Ramones: Tommy, sabiduría y grito de guerra

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“Sabía darle el soplo metálico al sonido Ramone en el instante preciso”

 

El trío formado por Dee Dee, Joey y Johnny acabó cuando apareció Tommy y se encargó de la batería de los Ramones. Sara Morales nos cuenta cuál fue su papel en la banda.

 

 

Texto: SARA MORALES.

 

 

No había ninguna duda. En junio de 1974, a los pocos meses de haber comenzado a dar vida a los Ramones, Johnny, Joey y Dee Dee tuvieron claro que Tommy debía ser el cuarto miembro de la familia. Amigo de Johnny desde los años de instituto, junto a él había creado una banda de garaje llamada Tangerine Puppets influida por la música de Bo Diddley que, aunque no trascendió de la escena local, sirvió para solidificar una relación entre ambos que no mucho más tarde daría sus mejores frutos.

En aquellos primeros pasos de los Ramones como trío, Dee Dee no terminaba de sentirse cómodo compatibilizando el bajo y la voz principal; además, Joey reclamaba constantemente el papel de vocalista y “frontman”, pues siempre supo que su sitio estaba ante el micrófono y no sentado a la batería. Por eso, que Tommy se ofreciera como batería, no solo trajo consigo el orden de roles definitivo en la banda, sino también un impulso de profesionalidad y rigor que traía a sus espaldas este joven multiinstrumentista conocedor de las formas y fondos de sus nuevos compañeros.

Casi desde el primer momento, Tommy había contribuido en tareas de promoción repartiendo por la calle folletos y trípticos informativos sobre la banda, convenciendo a los dueños de las salas para una primera oportunidad en directo y controlando la mesa de sonido desde la trastienda en los primeros ensayos. Sin darse cuenta se había convertido en un pseudo representante o persona de confianza para el grupo, con el plus de que albergaba conocimientos musicales de vital importancia para ellos en aquel momento. Así que no había más que hablar, él era la persona adecuada para poner el latido rítmico de los Ramones a golpe de baqueta.

 

La experiencia es un grado

Nació en Budapest (Hungría) el 29 de enero de 1949 como Tamás Erdélyi, pero a sus siete años su familia emigró a Estados Unidos instalándose en el barrio neoyorquino de Forest Hills donde radica el origen de la leyenda Ramone. Durante su infancia y adolescencia compatibilizó los estudios con diferentes escuelas de música en las que desarrolló una temprana habilidad con múltiples instrumentos, además de una resuelta predisposición a indagar en el manejo del sonido a través de la tecnología. De esta manera, Tommy terminaría convirtiéndose en experto de audio, técnico de grabación y un virtuoso a la mesa de mezclas que lo llevarían directo a ejercer también de co-productor en varios discos de los Ramones.

De los cuatro «hermanos» él era el más experimentado, el que poseía una formación musical más amplia y completa. Y es que su vida laboral, antes de ser reclutado por la banda, estuvo siempre dirigida hacia la música y todas sus vertientes. Trabajó en una productora discográfica y también en los estudios Record Plant de Manhattan como asistente de sonido para artistas como el pianista de jazz fusión Herbie Hancock, John McLaughlin e incluso Jimi Hendrix en aquella etapa de Band of Gypsys.

Gracias a todos estos empleos consiguió hacerse con unos ahorros para alquilar a medias con su colega Monte Melnick un local de ensayo que bautizaron con el nombre de Performance Studio en el que, además, ofrecían la posibilidad de grabar singles y discos a bajo coste. Jamás imaginó que aquel lugar llegaría a convertirse en uno de los epicentros del punk y base de operaciones de decenas de bandas de una escena que acababa de nacer para terminar constituyéndose como un hito en la historia de la música. Allí se grabaron algunas de las primeras maquetas de Blondie; allí unos recién nacidos Ramones irían a ensayar una tarde invitados por el propio Tommy que sentía curiosidad por escuchar la nueva banda de su viejo amigo Johnny; allí fue donde el grupo daría su primer concierto el 30 de marzo de 1974 ante apenas treinta personas.

