La Semana Bizarra 5 – 12 de febrero de 2008

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Lo que son las cosas, va la prensa y desvela que Carla Bruni, flamante señora de Sarkozy y primera dama de Francia, no duerme en el palacio del Elíseo, sino en la cama de su propia casa y que, además, por el momento no tiene intención de trasladarse. Todas las tardes, Sarko acude al domicilio de Bruni para pasar un rato con ella. Como se podrá imaginar el amable lector, estos asuntillos conyugales como que nos dan exactamente igual, pero quizás confirmen esa teoría que circula entre la población (el populacho, vaya) de que detrás de esta pareja no hay más que un acuerdo comercial. Lo cual, para qué vamos a engañarles, también nos importa tres pitos.

Sujetadores, camisetas, vestidos, faldas, tops y guitarras de Shakira están siendo subastados por (socorrido argumento) «una buena causa»: Ayudar en la creación de una escuela en Colombia. Todo esto, hasta completar 40 «preciados objetos», está a la venta desde el pasado viernes en Ebay. Todo estupendo, pero cabe preguntarse, Shakira, con la pasta que tienes –la semana pasada se supo que es una de las principales cantantes mundiales en volumen de ingresos–, por qué no das el dinero que cuesta montar la escuela y así no tienes que subastar tus sujetadores.

Brian May, guitarrista y compositor de Queen, se ha ganado el premio al bizarro metrosexual de la semana al declarar que desconocía que Freddy Mercury fuera homosexual: «A partir de los años 80 Freddy comenzó a traer hombres a los camerinos, pero a la vez eran muchas las mujeres que pasaban la noche con él en nuestras giras. Parecía lo que ahora se denomina un metrosexual: Se preocupaba por su ropa, su pelo, su piel. Además, era el más tímido de todos nosotros». Al final, resulta que May era un tipo un tanto despistado…

Parchís se reunió para un homenaje en el programa «Muévete», del canal mejicano Televisa. 22 años después de la separación, allí estaba el quinteto original. También se habla del posible regreso de Parchís a la actividad… Pero, hombre, dejémonos de gaitas, que todos estamos muy mayores.

Al final, Amy Winehouse no pudo viajar a la gala de los Grammy (esos premios «tan prestigiosos», según los medios generalistas. Ay, qué risa) por sus conocidos problemas legales para entrar en Estados Unidos, pero la siguió por satélite desde Inglaterra y, como el morbo está de moda, arrasó llevándose unos cuantos Grammys, que no gramos…

 

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