Las canciones que engrandecen a Javier Ruibal

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Días después de que Javier Ruibal reciba el Premio Nacional de Música, el escritor Luis García Gil –autor de “Javier Ruibal, más al sur de la quimera”– selecciona y contextualiza parte de las canciones que le han traído hasta aquí.

 

Selección y texto: LUIS GARCÍA GIL.

 

1. ‘Tierra’ (“Cuerpo celeste”, Ariola, 1986).
Esta canción, hecha de raíz y suelo, abría “Cuerpo celeste”, segundo disco de Ruibal, grabado en 1986, tras el casi secreto Duna. Joya telúrica, poderosa, con versos de arte menor y esa manera de Ruibal de incorporar las huellas flamencas a su personalidad juglaresca, absolutamente intransferible dentro del ámbito de la canción de autor. “Amo tu suelo/ cuerpo celeste/ amo tu piel/ cal viva y fuego/ sales y fuentes/ yermo y edén”. Tierra se la hemos escuchado al cantaor gaditano David Palomar que grabaría con Ruibal ‘Cine Macario’ en el disco “Quédate conmigo”.

 

2. ‘¡Ay Pelao!’  (“Cuerpo celeste”, Ariola, 1986).
Hay un Ruibal que también es fabulador, callejero, lenguaraz y narrativo. La historia de ‘¡Ay Pelao!’ tiene que ver también con los mundos marginales de Sabina, con la Mandrágora, con la complicidad musical de las noches madrileñas de los ochenta. “El Muelas con el Pelao/ se apalancan en la esquina/ cantando por Los Chunguitos/ no sé de qué de la heroína/ El Pelao a la guitarra/ y el Muelas por alegrías/ y no hay más arte en el mundo/ que en la puerta Galerías…”. Ruibal atento a las voces de la calle, a los desheredados de la urbe solitaria que cantan y su mal espantan, guitarra al hombro, en busca de un golpe de suerte o de fama televisiva que nunca habrá de llegar. El Pelao y el Muelas podían haber salido de un relato de Fernando Quiñones, de aquel maravilloso «El coro a dos voces», por ejemplo. Otro clásico de «Cuerpo celeste» que luego volvería a recuperar para Pensión Triana y para su disco celebratorio 35 aniversario. No existe versión completa en Youtube, pero sí este pequeño extracto con Kiko Veneno, grabado para su disco de 35 aniversario.

 

3. ‘La rosa azul de Alejandría’ (“La piel de Sara”, Ariola, 1989).
“Por más que la nombraba/ yo no entendía/ ella buscaba la rosa de Alejandría”. La utopía según Ruibal. Todo un bellísimo manifiesto lírico y amoroso de ensoñación. Lo mejor de Ruibal impregna esta maravillosa y palpitante canción: la huella de la poesía arábigo–andaluza, el fértil territorio de la canción de autor, los ecos del rock andaluz, las tonalidades flamencas. Esta canción formó parte del disco “La piel de Sara” con el que Ruibal clausuraba los años ochenta. Sonará con fuerza –y ya como clásico – en su eminente Pensión Triana.

 

4. ‘La boda’ (“La piel de Sara”, Ariola, 1989).
Rumor de vasos y borrachos, de ceremonia febril. Otra joya de “La piel de Sara”. Con esa capacidad de Ruibal de alumbrar lo cotidiano, la memoria gitana a través de un casamiento. Versos de arte menor, musicalidad exquisita y el consabido lirismo del portuense para describir pictóricamente a esa gitana casadera que dulcemente se peina: “Brillo de caoba/ regalo de la luz/ se peina muy despacio/ la gitana/ Hay un rompeolas en su vientre feliz/ Reposa su cabeza en la ventana…”. Este disco no se encuentra en Spotify, pero en Youtube hay una versión a medias con Martirio.

 

5. ‘La flor de Estambul’ (“Pensión Triana”, Discos Lollipop, 1997).
“Debutó en París/ la flor de Estambul/ comenzó a bailar/ y todo se quedó en silencio/ Luz en tornasol/ purpura y añil/ de su mano alada/ hasta la gracia de su pecho…”. Una de las grandes canciones del repertorio de Javier Ruibal que suena en su emblemático Pensión Triana, uno de sus discos más celebrados. Ruibal halla en el compositor francés Erik Satie una revelación musical. A partir de su gnossienne número 1 construye el relato de una danzarina que burló su suerte. Ruibal otorga a la música de Satie un destino inesperado en las antípodas del cineasta Louis Malle que eligió a Satie para enmarcar melancólicamente su desalentadora “Fuego fatuo”. Ruibal encuentra en el músico impresionista francés un motivo de inspiración. Milagrosamente es como si ‘La flor de Estambul’ estuviera aguardando a Satie para fundirse con la voz melodiosa de Ruibal. El portuense volverá al compositor francés en La más soñada que grabará en su disco sinfónico.

