Òscar Briz: Un poco de rock suave

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«Para escuchar a un grupo español de rock americano, me pongo a los Black Crowes. Ninguno va a llegar a su nivel, igual que ningún músico americano tocará nunca flamenco como se hace aquí.»

Con “L’estiu”, su sexto álbum, el veterano cantautor rock de L’Alcudia (Valencia)
regresa a sonoridades anglosajonas y apuesta por la distribución gratuita, ya que el CD se adjunta con el número de septiembre de la revista “Enderrock”. Eduardo Guillot charla con un músico que, más allá de tontos prejuicios lingüísticos, hay que conocer.


Texto: EDUARDO GUILLOT.
Foto: ENRIC MURILLO.


Nunca lo ha ocultado, y su pasado en diversas bandas rock (Coda, Banderas de Mayo, The Beat Dealers) le delataba: Òscar Briz se crió al arrullo de la música popular anglosajona. Por eso no es extraño encontrar en “L’estiu” (La Casa Calba), su sexto álbum, ecos soft rock, folk ensoñador y sonoridades acústicas. Briz asume más que nunca en su nuevo CD su condición de songwriter, de artesano de la canción, reduciendo la composición a su esencia melódica y salpicándola de sencillos y evocadores arreglos. El resultado es, probablemente, el mejor disco de su carrera.

¿Por qué has decidido distribuir “L’estiu” de manera gratuita?
Quería romper con la dinámica anterior. Ya no daba más de sí, teniendo en cuenta lo mal que está la industria musical. Este es un disco especial, con el que cumplo un viejo deseo. Cuando sacas un CD con un sello, apenas puedes regalarlo a los amigos, porque te cuesta siete u ocho euros cada copia. Así, vamos a regalar todos los que queramos. Y es una acción promocional positiva. Si «Enderrock» imprime diez mil ejemplares, significa que, al menos, unas ocho mil personas tendrán un CD mío.

¿Para dar el paso era necesario recurrir a la autogestión? Ningún sello saca un CD para regalarlo.

Era obligatorio, sí, aunque La Casa Calba se ha unido al proyecto. Era un disco fácil de grabar, porque no necesitaba mucha gente, y me resultaba más estimulante hacerlo así.

¿Se puede conseguir sin comprar la revista?
La Casa Calba ha hecho una edición de quinientos ejemplares para sacar a la venta, que es más completa, con carpeta doble y letras. Ya se encuentra disponible.

Frente a las referencias jazz y sudamericanas de anteriores trabajos, esta vez el sonido es de raigambre claramente anglosajona.
En “Asincronia” ya se notaba. Y este disco, como dices, cae nuevamente en la tentación. Después de veinticinco años haciendo canciones, puede que sea un proceso cíclico. Busco evitar el aburrimiento. Y no puedo negar que tengo influencia anglosajona, en todas sus vertientes.

Incluso recuperas el inglés (que usaste en The Beat Dealers) en una frase de la canción ‘La palla i el grà’.
En ‘Tirar a matar’ (de “Quart creixent”, 2006) ya había una, aunque no hablaba yo, era un sampler de Michael Parenti. Pero bueno, es algo lógico por mi convivencia cotidiana. Como profesor de idiomas, hablo a diario valenciano, castellano e inglés.

El grueso de la grabación se realizó en Manchester. ¿Por qué?
Tony García, con quien ya había trabajado, estaba en Futureworks haciendo un curso de ProTools y me comentó que aprovecháramos para ir. No tenía intención de grabar tan pronto, pero era el momento adecuado, y me permitía hacer el disco como quería: de una manera sencilla, sin mover demasiada gente ni necesidad de un gran presupuesto. Nos fuimos y grabamos en tres días. A partir de ahí, no añadimos mucho, porque la columna vertebral del disco debían ser la guitarra y las voces.

Suena a soft rock. ¿Lo admites?
No descartaría esa denominación. Evidentemente, el disco es muy suave. Tenía claro que quería abandonar la guitarra eléctrica, porque es un instrumento muy identificado con la música anglosajona. Aunque la acústica también… Una manera de hacer nuestro el sonido era usar la guitarra clásica española, que es la base del disco y el instrumento que uso en directo.

Además, hay una canción titulada ‘JT’ que es un homenaje a James Taylor, uno de los grandes cultivadores del género.
Es un referente del sonido acústico americano. Me gusta, pero nunca he sido un gran fan suyo. Le vi el año pasado en directo. Tiene talento en lo que hace y me gustó su actitud en directo. Asistí al concierto, al día siguiente me puse a tocar en casa, y salió la canción, como si estuviera flotando en el aire.

También hay reminiscencias del Neil Young acústico, Kevin Ayers o incluso Nick Drake. ¿Estás de acuerdo?
Los tres han sido importantes en diferentes épocas de mi vida, no puedo negar su influencia, aunque de manera inconsciente. La música de los años de formación siempre resurge de alguna forma, pero hay muchas cosas acústicas de los últimos años que me encantan.

