Latidos y culebras, de María Guadaña

Autor:

DISCOS

«Desde el ímpetu cuando quiere y desde la mesura cuando le viene en gana, con pasajes que danzan entre el rock y el folclore»

 

María Guadaña
Latidos y culebras
Happy Place Records, 2022

 

Texto: SARA MORALES.

 

Desde la venganza y también desde la complacencia; pero jamás desde el conformismo. María Guadaña utiliza tantos registros como precisa cada momento, cada experiencia, y no tiene reparos en tirar de ellos para mostrarlos tal cual son. Ni con la mala uva (seguro que con razón) de “Preto”, ni con la condescendencia de “Al viento”. Todas estas caras son ella y, ya de paso, también nosotros. Sus aristas, son las nuestras; sus estados anímicos, los nuestros; su montaña rusa emocional, también la nuestra… ¿O es que alguien se ha convertido ya en un témpano de hielo perfecto, lineal y equilibrado todo el día y a todas horas?

La transparencia y la visceralidad que rezuma este segundo trabajo de la compositora jienense, tras su debut en 2019 con Remedios paganos, nos lleva a confirmar que su nervio es su arma. Un carácter fuerte y decidido el que transmite de nuevo en este repertorio, desde el ímpetu cuando quiere y desde la mesura cuando le viene en gana, con pasajes que danzan entre el rock y el folclore. Y mientras sientes las destemplanzas del norte o las sudadas del sur, su firmeza y su severidad vocal son tan directas que hacen de la música que crea, y de sus palabras, toda una instrucción de pasión y vocación en estos siete escenarios que ya son canciones.

Hay agallas en este trabajo. Y valentía, empuje y coraje para hablar en él, de esta forma tan descarnada y voraz, sobre desengaño, perdón, euforia, dolor, recuperación del aliento y remontada. Y si “Trinidad” invita a bailar pegados en un vals que le canta al desencanto, “Caballero” se deshace de ataduras para plantarle cara al mismo, de un modo resuelto pero también divertidamente insolente. Aires de brujería rebosan en este Latidos y culebras, empoderado al máximo a través de la cañera “Amanece alimaña” y con aires de reivindicación necesaria desde “Plañidera”, posiblemente la composición más completa y empática del disco. Un disco que llega con los labios pintados de negro y mucho genio.

Anterior crítica de discos: Animal, de Lump.

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