Revólver: “La industria ha cometido un suicidio” (1)

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“Almodóvar tiene un mundo particular. Veo mucho hijo de Almodóvar últimamente en el cine español y en las micro series”

Dos años después de editar “Babilonia”, Revólver publica nuevo disco, “Capitol”. El decimosegundo trabajo de Carlos Goñi, en el que vuelve a los sonidos que marcaron los orígenes de la banda. Por Chema Domínguez.

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Fotos: DOMINGO J. CASAS.

 

En menos de un año volvemos a encontrarnos. Carlos Goñi me recibe esta vez en la habitación del hotel, del edificio y del cine que dan título a su nuevo trabajo, «Capitol», en una de las zonas mágicas de la Gran Vía, en esa confluencia con la calle Jacometrezo y la Plaza del Callao, a una altura envidiable para disfrutar y comprender la belleza existente en el diario ajetreo de Madrid. Revólver posee una fantástica colección de canciones y discos que sitúan el listón creativo un poco más arriba cada vez, y Goñi lo sabe, le gusta provocarse para no adormecer su autoexigencia. «Capitol» engancha desde el primer segundo gracias a temas como ‘Más tequila’, ‘Perdí lo que no tuve’, ‘Ángeles de alas sucias’ o la tremenda ‘Cerraré los ojos’. Además, estrena independencia discográfica, mejora un sonido siempre sobresaliente y Domingo J. Casas coloca en la contraportada del digipack una de las mejores instantáneas de la Gran Vía que jamás se hayan publicado. Carlos Goñi se acomoda, está tremendamente ilusionado por este nuevo paso. Empezamos, inevitablemente, hablando de cine.

 

A veces pones discos para escucharlos mientras haces otras cosas, y en «Capitol» las canciones llaman con suficiente fuerza como para prestarles toda la atención. Por ejemplo, ‘Sacristán de sacristanes’. Sé de tu gusto por el cine, pero no tanto por un actor de la talla de José Sacristán.
Sí, me parece un tío imprescindible. Su aportación es mucha, porque tiene papeles maravillosos siempre, pero fue el primer actor que encarnó lo que podría ser el primer español ya como europeo, por ciertas películas que coincidieron con la transición, como «Asignatura pendiente» o «Solos en la madrugada». Le veías y decías: «Buah, este tipo es distinto». Generacionalmente, creo que fue el primer actor español que vi que ya pertenecía a otra cosa, donde a lo mejor los demás podíamos llegar. Eso es lo que me sugirió. Y siempre he sido muy fan de él ya como actor, en líneas generales. Me parece extraordinariamente bueno.

 

«Los nuevos españoles» es otra de esas películas con Sacristán de aquel periodo, quizá un poco antes.
Me suena, ahora no me acuerdo, pero seguramente la he visto porque veo muchísimo cine español, y eso que estoy un poco mosqueado últimamente.

 

¿Por qué?
Desde mi punto de vista, ojo, y Dios me libre de generalizar que cada vez lo hago menos, admito que Almodóvar tiene un mundo particular, que es el suyo, como lo tiene Woody Allen y unos cuantos realizadores más. Nos puede gustar o no, pero fue capaz de crearse un universo, igual que Onetti o Faulkner. Veo mucho hijo de Almodóvar últimamente en el cine español y en las microseries. Y ahí particularmente me cruje un poco más. A mí me fascinó el cine de los Manuel Alexandre, López Vázquez, Sacristán, Alfredo Landa, Agustín González…

 

Y Fernán Gómez, supongo.
Por supuesto, ese es el capo, es el que lo hacía todo bien. Y muchos más. Esos tíos, joder, no sé si el arte que tenían lo sacaban de otro sitio o lo sacaban del mismo, pero lo proyectaban más lejos. Seguramente sea una cuestión generacional, pero hoy día veo que la gente aplaude cosas y pienso que nacen de cualquier sketch, podría nombrar seis o siete películas de Almodóvar, y de ahí sacaría ese sketch en concreto. Y toda esa micro serie nace de ahí. Creo que ser realizador de cine o ser actor es algo más. De los actores nuevos, ¿quiénes me interesan? Me interesan Antonio de la Torre, Raúl Arévalo, me parecen muy buenos esos tíos. «La isla mínima» me parece un peliculón. Por supuestísimo se me ha olvidado, perdón, perdón, perdón, Luis Tosar, por favor, muy grande. Y muchas películas. «Cien años de perdón» me parece un peliculón. Pero ocurre mucho de lo otro, que curiosamente es lo que está en boga y en boca de todos. Ahí ya me quedo más parado.

