La Música de El Mundano: Aún colea la teoría de la Larga Cola

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La Música de El Mundano: Aún colea la teoría de la Larga ColaUna sección de ADRIAN VOGEL.

Un periodista desinformado es un arma de destrucción masiva. Y lo es mucho más si colabora en un medio de gran difusión, de los que crean opinión. Viene esto a cuento porque de repente unas líneas de López Palacios resucitan la teoría de la Larga Cola de Chris Anderson, editor de Wired: “Demanda, haberla, hayla. Pero en pequeño. Es la teoría de la larga cola: en vez de vender un millón de copias de un único disco es rentable vender 1.000 copias de 1.000 álbumes distintos.” De entrada la interpretación que hace de la teoría es errónea porque la aplica al mundo “físico” y Anderson, cuando desarrolló el concepto en 2004, se refería a las pautas de los modelos de negocios digitales. Y ya de paso también se carga las economías de escala: una empresa reduce sus costes de producción por unidad cuantas más unidades vende de un producto. Y esto tiene un reflejo en el margen. Imagino que el reportero ha confundido el mercado de nichos con la teoría de la Larga Cola.

He de confesar que nunca fui un devoto de lo que afirmaba el responsable de la revista tecnológica más influyente del planeta. Me parecía bastante utópico y no estaba fundamentado con demasiados datos. Pero cualquiera se atrevía a poner en duda a la Biblia de las nuevas tecnologías. La teoría se propagó. Era la buena nueva del nuevo mundo. El futuro del negocio digital pasaba por poder almacenar y tener existencias de productos de pocas ventas.

Lo primero que no me convencía era que el mundo digital y sus hábitos de consumo fuesen distintos a los del mundo “real”. A fin de cuentas los compradores somos humanos, sea en una tienda o en un entorno virtual (a veces tan similar a la venta por correo o catalogo).

Mencionar un clásico como el Statistical Forecasting for Inventory Control de Robert Goodell Brown (1956, MacGraw Hill) no era nada “cool”. Básicamente el libro describe la importancia de la distribución logarítmica-normal como método de análisis. Sus planteamientos resultan más realistas que los de Anderson.

A principios del año pasado empezaron a conocerse los primeros indicios de que algo fallaba. Quino Fernández recogió en su blog que la teoría de la Larga Cola no funcionaba en Youtube. Preguntado al respecto el Sr. Anderson contestaba (en actitud que le honra) que podría ser por la gratuidad del servicio que ofrece el gigante de los vídeos en Internet y añadía que al estudio le faltaban datos para ser validado. Mmm…

A principios de noviembre del 2008 en la Telco 2.0 la Larga Cola daba sus últimos coletazos. Un grupo, liderado por el economista Will Page (responsable financiero de la MCPS-RPS Alliance), daban a conocer un estudio basado en las ventas digitales de música. Y los resultados demostraban que todo funcionaba como en las tiendas. Sólo un 20% de las canciones venden al menos una copia. El 80% restante no vende nada. Son 10.4 millones de obras sobre un total de 13. El 3% de los temas “activos” (los del veinte por ciento que mueven al menos una descarga) representan el ochenta por ciento de los ingresos. Este tres por ciento son aproximadamente 52.000 canciones. Lo sorprendente es que equivalen a 4.000 CDs, exactamente la media de discos que se encuentran en una tienda inglesa (país donde se ha realizado el estudio). Y solamente 40 temas vendieron más de 100 mil unidades, representando el 8% del negocio. Esto en cuanto al mercado del “single”. Los datos para los álbumes son similares. Sobre un total de 1.23 millones sólo se vendieron 173 mil. El 85% no vendió nada en un año.

El propio Chris Anderson tuvo que reconocer –con reparos– un mes después en The Times que quizás su Larga Cola no tenía ya tan larga vida.

Medio año después, esta semana, me vuelvo a encontrar con el asunto. Un amigo, músico por más señas, me rebate unos argumentos con la teoría de Wired. Es obvio que había leído el periódico. Y como él miles más.

No quisiera terminar sin una reflexión, fruto de la conversación mencionada (en la que también participó Antonio Cambronero). Y es sobre cuando “compartir es egoísta”. Es obvio que si la grabación es de tu propiedad puedes hacer con ella lo que quieras. Regalarla en Internet, por ejemplo. Pero conviene hacer números para no perjudicar a terceros. Porque existe el lucro cesante por las ventas no realizadas, los derechos conexos, etc. El ejemplo es fácil: Si vendes 400 CDs a digamos 10 € facturas 4.000. A repartir entre los que forman la cadena de valor. Si regalas las descargas y consigues 8.000, podríamos establecer la equivalencia de 12 pistas por CD. El resultado serían 666 discos. Poco más de un 65% de los 400 que has vendido. Pero sin ingresos. Sin que circule dinero. No se crea “riqueza”. Es a lo que me refiero que a veces “compartir es egoísta”.

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