¿Por ejemplo?
Bon Iver. O Ray Lamontagne, que tiene discos muy potentes. Ethan Jones, su productor, también hizo “Heartbreaker” (2000), que para mí es el mejor disco de Ryan Adams. Sabe captar muy bien ese punto en que la canción respira, sin elementos superfluos. La voz y la guitarra tienen espacio, y eso permite que la voz reverbere y cree una emoción que no da la abundancia de instrumentos.

Personalmente, ‘Carolina dins d’un pou’ me recuerda ‘By this river’, de Brian Eno. ¿Alguna conexión?
¿Ah, sí? Es curioso… A los quince años, yo tenía “Before and after science” (1977), el LP donde está ese tema. En un momento en que en el grupo necesitábamos dinero para instrumentos, decidimos vender discos para conseguirlo. En mi lote estaba ese. Nunca vi los instrumentos ni recuperé los discos.

“L’estiu” es luminoso, veraniego desde el mismo título. ¿Intentas asociar musicalmente la costa californiana con la mediterránea?
Todos hemos establecido alguna vez esa relación, sobre todo por el clima. Musicalmente, he intentado traer la esencia de su sonido acústico a mi terreno. Por eso he usado cuerdas de nailon. Y también hay que tener en cuenta las voces. Si hablamos de California, allí había gente como Crosby, Stills, Nash & Young, que han dado siempre una importancia capital a las armonías vocales, algo que también hemos hecho en “L’estiu”.

Otra conexión local es la adaptación de ‘Font serena de la llibertat’, un poema de Vicent Andrés Estelles.
No puedes mimetizar al cien por cien lo que hacen los otros. Para escuchar a un grupo español de rock americano, me pongo a los Black Crowes. Ninguno va a llegar a su nivel, igual que ningún músico americano tocará nunca flamenco como se hace aquí. Se trata de buscar una voz propia, y en mi caso, eso empieza por la lengua que hablo todos los días de forma natural. Y, a nivel instrumental, por conciliar la herencia anglosajona con el paisaje y el lugar donde vivo.

¿Cómo surgió?
Hacer una versión es dejar de hablar de tus cosas y de ser quien eres. ‘Font serena de la llibertat’ había aparecido en versión maqueta en la recopilación “Ja arriba el tren republicà”. En el CD hay otro tema anterior, ‘Angelet innocent’, un encargo del fanzine Malalletra, que sacó un número dedicado al sueño y me pidió un tema. Ambos han sido regrabados.

¿Es “L’estiu” tu disco más artesanal?
Es artesano porque lo podría haber hecho en casa perfectamente. Tenía muy claro el concepto: Una sola toma de guitarra. Las canciones están muy arpegiadas, y si hay un solo, está incluido dentro del arpegio, no se ha grabado en otra pista. Ese concepto se mantuvo todo el disco. Y luego, el trabajo con las voces.

PRESENCIA MÚLTIPLE
Está siendo un año ajetreado para Òscar Briz, que la pasada primavera editaba “Hotel Paraíso”, un disco compartido con la cantante Cristina Blasco. “Estoy muy satisfecho del directo que hacemos. Cristina tiene mucha fuerza, es una cantante que se cree el personaje y lo interpreta cada vez mejor. El espectáculo está por explotar, y podría mantenerse durante dos o tres años”. Lo que no sabe es si tendrá continuidad discográfica. “En realidad, es un proyecto en el que el disco es algo complementario. El espectáculo es lo importante. Lo que ocurre es que, cuando se acaba, la gente se acerca y pregunta si tenemos el disco, y entonces se lo ofrecemos. Pero no tiene la fuerza del directo, porque no incluye los monólogos de Cristina ni su presencia escénica o el vestuario. Tampoco la interacción entre ambos que se produce en el escenario. Como compositor, me parece muy interesante pasar a segundo plano y centrarme en el instrumento y en la parte compositiva. Es muy sano poner en marcha proyectos con otra gente”.

En la recámara espera la edición de un disco en directo grabado a finales de marzo, como colofón de la gira BarnaSants, y en el que participaron músicos de todas las formaciones con las que ha girado en los últimos años. Y, por si fuera poco, el sello castellonense No Tomorrow recuperó recientemente ‘Never surrender’ (The Beat Dealers) en uno de los singles editados con motivo de su aniversario. “Fue una sorpresa. Hacía diez años que no teníamos contacto. Cuando estaba grabando ‘Asincronia’, recibí una llamada de Javi Ordóñez contándome el proyecto de la colección de singles y acepté encantado. Creo que es un buen ejemplo de power pop enérgico y vitalista”.


Desde aquí puedes acceder a la web de Òscar Briz.

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