Perros negros, de Óscar Avendaño y Reposado

Autor:

DISCOS

«Uno de los discos importantes del año en cuanto a rock facturado en castellano»

 

Óscar Avendaño y Reposado
Perros Negros
MILANA MÚSICA

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

El catálogo que se ha montado Milana Música en poco tiempo es de esos que quitan el hipo. Para conocer el inicio de todo debemos irnos hasta Campo y piedras, disco que Milana —el grupo— editaba en 2014. En el centro del meollo estaba Aritz Sertucha, un músico coruñés ubicado en Extremadura. Tras publicar en 2019 Vientos solitarios de Los Eternos, en 2020 el Norteamericana aquí de Luis Moro, y ya este año Cuando suba el río, de su propio proyecto personal grabado junto a Hendrik Röver & Los Míticos GTs, Sertucha —o sea, Milana Música— hace lo propio ahora con lo nuevo de Óscar Avendaño y Reposado, y anuncia los fichajes para la escudería de The Kleejoss Band, Uncle Sal, Toni Monserrat o Schizophrenic Spacers. Casi nada.

Pero, como decía aquel, a lo que vamos. Óscar Avendaño tiene nuevo disco, entre comillas, con uno de sus proyectos personales. Ya lo hemos disfrutado junto a Los Profesionales, junto a los Míticos Gts y con ese maná celestial rockero que son The Bo Derek’s. Ahora recupera a Reposado, banda con la que publicó Burro en 2015, y que integran junto a él Andrés Cunha al bajo y Mauro Comesaña a la batería, para sacarse de la manga el que desde ya es uno de los discos importantes del año en cuanto a rock facturado en castellano. Solo hay que dejar caer la aguja en el primer tema, “Jacksonville”, para darse cuenta que esto es muy serio. Y es que nos encontramos ante un auténtico hit por el que ya vale la pena pagar el precio de todo el disco. Y pensar que hay nueve temas más te hace sonreír, y empezar a marcarte un air guitar, con el paso del pato de Chuck Berry en mitad de tu comedor.

Grabado en Muriedas, en los GuitarTown Estudios de Hendrik Röver, todas sus canciones se impregnan del que ya es un sonido característico del rock de este país, el que le imprime a todo el cántabro-alemán y que a algunos nos tiene absolutamente fascinados. “Pudridero” es resultona, con algo de ritmo de western de serie B, “Los chicos” es más rural, más yanqui, y “Entre el cielo y la miseria” es el encuentro entre ZZ Top y el blues de Chicago. El respiro de la intensidad es “Aves migratorias”, con Avendaño demostrando que puede también provocar sensaciones sin pisar el acelerador constantemente. Por ello alarga la calma con la instrumental y fugaz “Laguna del Norte”, para que “El camino” no devuelva… al camino. Americana a medio tiempo para que con “Las bestias” vuelva la intensidad, y de qué manera. Slides psicodélicos, lap steel, ritmo constante siempre a punto de estallar. Quizá en cuanto a sonido el tema más extraño del disco. Aunque no entiendan eso como desubicado, porque encaja en el puzle de Perros negros a la perfección.

“Casas rotas” vuelve a apelar a los sentimientos más profundos con cierto deje a la parte más austera de la carrera de Quique González. Cierra “Arde el mundo” ¡a toda leche! Si vamos a anunciar que la cosa se acaba, no vamos a hacerlo calmaditos y pausados. Un tema que parece hecho para los tiempos que corren, pero que guarda una contradicción. Y es que este disco se grabó hace mucho tiempo. Mucho antes de toda esta historia de la pandemia, de hecho, se registró ¡en 2016! Los proyectos paralelos de sus miembros en bandas como las ya citadas, The Soul Jacket o Siniestro Total, lo habían retrasado hasta que Milana convenció a Avendaño de la necesidad de su publicación. Una cosa más que agradecerle a una discográfica que solo nos da buenas noticias. Lo dicho, un disco grande.

Anterior crítica de discos: Glowing in the dark, de Django Django.

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