 

Ritmo en la sala

Aunque aquel directo resultó ser un auténtico desastre por la inexperiencia del todavía trío y la escasa afluencia de público, simbolizó un momento cardinal para la carrera de los Ramones por dos motivos. El primero de ellos la consciencia, gracias a los sabios consejos de Tommy, de que era imprescindible intercambiar los papeles: Dee Dee debía pasar a encargarse únicamente del bajo y Joey tenía que dejar la batería para convertirse en vocalista. El segundo fue que el propio Tommy al quedar prendado del sonido volcánico que desprendían, vislumbró en ellos un gran potencial, un sinfín de posibilidades y decidió seguirles la pista contribuyendo en su crecimiento como banda desde dentro. Fue en este momento cuando decidió ayudarles con las labores de promoción y publicidad para, unos meses después, debutar como el nuevo batería de los Ramones en el primer concierto del grupo en el CBGB, el 16 de agosto de 1974.

Había confiado en ellos desde fuera y, ya como un miembro más adoptando el sobrenombre de Tommy, siempre defendió la idea de que juntos estaban dando forma a algo único y novedoso nunca visto hasta entonces en los parámetros musicales. Una apuesta por las melodías pegadizas y aceleradas, en un constante rescate del rock de los cincuenta con contundentes tomas de un garage que jugueteaba a ser pop.

 

 

Como batería siempre destacó por su pulso espídico y rabioso respaldando a sus tres hermanos con percusiones – vertiginosas a veces, otras más naif- desde atrás. Sabía darle el soplo metálico al sonido Ramone en el instante preciso. Y la potencia de sus tambores y platos sonó más potente que nunca en el primer disco que la banda lanzó al mercado en 1976, «Ramones». Para aquel debut Tommy también contribuyó en la producción junto a Craig Leon, pero además aportó como escritor y compositor la inolvidable ‘I wanna be your boyfriend’ y uno de los temas capitales de la banda: ‘Blitzkrieg Bop’. Una oda metamusical dedicada al público y al fenómeno fan que trata sobre la excitación y el énfasis de ver a tu grupo preferido en directo, unas mieles que ellos mismos parecía que ya empezaban a saborear desde el escenario.

 

 

 

Detrás, pero siempre presente

El grado de mimetización con las intenciones sonoras de los Ramones, de las cuales él fue gran artífice, le llevó a consolidarse como co-productor en varios de los grandes discos de la banda.
Además del primer álbum, produjo junto a Tony Bongiovi el segundo y el tercero, «Leave home» y «Rocket to Russia» (ambos de 1977); y también, solo que esta vez compartiendo tarea con Ed Stasium, el cuarto trabajo publicado en 1978, «Road to ruin» .

Aquel mismo año Tommy, que además de su función como batería había estado trabajando concienzudamente para lanzar al mercado aquel recopilatorio de temas de la banda en directo, «It’s alive», llegó a la conclusión de que su lugar estaba definitivamente tras la mesa de mezclas. Fue después de la gira de este disco cuando anunció que dejaba el grupo.

Sus formas elegantes, leales y en pro de la camaradería que él mismo había propiciado en el seno de la banda, lograron que su decisión se asumiera sin enfrentamientos ni acritud por parte del resto de miembros, aunque sí con tristeza. La intención, además, era seguir colaborando con los Ramones desde la realización y la organización en un segundo plano. Sin embargo esto no llegaría a producirse hasta 1984 con la grabación del octavo álbum del grupo, «Too tough to die», porque mientras tanto el incisivo Phil Spector y otros líderes de la producción ocuparían su silla.

Como batería de los Ramones, «Rocket to Russia» (1977) fue su último disco. Y tras dejar el grupo desapareció de la escena pública radicalmente, aunque continuó dedicándose a la música durante toda su vida hasta su muerte a los 65 años el 11 de junio de 2014.

Una vida sencilla, desde la sombra, alejada de los focos, tal y como siempre había buscado, que solo interrumpió con su aparición en la gala celebrada en marzo de 2002 para conmemorar que los Ramones ingresaban en el Rock & Roll Hall of Fame. Aquel fue un reencuentro extraño para la banda desde que se disolviera en 1996: Joey había muerto hacía un año, Dee Dee parecía otra persona y fallecería unos meses después, Johnny (el único que fue vestido al estilo Ramone) apenas se dirigía la palabra con el resto y Marky, batería sustituto, andaba inmerso en su nueva carrera. Tommy, por su parte, sorprendía a todos los presentes, incluyendo a sus propios ex compañeros y a la prensa, por su aspecto envejecido pero rebosante de plenitud, orgullo y entusiasmo. Y una vez más ante los flashes, aunque esta vez revestido de arrugas, volvió a entonar aquel grito de guerra que creó para los Ramones y para todos sus feligreses de ayer, de hoy y de mañana: “Hey ho! Let’s go”.

 

 

Anterior entrega de Ramones: Johnny, el motor racional.

 

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