Relatos, 1, de J. G. Ballard

Autor:

LIBROS

«Un mundo de fantasía pero espeluznante, horriblemente actual»

 

J. G. Ballar
Relatos, 1
ALIANZA EDITORIAL, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Uno tiene la impresión de que la obra de J. G. Ballard se asentará en la historia de la literatura. Es más, que acrecentará su valor, que ya es grande. No estoy hablando solo de la calidad de su prosa, fría y melancólica, ni de la perturbadora trama de sus novelas, sino de que de manera casi aterradora dibujó, hace más de cincuenta años, el mundo en el que estamos viviendo. Como ejemplo, un botón: su primera novela, El mundo sumergido, plantea la posibilidad de un calentamiento global que hace que se derritan los casquetes polares.

Por esa misma época era ya un reputado escritor de cuentos que había alcanzado una soberbia celebridad y era considerado un referente de la nueva ola de la ciencia ficción inglesa. Son esos cuentos los que recoge este primer y extenso volumen —más de setecientas páginas— que abarca su producción entre 1956 y 1963, a la espera de un segundo volumen. Ya en ellos aparece una ciencia ficción que no es mera anticipación futurista, sino que estudia la relación entre naturaleza y tecnología, que se reestructuran mutuamente.

Aparecen, así, vastos y vacíos espacios exteriores, carreteras desoladas, suburbios abandonados y una ambientación decrépita que crea en los protagonistas neurosis y problemas psíquicos. El tono del primer plano es superficial y realista, aunque muchos fondos encierran fuerzas violentas y destructoras.

Hay, claro está, cuentos de valía diversa. Algunos han envejecido mal, otros bien, y otros van cogiendo solera. “La ciudad de concentración”, por ejemplo, habla de territorios con millones de calles en donde se intenta buscar espacio libre para que bajen los precios de las inmobiliarias. En “Cronópolis” el decorado también es la ciudad, con su centro desolado y unos anillos alrededor hiperpoblados, que conectan con sus últimas novelas sobre centros comerciales. En “Bilenio”, las personas viven en cubículos de cuatro metros cuadrados, lo máximo que permite la ley. No me digan que no nos acercamos a todo esto.

Pero, para este cronista, el relato mas destacable es “El hombre subliminal”. Estremecedor, parece que nos estuviera viendo. El tema principal de la obsolescencia programada, pero conectados con él están la desmesura asfáltica de la gran ciudad, los centros comerciales, el consumismo y la publicidad subliminal. El relato, de 1963, parece ser un punto de inflexión, puesto que a partir de él adopta un tono más costumbrista y melancólico que ya no abandonará en alguno de sus relatos posteriores.

Hay también esculturas sónicas, paisajes de Marte con piedras grabadas, se adentra en el mundo de la televisión, presenta maquetas que controlan la ciudad, mezcla a Lovecraft con Los pájaros de Hitchcock. Encontrarán también hombres menguantes, anticipaciones de la realidad virtual, pequeñas novelas de aventuras en el Amazonas con la fuerza de Verne o de Salgari o un genial “Tiempo de paso” en que se plantea la posibilidad de que fuese posible una vida al revés. Un mundo de fantasía pero espeluznante, horriblemente actual.

Anterior crítica de libros: Bolero. El vicio de quererte, de José Javier León.

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