 

6. ‘Pensión Triana’ (“Pensión Triana”, Discos Lollipop, 1997).
Da título al que posiblemente sea su mejor disco, donde Ruibal reúne lo mejor de cada casa: Chano Domínguez al piano, Jorge Pardo al saxo, John Parsons a la guitarra eléctrica, Antonio Toledo a la guitarra acústica, Marcelo Fuentes al bajo, Carlos Carli a la batería, Luis Dulzaides y Guillermo McGill a la percusión y las voces de Gemma Corredera y Martirio. “Pensión Triana” es parte de esa literatura que mora en las pensiones, en los cuartos clandestinos donde el deseo se colaba entre las sábanas, donde se aguarda el turno para derramarse en dormitorios febriles de infumable decoración. Ruibal trenza la memoria habitada de un tiempo huido en otra de sus grandes canciones, de las más representativas de su libro de estilo. A la manera de aquella casita blanca de Serrat –que también clausuró la autoridad – Ruibal otorga a la pensión Triana el valor de un símbolo, el despertar carnal de la inocencia, la luz con el tiempo dentro. Habrá segunda parte –con fondo desencantado – titulada Los huérfanos de la Pensión Triana que aparecerá en el disco “Quédate conmigo”. Aquí encontramos una versión en directo.

 

7. ‘Tanguito’ (“Pensión Triana”, Discos Lollipop, 1997).
Culminación del mayúsculo “Pensión Triana”. Una canción excepcional en el cancionero de Ruibal por su aproximación a un personaje que pudiera resultar ajeno a su universo sonoro, aunque en las fuentes musicales del portuense se crucen Camarón con Jimi Hendrix, flamenco y rock. Tanguito traza un particular homenaje a José Alberto Iglesias Tanguito, figura clave del rock argentino, aura maldita incluida: “Tu eterno mal de amores/ tu corazón de peso pluma/ pateando Recoleta y Flores/ era un derroche tu locura/ ¡ay Tanguito!…”. Ruibal aproxima su cante de ida y vuelta a la geografía porteña. Y no está de más escuchar la canción mientras nos envolvemos en la magnífica biografía de Tanguito que escribiera Victor Pintos.

 

8. ‘Por tu amor me duele el aire’ (“Contrabando”, PDI, 1997).
En 1997 Javier Ruibal graba uno de sus mejores discos titulado Contrabando que precede a Las damas primero. En “Contrabando” incluye ‘Por tu amor me duele el aire’ con la que su cancionero se abraza a la poesía de Federico García Lorca. Una canción deslumbrante, sutilísima en su manera de dialogar con los versos del poeta granadino. El neopopularismo de Lorca conecta con la propia poesía de Ruibal: “Ay, qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!”. Búsquese también la versión que grabó la cantautora colombiana Marta Gómez. Y póngase en conexión con Sueño, otro hermoso poema cantado de Ruibal, en este caso de su paisano Rafael Alberti.

 

9. ‘Toito Cai lo traigo andao’ (“Las damas primero”, 18 Chulos, 2001).
La carnalidad en la mirada, el viajero mestizo y fronterizo que mira al naufrago del Sahara, el cantor del deseo que tiene nombre de mujer, es hijo también de paisajes marcadamente andaluces que recorren su obra. Cádiz, en toda su extensión, es también geografía inequívoca del cantor. ‘Toito Cai lo traigo andao es otra proclamación amorosa. El poeta sublima los goces del enamoramiento. “¡Ay! que me importa a mí el levante/ si nos vamos por la orilla/ yo vivo el sueño del navegante/ y sueño que te llevo la sombrilla…”. La canción forma parte de “Las damas primero” grabado en 2001. El uruguayo Jorge Drexler, muy próximo a Ruibal, haría también su versión de esta canción.

 

10. ‘Para llevarte a vivir’ (“Lo que me dice tu boca”, 2005).
Incluida en “Lo que me dice tu boca”, disco grabado en directo en 2005 con la presencia cercana y fiel del gran Tito Alcedo. Ruibal oficia en buena parte de su cancionero de vibrante poeta amoroso que sabe que la verdadera patria tiene mucho que ver con el amor. Para llevarte a vivir es uno de los mejores ejemplos de exposición del tópico amoroso con esa referencia al laúd que conecta a Ruibal con la poesía andalusí de un Ibn Quzman, por citar un ejemplo: “El sur que te prometí/ tiene al sur otra frontera/ las cuerdas de mi laúd/ siguen buscando la luz/ más al sur de la quimera/ Tengo una playa desierta/ y una calesa en la puerta/ para lucirme a tu vera”. Canción de versos octosílabos, de fluencia, ritmo y melodías irreprochables. Uno de los clásicos de su repertorio.

 

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