Las mejores portadas del rock: It’s a Beautiful Day, «It’s a Beautiful Day»

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«LaFlamme quería algo que tuviera que ver con el nombre del grupo, con su ansia de libertad, que fuese positivo, que recordase a la soleada California, que pareciese un sueño inocente. Así de necesitados estaban de luz en sus vidas»

 

El debut del grupo californiano It’s a Beautiful Day es uno de los álbumes históricos del Verano del Amor. Su deliciosa portada, guarda varias historias que Xavier Valiño desvela.

 

 

Una sección de XAVIER VALIÑO.

 

 

Diseño: Globe Propaganda (George Hunter).
Ilustrador: Kent Hollister.
Fotografía: Bruce Steinberg.
Fecha de edición: 1969.
Discográfica: Columbia.

Parece mentira, pero una intrascendente conversación sobre el tiempo puede derivar en una portada para el recuerdo. Al menos eso fue lo que sucedió con el debut de It’s a Beautiful Day, uno de los grupos que mejor supo combinar rock, jazz, música clásica, folk y sonidos de distintas partes del mundo a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando grabaron sus cuatro álbumes más recordados.

Por supuesto que ver el camino despejado o un día radiante ayuda. Las condiciones en las que vivió la banda sus primeros meses de existencia les llevaba a anhelar cualquiera de esas situaciones, algo que entonces casi les parecía una utopía. Y ello a pesar de que se les identificó desde sus inicios con el Verano del Amor de 1967 en San Francisco y de que tenían conexiones con otros grupos que lograron mayor éxito, como Jefferson Airplane, Moby Grape, Grateful Dead o Santana.

 

El caso es que en 1967 David LaFlamme, un violinista que había pasado por formaciones como Utah Sympohny Orchestra y Orkustra, montó esperanzado una nueva banda con la ayuda de su mujer Linda en los teclados y otros cuatro componentes: Pattie Santos (vocalista), Hal Wagenet (guitarrista), Mitchell Holman (bajista) y Val Fuentes (baterista).

Sin embargo, los primeros meses fueron especialmente duros porque su manager, Matthew Katz, no les dejaba tocar en la zona de San Francisco asegurándoles que no estaban todavía preparados. A cambio les buscó algunos conciertos en Seattle, por lo que el grupo se marchó a vivir a la ciudad, ocupando el ático de una vivienda del mánager, en el que componían y ensayaban esperando una mejor oportunidad.

Seattle es conocida por ser una de las ciudades más grises y lluviosas de Norteamérica, lo que también influyó en el ánimo del grupo. Dos elementos decisivos para el grupo nacerían de esa experiencia. El primero, su nombre. Después de varios días sin ver la luz del sol, por fin gozaron de un día despejado. Tras salir de aquel ático a disfrutar del día, Linda le dijo a su marido: “It’s a beautiful day” (“Hace un día hermoso”). Se miraron y decidieron que ya tenían nombre para la banda. Así de sencillo.

El segundo elemento clave fue su canción más recordada, ‘White bird’ (Pájaro blanco), que aparecería en su debut. Según David LaFlamme, “Lo de ‘White bird’ vino de… Éramos como pájaros enjaulados en aquel ático. No teníamos dinero, no teníamos transporte, el clima era horroroso. Nos daban una ración muy escasa de comida. Desde luego, fue toda una experiencia, aunque también muy creativa”.

De vuelta en San Francisco, nada podía ir a peor. Empezaron teloneando a Cream, pronto ganaron algo de dinero y fueron distanciándose de aquel mánager. Con las canciones compuestas durante su penoso retiro en Seattle grabaron su primer álbum, un disco producido por su líder, David LaFlamme. Los títulos de alguno de aquellos temas parecían indicar un ansia de tiempos mejores o de escapar a algún lugar distinto: ‘Hot summer day’ (Día caluroso de verano), ‘Bombay calling’ (Bombay llamando), ‘Bulgaria’ o ‘Time is’ (El tiempo es).

