Lidia Damunt: Sentimientos encontrados

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“Para mis canciones en solitario me apetecía estar realmente sola, a mi aire. Y explotar al máximo las posibilidades de una voz y una guitarra”

 

Aficancada en Suecia, la compositora murciana Lidia Damunt acaba de publicar “Telepatía”, su primer disco de canciones nuevas en cinco años, en el que vuelve al “esqueleto” y las desnuda a guitarra y voz. Una entrevista de Eduardo Tébar.

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

23 minutos. Es la duración de “Telepatía”, primer disco con canciones propias de Lidia Damunt en cinco años, publicado en vinilo de diez pulgadas por el exquisito sello Austrohúngaro. Menos es más, y esta murciana residente en Suecia lo sabe. Después de la experiencia eléctrica con el dúo Hidrogenesse en “Vigila el fuego” (2012) y del nada convencional trabajo de versiones en “Gramola” (2014), Damunt vuelve al aparato básico: guitarra, voz y ya. Un esquematismo que basta a la cantautora de La Manga para modelar pequeños camafeos de pop perfecto. El arte del arpegio mágico, la melodía inspirada y las palabras justas en el microrrelato.

Han pasado dos décadas de sus grabaciones playeras en un cuatro pistas al frente de Hello Cuca, tentáculo –no politizado– del fenómeno Riot Grrrl en el sureste. Tiempos de independencia real y “hazlo tú mismo”, autoeditadas en la etiqueta Rompepistas. Y de punk de chicas en letras crípticas: ‘Hay una fiesta’ ha quedado como himno en miniatura, que son los mejores himnos. Entre vivencias con los Make Up de Ian Svenonius y conciertos con Le Tigre, Lidia abocetaba en el fanzine “Miau!” un feminismo ahora clamoroso en temas como ‘La caja’, punzante crítica al patriarcado. Muy lejos de las viñetas fumadas de ardillas aventureras con la que inició su carrera solista con “En la isla de las bufandas” (2008). “Es un tema que me rondaba la cabeza desde hace mucho. Hice cambios de repertorio a pocas semanas de grabar el disco. Dos semanas antes me salió esta canción. Se puede decir que me salió del alma. Sé que muchas feministas y amigas mías no están de acuerdo con esto, pero es lo que yo pienso”, refiere.

Una reflexión. Proliferan los libros que glosan a las mujeres del rock, pero escasea un análisis sobre los conceptos de Kathleen Hanna o las Bratmobile, artistas a las que Lidia Damunt admiró en su juventud. “Existe machismo en general. En la sociedad, en todo. En la música se refleja también. Es un poco rollo que algunos periodistas, mujeres y hombres, solo vayan a buscarte para hacerte preguntas de feminismo y sociología. A mí nunca me han hecho caso en algunos medios y, de repente, me escriben con toda la prisa del mundo para hacerme tres preguntas sobre algún tema relacionado con mujeres y rock. Cuestiones como qué me parece que en este festival haya una zona solo para chicas. Si la prensa quiere ser feminista, que se tome en serio nuestra música. Y que no se acuerden de nosotras solo cuando se habla de la mujer en el rock”.

 

 

Con sus relámpagos y ondulaciones, Lidia Damunt hace diana en cada pieza de “Telepatía”. Resulta certera, como la flecha lanzada con puntería. Esa que, cuando alcanza al oyente, produce un alumbramiento: la satisfacción de leer la historieta del cómic bajo una nueva luz. Son las cosas de Lidia en 23 minutos. “Se puede decir que para hacer este disco he hecho dos antes”, reconoce sobre la criba. “Suelo componer canciones; voy quitando y haciendo nuevas. Siempre me gusta olvidarme un poco de todo y volver a empezar”. Sin embargo, se ha desahogado con la guitarra eléctrica en Malmö, donde formó Arre! Arre!, banda de punk surf con la que en 2015 lanzó el álbum “A​.​T​.​T​.​A​.​C​.​K.”. Lo ha dejado tras dos años (“Sentía que empezaba a aburrirme y prefiero abandonar antes de estar haciendo algo sólo por rutina”). Lidia también gestiona su sello, Tormina Records. “Después de grabar ‘Gramola’ me puse a tope con Arre! Arre!, y he tenido temporadas de apenas coger la guitarra acústica ni pensar en mis canciones. Me he pasado más de un año obsesionada con la bici. Prácticamente no hacía otra cosa. Me sirve para empezar luego un poco de cero. Necesito esa sensación”. ¿El resultado? Escuchen ‘Rueda conmigo’, trotón alegato ciclista, a golpe de pandereta en el tobillo, que incluso ha inspirado un grabado de Carlos Ballesteros (Hidrogenesse).

“Este disco me apetecía hacerlo así, más acústico”, medita. “En ‘Vigila el fuego’ y ‘Gramola’ grabé con una banda. Esta vez quería volver al esqueleto. Quizás porque he estado más de dos años con Arre! Arre!, un grupo de rock. Para mis canciones en solitario me apetecía estar realmente sola, a mi aire. Y explotar al máximo las posibilidades de una voz y una guitarra”. Y fue una grabación exprés, ¡cuatro días! En el estudio de José María Rosillo en Madrid. “Fue muy cansado pero muy bien. Me encanta que sea así: intenso, sin parar ni un minuto. Y después vuelvo a casa con mi disco y ya hago otra cosa. Empecé tan a saco que al segundo día comencé a tener problemas de voz. Llevaba dos meses ensayando mucho en Suecia, afilando las canciones a tope para luego, en cuatro días, dejarlo todo clavado. Y claro, iba ya con la voz un poco cansada. La perdí totalmente en el estudio cuando me faltaba el estribillo de ‘Quién puede arreglar’. Y sólo nos quedaba un día para grabar porque el siguiente ya eran mezclas”.

 

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Precisamente, en ‘Quién puede arreglar’ aparece Teresa Iturrioz, cantante de Single. Un capricho de la, por otro lado, poco mitómana Lidia Damunt. “Siempre he admirado muchísimo a Teresa Iturrioz. Soy súper fan de Single y me daba muchísimo corte preguntarle, pero lo hice. Le propuse pasarse por el estudio ese mismo día a grabar. Vino y en seguida le puse una maqueta de la canción que tenía yo en el móvil. La escuchó un par de veces y al poco ya estaba grabando. Todo esto en una hora. Es una profesional como la copa de un pino. Y su voz, una maravilla. Cuando yo grabo voces, estoy ahí haciendo aspavientos con los brazos y parezco un molino loco. Tendrías que haber visto a Teresa grabando voces. Todo armonía, paz. ¡Una maravilla!”.

Otra canción capital es ‘Bolleras como tú’, quizá el episodio sentimental más abierto desde la deliciosa ‘Perdóname’ en 2009. ¿Evolución hacia textos explícitos? “No ha sido algo planeado, simplemente me va saliendo así. En mis inicios prefería decir todo de una manera un poco encriptada. Ahora soy más directa, a veces un poco macarra, pero es que me sale así”. Con una portada inquietante de Elena Éper y en su prodigiosa brevedad, “Telepatía” hace grandes los recuerdos pequeños. La amiga con la que doblaba películas y conoció los porros (‘Cambiábamos la historia); la cavilación de amor y tecnología (‘Tu teléfono’); el juego con el precepto de Woody Guthrie (“Mi guitarra es una máquina de matar tiempo”, manifiesta en ‘Mi guitarra’). “He tocado bastante con Arre! Arre! En Suecia. Es divertido, pero solo a veces. Otras me parece que el rock and roll es absurdo, y que es todo como repetir siempre la misma canción. Tengo sentimientos encontrados”.

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