“Montemarte”, de Toulouse

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DISCOS

“Pop bien mesurado, de la estirpe que nace en los sesenta, que pasa por las telas del corazón con verdadero lirismo, suavemente épico y con guitarreos y arreglos cuidados”

 

toulouse-montemarte-20-02-17

Toulouse
“Montemarte”
BORA BORA

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Son muy poco fértiles los chicos de Toulouse. Este año se cumplen diez justo de su primera maqueta y únicamente nos han dejado dos elepés y un puñado de epés; pero todo lo sucintos que son, lo compensan por la delicadeza, la precisión melancólica y el nervio de sus canciones. En este “Montemarte” hay un claro ir más allá que en su primer disco largo –“Serendipia”, de 2013– al dar mayor juego a la electrónica y teñir de tintes más oscuros una estética que se definía anteriormente por la claridad.

En el fondo, se trata de pop bien mesurado, de la estirpe que nace en los sesenta, que pasa por las telas del corazón con verdadero lirismo, suavemente épico y con guitarreos y arreglos cuidados. En mayor o menor medida, las once canciones beben de esto, y la presentada hace meses como single –‘El amor a veces miedo’– aúna una voz y una melodía que empiezan recordando a sus paisanos Los Ángeles, para poco a poco ir elevando la consistencia sentimental de sus palabras hasta una densidad instrumental sobrecogedora. De hecho, abundan estos finales obsesivos que se pueden observar también en ‘El capitán’.

De la misma manera, el riff sólido en ‘Despedida de soltero’ dota a la canción de una extraña mezcla de fuerza y melancolía, y esta última sensación se despliega intensa en esa pequeña miniatura cercana al pop sinfónico que es ‘Me encontré contigo’ o en ese aroma lejano a Décima Víctima que impregna ‘Sierra Nevada’ o en los paisajes brumosos de ‘Mudanzas, cariño’. Y todo ello se acaba concentrando en la meritoria ‘El ocaso del fracaso’, una historia de decepciones que toma –curiosamente muchos grupos con disco reciente lo hacen– como referente a la infancia.

Se podría afirmar que en la piel el trío de Granada puede recordar a grupos punteros como Lori Meyers, incluso Love of Lesbian o The Killers, su sonido envolvente se asemeja al de estos tres grandes, pero la pulpa, lo que las canciones hacen sentir y saborear, es mucho más jugosa y dulce. Sus letras, son casi un monográfico sobre el amor, encandilan y presentan el dolor o la nostalgia con un toque de amarga dulzura.  Y así, persisten más tiempo en el sentimiento y en el regusto de la memoria.

Anterior crítica de discos: “Potencialmente infinitos”, de Yo, Estratosférico.

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