También la cubierta de ese disco debía marcar distancia con su complicado pasado, abriendo la mirada hacia algo más luminoso. David LaFlamme quería algo que tuviera que ver con el nombre del grupo (que coincidía con el título del disco), con su ansia de libertad, que fuese positivo, que recordase a la soleada California, que pareciese un sueño inocente. Así de necesitados estaban de luz en sus vidas.

Para traducir esa idea contaron con George Hunter, quien era el responsable de la compañía Globe Propaganda. Además de su trabajo como diseñador y fabricante de muebles, a George Hunter se le recuerda por ser el líder de la banda The Charlatans. El grupo americano (nada que ver con la banda británica de las dos últimas décadas que sigue en activo) se formó en el verano de 1964.

Su principal promotor fue el propio Hunter, un estudiante de arquitectura que no sabía tocar ningún instrumento, pero que quería formar una banda de rock a toda costa y que, según un periódico local, “tenía el pelo tan largo que hacía que The Beatles parecieran hombres del Gobierno”. Con él en el grupo, The Charlatans apenas editaron nada, aunque algunas canciones del periodo que va de 1965 a 1968, y en las que Hunter canta y toca la cítara y la pandereta, aparecieron en el recopilatorio «The amazing Charlatans», editado años después.

El grupo hizo de su estilo de vestir un elemento identificativo, ya que utilizaban ropas de finales del siglo XIX, como si fuesen dandies victorianos o pistoleros del Lejano Oeste, algo que pronto imitaron los jóvenes de San Francisco más relacionados con la emergente contracultura hippie. También se les recuerda como el primer grupo de rock ácido, ya que antes de su primera actuación en Nevada los miembros de la banda tomaron LSD, aunque su sonido no sea representativo de lo que se dio en llamar rock ácido.

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Otro elemento decisivo en la imagen del grupo fueron sus carteles, en los que participó activamente George Hunter como diseñador. En junio de 1965, The Charlatans dieron una serie de conciertos durante seis semanas en el Red Dog Saloon de Virginia City, Nevada, en los que se les unió en ocasiones la camarera Lynne Hughes cantando. Para promocionarlos, George Hunter, con la colaboración de Mike Ferguson, hizo un poster conocido como «La semilla» y que es considerado el primer cartel del rock psicodélico. Su influencia sería clara en otros autores del arte psicodélico como Rick Griffin, Victor Moscoso, Stanley Mouse, Wes Wilson o Alton Kelley.

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El grupo se separó en 1968 por vez primera y, cuando se reunieron a los pocos meses, Hunter ya no estaba con ellos. En aquellas semanas había decidido dedicarse por completo al diseño, trabajando en portadas como las de «Happy trails» y «Shady grove» (Quicksilver Messenger Service, 1969), «Hallelujah» (Canned Heat, 1969), el debut homónimo de Sopwith Camel (1967) y el primer disco de sus antiguos compañeros The Charlatans en 1969.

 

De todas, la más recordada es la que hizo para el debut de It’s a Beautiful Day. La portada fue diseñada por George Hunter y pintada por Kent Hollister. Según ha reconocido Hunter, para la ilustración se inspiró en un anuncio que encontró en una revista de principios del siglo XX dedicada a las cuestiones del hogar. Siempre aseguró que era una reproducción exacta, aunque nadie ha podido ver nunca ese anuncio. En cambio, sí que es más fácil comprobar su parecido con una obra de Maxfield Parrish titulada «Mountain ecstasy» [en la imagen superior].

Parrish fue uno de los artistas más queridos de Estados Unidos que trabajaron en la Edad de Oro de la Ilustración estadounidense. Alcanzó un gran renombre artístico y fue muy elogiado por la crítica durante su vida. Su prolífica obra ha sido reproducida en libros, calendarios, publicidad y medios de comunicación durante generaciones. Sus cuadros e ilustraciones siempre utilizaban una yuxtaposición única de colores luminiscentes, dibujos de gran realismo fotográfico e imágenes románticas que cautivaban a sus espectadores.

