precioso “artwork” de este álbum y por la magnífica producción de Carlos Henández, un tipo listo donde los haya y cuyo brillante trabajo con gentes como Triángulo de Amor Bizarro o Deneuve, nunca deja de sorprendernos.
JAVIER DE CASTRO.

Los Punsetes
Los Punsetes

EVERLASTING

Tienen conciencia de ello –lo marcan en alguna entrevista– y así gestionan el legado con mayor inteligencia. Un legado que representa quizás lo más original del carácter hispano, que nace en la picaresca, y recorre a Goya y Buñuel, a Zuloaga y Azcona. Así son también Los Punsetes, empañados por la mirada melancólica, desolada y puñetera a una vida que no se llega a entender del todo. La misma que en el pop habían alcanzado Nacho Canut, las “hornadas irritantes” o TCR y que ellos están a un paso de lograr con su primer disco tras un par de maquetas y un vinilo de siete pulgadas. Podrá comprobarlo el lector si accede a su web y se descarga las canciones que ellos han decidido regalar para dejar que su música alcance a los interesados. Aunque no estaría de más conseguir el vinilo que recoge esos mismos temas. Para los devotos, y, porque en música, el objeto suele ser el mensaje.
    Son, desde luego, carne de catacumbas, de esas propuestas que tienen más prestigio que reconocimiento. Y es que sus letras son gotas precisas de lirismo, de aquel que empapa más de lo que cala y del que impacta más por lo que calla que por lo que dice. Ejemplo suficiente es “Pinta de tarao”, una invitación a volver a casa desde la discoteca en que la voz femenina proclama que no se le va a ocurrir hacerle ningún mal durante el camino. Lo que atemoriza es la frialdad en la voz y en el detalle del proceso psicópata que –por supuesto– no va a ocurrir, a un segundo de las películas de horror.
    Y es que la inteligencia de Los Punsetes en las letras es demoledora. La secuencia central del disco alcanza esa precisión en la que el costumbrismo se transforma en cirugía, un “Fin del mundo” en que la vida pasa a ser un spot o unos “Accidentes” en que la leve visión de unos cuerpos en la carretera condiciona sólo unos minutos, los que tardamos en llegar al centro comercial.
    Quizás sean el único grupo español en que las letras desplazan a las melodías a la hora de valorarlos. Y es injusto, porque la música también aporta en ellos parte de desolación y parte de consuelo, como las palabras. Desde los sones tribales a lo Adam Ant que abren el disco hasta el final de guitarras desbordadas en “Maricas”. Y en medio, la sencillez como actitud, esa sencillez –entendida no como falta de medios sino como destierro de lo accesorio– que tenían Joy Division o TV Personalities.
CÉSAR PRIETO.

The Nuskin
The Nuskin presents Oldnu

NO CASH RECORDS/KARONTE

The Nuskin es el nuevo proyecto de Carlos Cárcamo, legendario teclista del grupo Granada (allá por mediados de los 70), que lleva varios años operando con el alias de Karkis. Su alto conocimiento del estudio, la tecnología y los arreglos le ha permitido ser productor de trabajos tan especiales como el segundo de Pastora, por ejemplo, pero también afrontar episodios propios en el que el soul, el jazz, el funk, el pop y el blues suelen enroscarse con la electrónica de una forma orgánica y natural, e inusitadamente espontánea. El propio nombre de “nu-skin” (nueva piel) sugiere la idea de “nu-jazz”, expresión que sin embargo evita en favor de otra como “old-nu”, definida por él mismo como “rescate electrónico de viejos estándares mediante nuevas maneras”.
    Esta vez no ha trabajado solo. Para darle una agradecidísima salida en directo, ha creado una banda propia con músicos jóvenes-pero-sobradamente-preparados. Sus adaptaciones de “Manah de carnaval” (Luis Bonfa), “Fever” (Davenport/Cooley), “Nuages” (Django Reinhardt) y “Everytime we said goodbye” (Cole Porter) merecen, y mucho, la pena.
GERNOT DUDDA.

Morcheeba
Dive deep

ULTRA

Los británicos Morcheeba publican su sexto álbum de estudio. Si en su anterior disco (The antidote, 2005) se adentraron con descaro en un pop muy elegante pero muy estandarizado para desencanto de la militancia que encontraba su maná en el trip hop mestizado con blues y jazz de sus primeros y prestigiosos trabajos, ahora se quedan a medio camino. Se entregan a un eclecticismo que parece testificar la desorientación o la adición a la indefinición a la que les ha arrojado la ausencia de su cantante original, Skye Edwards, sustituida infructuosamente hasta ahora por varias cantantes. Los hermanos Godfrey han prescindido de cantante fija. Por las diferentes canciones de Dive deep se pasean voces distintas que otorgan una identidad fugitiva al disco.
    Cuando la voz es femenina y se acerca al pop, Morcheeba alcanza el sobresaliente. Cuando descorchan temas de trip hop con los que festejar sus orígenes bajan el listón. Afortunadamente la enorme capacidad para construir hermosas y resplandecientes melodías aún perdura. Escuchar a Morcheeba sigue siendo una experiencia grata. Relajante. Perfecta para la introspección. Ideal para echar un vistazo a esa persona que habita de nuestra piel para dentro.
JOSEMI VALLE.

Neco Novellas
New dawn / Ku khata

WORLD CONNECTION/RESISTENCIA

“Ku khata” quiere decir “nuevo amanecer” en lengua chopi, y se trata efectivamente del primer trabajo a nivel internacional de este joven músico mozambiqueño nacido en Maputo y que actualmente reside en Rotterdam. Su odisea personal para remontar el paupérrimo entorno político y económico de su país y acceder a una formación musical en la vieja Europa, es digna de todos los elogios. El chopi es uno de los innumerables dialectos que se hablan en Mozambique y que él domina hasta el punto de alternar varios en sus canciones (chopi, ronga, xangana). Pero también canta en inglés, francés, “portuñol” e incluso hebreo. Y mejor aún, sus canciones parten de un tronco criollo común a todos los países lusófonos pero pueden llegar a participar indistintamente de influencias tanto occidentales como de otros países del cono sur africano, cuyos ritmos y coros de expresión jive y zulú están presentes en varias piezas de impecable producción. Su postura ante el panafricanismo es bien clara. Se trata de un debut sorprendente cuya calidad permite pensar en el impresionante futuro que le aguarda por delante. Neco Novellas reúne todos los requisitos para ser la próxima gran estrella del continente. Tiempo al tiempo.
GERNOT DUDDA.

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