 

Un argumento objetivo para tu defensa, si te acusan de caer en la frase «como en mi época nada», está en que esas copias no solo se dan en el cine. En la música la copia impera día tras día, no hablemos ya de la televisión.
Comprendo el aprendizaje sobre algo, y es fantástico aprender del Quijote y de Cervantes para escribir. Es maravilloso que alguien te pueda decir: “¿Te gusta Cervantes? Lo he notado en tu libro”. Joder, ¿hay algo más bonito que te puedan decir como escritor? Yo creo que no. Creo que puedes aprender y que se note que las influencias son estas u otras, pero el universo de Almodóvar en concreto es muy suyo coño, es muy, muy, muy suyo. A mi me parece maravilloso «Días de fútbol»; lo primero que pienso es que esta película podría estar firmada por Berlanga, y me parece genial encontrarme a Berlanga en esa peli de arriba abajo, pero no veo una intención de ser él.

 

Como una inspiración.
Una inspiración que impregna la peli, y me parece maravilloso, pero no veo eso otro que veo en micro series y en sketchs.

 

Demasiados canales necesitando muchas producciones. Al final tienen que fabricar en serie.
Mucho contenido, exactamente. Hay una cosa que me parece muy interesante, en una peli un escritor joven le decía a uno viejo: «Yo soy escritor, tengo un montón de libros escritos». El viejo escritor le decía: «Ya, y dónde los tienes». Y le contestaba: «Los tengo en un cajón». «Mira, los libros o se publican o se queman. Yo soy escritor, tú escribes».

 

Esto te ha servido de inspiración, citas algo parecido en «Capitol».
Puede ser. Ah, sí, sí claro, en ‘Más tequila’. Claro, cada vez me interesa más cómo se hacen las cosas que las cosas en sí. Veo muchísimos programas de talleres de cine donde te encuentras un montón de directores, los veo con bastante atención. Y veo mucho director que dice: «Pero vosotros, ¿por hacer esto cobráis?», «No, aquí no ha cobrado nadie». Ya, aquí no ha cobrado nadie. «No, yo es que, bueno, estamos esperando, estoy preparando mi peli larga, que a ver si encontramos…». No sé, hay un punto de amateurismo a veces… Considerarse que uno es director de cine porque ha hecho tres cortos me parecen palabras mayores. Para mi ser director de cine es otra cosa, me parece muy difícil.

 

Las canciones no pueden cambiar el mundo, es casi una frase hecha, pero no es menos cierto que hay temas que hacen más por sensibilizar, dar soluciones o tomar conciencia que todo un gabinete presidencial. Si no cambian el mundo, sí motivan a hacerlo. ‘Cerraré los ojos’ hace más que cualquier campaña que pueda partir desde el Vaticano o desde algún gobierno para ponernos en el lugar de las víctimas de abusos dentro de la Iglesia, y en general de cualquier víctima de pederastia. ¿Cómo nace este tema?
Un amigo director realizó una película que hablaba exactamente de eso, del maltrato infantil, del abuso infantil, y me pidió hacer la canción de la peli, y la hice. La película se llama «Cerraré los ojos», igual que la canción. Se estrenó, pero la grabación era muy pequeñita, era con guitarra acústica, pequeñita, a nivel de instrumentación era muy suave, de esto hace bastantes años. En este álbum decidí recuperarla, como sucede con ‘Ángeles de alas sucias’, son los dos únicos temas que llevan muchos años escritos. ‘Ángeles de alas sucias’ lleva conmigo desde hace veinte años y no terminaba nunca de cuajar, de encajar en el repertorio de ningún álbum. En este me lo pidió la canción, desde el principio sentí que es la piedra filosofal del disco. Y con ‘Cerraré los ojos’ tres cuartos de lo mismo. En el concepto de producción me venían a la cabeza unas cuantas canciones del disco «Bring the family» de John Hiatt, el ‘Lipstick sunset’ y un par de temas más, y dije: “Es ahí donde encaja”. Me la lleve más a ese terreno, a ese punto fronterizo, muy polvoriento, y me gusta. Es una temática compleja, hay que estar hipersensible, la sensibilidad la tienes que manejar con mucho cuidado en una canción como esta, porque es muy fácil caer en lo banal, en lo demasiado evidente por descriptivo, le di muchísimas vueltas. Revisé mucho la letra para incluirla, necesitaba revisarla porque creo que cada vez escribo mejor, gracias a Dios, y seguro que iba a poder darle una visión de más calidad ahora, mejor que cuando la escribí.