En 1905, Parrish conoció a Susan Lewin, una joven de 16 años de edad contratada como niñera para su hijo Dillwyn. Su imagen aparece con frecuencia en las pinturas de esta época hasta bien entrada la década de los años veinte. Con el tiempo, Susan se convirtió en ayudante de Parrish y, finalmente, en su amante, por lo que su esposa acabó dejándolo en 1911. Susan permaneció al lado del pintor otros cincuenta años.

El trabajo de Maxfield Parrish fue muy apreciado por sus coetáneos, hasta el punto de que en 1920 uno de cada cuatro hogares estadounidenses tenía alguno de sus dibujos colgando en las paredes de sus hogares. En una encuesta realizada en 1925, los estadounidenses indicaron que Van Gogh, Cezanne y Parrish eran los tres artistas más grandes de todos los tiempos. Durante las siguientes décadas se ha mantenido la fascinación por su obra y sus imágenes de fantasía.

Al tomar como modelo el dibujo de Parrish, Hunter buscaba representar aquella frase que había dado origen al nombre del grupo y al de su debut, It’s a Beautiful Day. De ahí que utilizaran esa imagen de una chica en lo alto de una roca cerca de las nubes, dejándose bañar por la poderosa luz del sol y con sus cabellos mecidos por una suave brisa, para la que Parrish supuestamente tomó a Susan Lewin como modelo.

En la parte inferior derecha colocaron el logotipo del sello Columbia, aunque en una vieja versión para mantener la unidad de imagen antigua de la carátula. A la izquierda de este situaron el logotipo de la compañía de Hunter, Globe Propaganda. La tipografía que se utilizó para el nombre del grupo, y que serviría de inspiración para otras portadas de la época psicodélica, fue hecha directamente sobre una fotografía de la ilustración. Según Hunter, en este caso la tomó de una antigua partitura musical de la canción ‘My daddy knows’ que empleaba las letras redondeadas de color amarillo sobre un fondo azul oscuro.

Aquel cuadro que se convirtió en la portada fue puesto a la venta en una subasta por su ilustrador, Kent Hollister. George Hunter le pidió que lo retirase y este accedió antes de que se celebrase la puja. De todas formas, Hollister lo guardó en su casa y, cuando su casero quiso recuperar el alquiler impagado de varios meses, se la llevó consigo. No se había vuelto a saber nada de ella hasta que hace unos meses un tal Jim McKee aseguró que tenía el cuadro; según él, su padre se lo habría dado en herencia.

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El resto de las fotografías del disco fueron hechas por Bruce Steinberg, autor de casi cien portadas de la época para artistas como Hot Tuna, Taj Mahal, Jefferson Airplane, Janis Joplin o David LaFlamme en solitario. Así, en la contraportada se puede ver a una gaviota sobrevolando los créditos del álbum y en el interior un retrato del sexteto a contraluz. Steinberg, que también es músico, tocó la armónica en una de las canciones del álbum, ‘Hot summer day’.

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En 1972, la reedición holandesa del disco incorporó una portada alternativa que daba cuenta también de un «hermoso día», con una escena de una playa bastante más vulgar que la original. Sin embargo, merece la pena reparar en otra de las obras de Hunter. En la portada del disco «Happy trails» de Quicksilver Messenger Service aparece una chica despidiendo a un jinete a caballo sospechosamente parecida a la de la portada de It’s a Beautiful Day. Si el modelo de ambas fue un dibujo de Maxfield Parrish, ¿podríamos concluir que su amante Susan Lewin acabó apareciendo en la cubierta de un par de discos de rock?

Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: Aphex Twin, “Come to daddy”.

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