 

Es un tema muy difícil para abordar desde una canción en poco más de cinco minutos.
Un tema difícil. Te cuento otra cosa: yo estudié en los Agustinos y no tengo nada que decir en contra de la Iglesia, a mí me trataron bien. ¿Que nos tiraban de las patillas? Sí ¿Que molaba? No, pero me inculcaron el gusto por el deporte, y a entender que si trabajas más normalmente consigues más, y es una cosa que uso hoy en día. Fui un pésimo estudiante, no conseguí nada, pero guardo el recuerdo de un cura al que llamábamos el padre Parida, que en el año 74 nos sacaba del colegio y nos llevaba a una especie de descampado que había cerca de Los Agustinos en Alicante. Recuerdo la primera vez que este señor cogió un libro y dijo a todos en clase de literatura: «A ver, este señor se llama Miguel Hernández». Se puso a leer, el cura, en el año 74, con la que estaba cayendo en esta piel de toro bendita. La cosa estaba muy jodida, y este señor me enseñó quiénes eran Lorca y Miguel Hernández, y me enseñó a pensar, porque me acuerdo que nos hacía hacer análisis de texto sobre las cosas que leíamos: «Perito en lunas», ‘El niño yuntero’, ‘Nanas de la cebolla’, muchas cosas. Y recuerdo que sacaba unas notazas en eso, y me decía: «Te voy a dar una supernota porque me has planteado una visión distinta, pero que sepas que esto no es lo que quería decir Miguel Hernández». Siempre me embroncaba con él, le decía: «¿Y quién eres tú para atreverte a decirme lo que Miguel Hernández quería decir en este poema, cuando a mi lo que me llega es esto?». «Ese es el motivo por el que te doy una buena nota». Luego nos embarcábamos en unas peleas ahí: «Que no Carlos, que no funciona así». “Que sí”, decía yo. Fue genial, fue imprescindible en mi vida ese señor.

 

He conocido a curas así, lo que no comprendo es qué hacían en la Iglesia.
Acabó dejando los hábitos, pero en ese momento los llevaba puestos. A mí me impresionó mucho, en ese sentido nunca sufrí en mi relación con los curas, pero eso no quita para que sea consciente de todo lo que ha ocurrido. Además, una película maravillosa, «Spotlight», habla exactamente de todo eso, del descubrimiento, de cómo se descubre por un periódico de Boston todo el tema de los abusos infantiles por parte de la Iglesia en un momento de Estados Unidos.

 

 

Ya lo apuntabas antes: buscas mejorar los textos cada vez más, arriesgando e incorporando formas de expresión diferentes para el rock. Siguiendo con ‘Cerraré los ojos’, escribes: «Mi madre siempre me dice que lo malo y lo divino lo lava el agua del río, si es así yo confío que el río de mi madre me lave también lo mío».
Eso me viene por otra cosa. Es que la memoria es la leche, la memoria es la bomba. Hay una película que me impresionó muchísimo hace muchos años, de Sofía Loren cuando era muy famosa, en la que a ella y a su hija les acaban de violar los nazis. La hija está hecha polvo y la madre, Sofía Loren, en un papelón increíble, se va al río y dice: «No hay nada que no lave el agua del río, así que vamos al río”. Esa frase viene de ahí.

 

Para afinar parte de la ironía y la crítica que hay en ‘Más tequila’, incluyes neologísmos tipo bloggers, personal shoppers y tendencers. Todos estos y muchos más andan en un local donde has reunido una particular colección de personajes, digamos, “de moda”.
Esa canción la escribí aquí, como casi todo el disco. La foto que tengo de esa canción es como si diese alguien una fiesta ahí, y tú desde aquí ves a todos los personajes. Entonces, en base a lo que decía de los talleres de cine, es un poco lo mismo. Veo en esos programas a gente que dice: «¿Y tú qué haces?”. «No, yo soy el guionista y el no sé qué». De entrada, ya es alguien y aún no ha hecho prácticamente nada. Lo primero que hace es ponerse el nombre de que es el jefe del departamento de sacapuntas, lapiceros y papeleras, yo soy el jefe del departamento y esto ya queda establecido, a partir de aquí ya veremos cómo es la obra que yo vaya a realizar, pero ya lo que soy es esto, cuando es algo que te tienes que ir ganando, como tú has dicho antes. Aquí es un poco lo mismo: están los bloggers, los tendencers… En cierta ocasión, no sé qué estaba viendo en televisión, y de repente veo un tipo, sale publi, dice unas palabras y pone debajo “tendencer». ¿Tendecer? Acojonante. ¿Cuál es tu oficio? Yo marco tendencias, ¿en qué, de qué? Me cuesta trabajo, pero lo de personal shopper puedo llegar a entender que vas a contratar a alguien para que compre por ti, no jodas, o para que vaya contigo y te diga qué te queda bien y qué te queda mal. Que eso te lo tenga que decir alguien que pinte mucho en la moda, no sé, todo es un poco extraño para mí.

 

¿Es o no es para hacer una comedia?
¿Lo ves? Totalmente.


En tu caso es muy llamativo el cambio de compañía, además directo a la independencia. En Warner has estado toda tu carrera, una carrera plagada de buenos momentos, siempre has tenido excelentes palabras hacia ellos…
Las mismas que puedo tener ahora mismo con ellos, ¿eh?

 

Por eso te quería preguntar, ¿qué ha pasado para que ya no sea tu casa?
Lo primero, las compañías. Como cualquier empresa en ese sentido, no tiene nada que ver con la Warner en la que yo entré, hoy en día no es Warner, es DRO. Los artistas que llevan toda la vida en DRO estarán felices porque siguen trabajando con las mismas personas, pero hace unos cuantos años yo llegué a Warner una mañana y ni estaba donde estaba, ni la señora que estaba en recepción era la misma. Donde antes llegaba, saludaba y pasaba hasta la cocina, ahora me dicen: «Hola, ¿quién es usted? Espérese un momento que ahora vienen a buscarle». Y dices: “Vale”. A partir de ahí se genera una especie de situación de no estar en tu casa. No pasa nada, está bien, no es una cuestión de egocentrismo, de decir «Uy, no me ha conocido». Qué va, no hablo de eso, hablo de que las personas que hay dentro ya no son las mismas y tienen otra manera de trabajar, de dirigir las cosas. Todo va variando, y tú puedes encajar en el perfil o no. En este caso tenían un contrato sobre de la mesa de muchos años, y dije que no porque había llegado el momento de hacer las cosas de otra manera. También dejé a mi manager, dejo todo eso, decido que quiero trabajar con alguien de una manera mucho más cercana, en lo que todo se pueda solucionar en cinco minutos. Yo ahora mismo llamo a mi mánager, a Mat (Sena Productions) y le digo: «Oye, hacemos esto, ¿lo hacemos ya?» Y me dice: «Sí, vale». Y el «vale» es en serio, lo hacemos ahora, no es aquello de «Bueno, déjame, espera que lo mire, voy a consultarlo, nos reunimos…», no, no, no, qué va. Ahora mismo tengo la suerte de trabajar con un equipo fantástico. Te voy a decir una cosa, a ti porque ya nos conocemos de hace mucho tiempo, pero he accedido a programas de radio a los que yo no había accedido nunca, que son muy complicados acceder, y eso es una cosa que me llama la atención.

 

¿Te refieres a Radio 3?
No, no, no, Radio 3 entiendo que puedo no entrar en ese tipo de target o algo así. No, de lo que es F.M. de radio convencional, donde no es sencillo acceder, y de repente se está consiguiendo. Hay otra manera de hacerlo muchísimo más personal y yo estoy feliz con ellos. Otro ejemplo, las fotos. Las hacemos un domingo por la mañana aquí, precisamente en esta habitación, y el martes ya teníamos elegidas las fotografías del disco, acabado el concepto del álbum. Todo fluye, y lo que tiene es una agilidad acojonante, y en este momento entiendo que de lo único que somos siempre más pobres es de tiempo. Me gusta este punto de decidir las cosas rápidamente. A lo mejor dentro de un mes se me ocurre que quiero grabar una versión de yo que sé qué, y voy a decirles: «Oye, por qué no la colocamos», y me van a decir que genial. La voy a terminar de grabar y en tres horas la tengo en todas las plataformas. Con Warner, con una compañía grande, eso es técnicamente imposible.

 

Aparte de lo que ha pasado con el salto digital en la música, quizá esto otro que has comentado, ¿ha contribuido a matar lo que conocíamos como discográfica, como industria discográfica?
No, la industria lo que ha cometido es un suicidio. No la ha matado nadie, la industria ha cometido un suicidio, claramente.

 

Puedes leer la segunda parte de la entrevista aquí.

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