James Dean Bradfield: «Pisar un escenario sin Manic Street Preachers se me haría demasiado duro»

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«Cuando pasas de los cincuenta, te miras al espejo y sabes que hay ciertas verdades»

 

Paralelamente a su carrera al frente de Manic Street Preachers, con los que prepara un nuevo disco, James Dean Bradfield continúa asfaltando su carre(te)ra solista con un tercer álbum titulado Even in exile. Carlos Pérez de Ziriza habla con él.

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Foto: S MARK GUBB.

 

A estas alturas, James Dean Bradfield no necesita presentaciones. Todos sabemos —o deberíamos saber— que es la cara más visible de los Manic Street Preachers. Su vocalista y compositor principal. Pero lo que no es tan conocida es su intermitente carrera en solitario, de la que el reciente Even in exile (MontyRay, 2020) es su tercer capítulo: un álbum basado en la obra del músico y escritor chileno Víctor Jara (1932-1973), compuesto a medias con el poeta (también galés) Patrick Jones, que se aleja conscientemente del camino tradicionalmente recorrido por los Manics. Él mismo nos lo cuenta en una larga e interesantísima charla por Zoom, que se extiende también a cuestiones como los héroes de la adolescencia, la óptica vital —muy distinta, claro — desde la que se ven las cosas superada la mediana edad, la problemática del baqueteado National Health Service británico o la situación de desventaja mediática de los músicos galeses.

 

La obra de Víctor Jara es lo que inspira y alimenta este disco. ¿Crees que su mensaje sigue igual de vigente?
Creo que la música de Víctor Jara, en primer lugar, nunca ha perdido su reflejo en diferentes generaciones de músicos, a través de décadas distintitas y sorteando las barreras idiomáticas. Fueron cantadas el año pasado por una nueva generación de jóvenes en las calles de Santiago de Chile. Y es extraño ver a gente tan joven cantando canciones tan viejas, al menos eso no lo ves en Gran Bretaña. Que estas canciones aún enseñen cosas a la gente cuando tiene que protestar contra algo es un anuncio duradero sobre cómo viaja esta música en el tiempo y en el espacio, y cómo le habla directamente a la gente joven. Es un mensaje muy ideológico, él nunca ocultó que acabaría siendo como un mártir comunista, pero siempre comunicó de una forma muy bonita a través de su música. Lleno de humanidad, de ternura, nunca demasiado dogmático ni atragantándose en la garganta de la gente. Cuando cantaba sobre sus ambiciones para Chile, en realidad estaba cantando para todo el mundo, universalmente. Esa forma de cantar tan inclusiva es muy importante hoy en día, porque ahora hay tanta gente dentro de la izquierda luchando entre sí, que emplean la misma energía en luchar entre ellos que en combatir a la derecha. Eso me resulta muy desagradable, que no necesites un enemigo externo para tener una excusa para pelearte con alguien. No olvidemos que el gobierno en Chile empezó a fallar porque su coalición de gobierno empezó a mostrar sus diferencias. Debes intentar escuchar las opiniones de la gente, pero mantenerte fiel a tus propias ideas, y al mismo tiempo tener un espíritu de compromiso y ternura en tu corazón. Eso hará que tu mensaje viaje en el tiempo y conecte con diferentes generaciones.

 

¿Crees que en la izquierda hay un impulso fratricida, incluso en tu país, que no hace más que ponerle las cosas muy fáciles a la derecha y a la extrema derecha?
¿Una tendencia fratricida? Jajaja. Bueno, también los tories han sufrido grandes divisiones en su seno cuando afrontaban la cuestión europea. No es exclusivo de la derecha o de la izquierda. En este momento es más frecuente en la izquierda, aunque históricamente no siempre ha sido así. Y es algo que te excluye del deseo de ejercer ningún poder o influencia… si no puedes ponerte de acuerdo con los que están de tu lado, ¿cómo puedes esperar que la gente te vote?

 

¿Cuándo descubriste a Víctor Jara?
La primera vez que oí hablar de él fue al escuchar “Washington bullets”, una canción de The Clash sobre cómo la CIA y los presidentes de los EEUU determinan la política norteamericana desde Washington. Estaba en Sandinista (1980). Es una de las muchas que me marcaron de muy joven. Escuchas una canción de los The The de Matt Johnson, o de U2, o de los Clash o de Public Enemy, y cualquier referencia se te queda grabada. Supe por primera vez de Lorca cuando escuché “Spanish bombs” de The Clash. Me interesé por Jean Paul Sartre tras escuchar su nombre en una canción de The The. Ser adolescente, leer el NME y escuchar a todas estas bandas, era muy guay porque eran grupos que siempre estaban escribiendo sobre otra gente, de forma que educaban al fan, y a zoquetes como yo nos servían para investigar los nombres que mencionaban en sus canciones.

 

¿Es cierto que Mermaid Avenue, el disco —en dos entregas— que grabaron Wilco y Billy Bragg sobre canciones de Woody Guthrie, te sirvió de modelo?
Lo usé como una luz que me guio, pero la mecánica de este disco es ligeramente distinta, porque ellos pusieron música a letras de Guthrie que habían sobrevivido, que es algo así como grabar con él, aunque él no estuviera presente, por decirlo de alguna manera, y aquí todas las canciones las hemos escrito entre Patrick Jones y yo, excepto una. Lo que me interesaba de Mermaid Avenue es que, aunque ellos utilizaran los textos de Guthrie, no dejaban de ser ellos mismos. Me interesaba recrear el espíritu de alguien que ya no está a través de tu propia música. Billy Bragg sigue sonando como Billy Bragg en ese disco, aunque cante las letras de otro. Wilco siguen sonando como una banda del medio oeste norteamericano, aunque también canten letras de Woody Guthrie. Eso me motivó: está muy bien seguir siendo tú mismo sobre el material de otro. Porque, claro, yo ni soy chileno ni hablo español, soy galés… y no hay nada malo en tener un punto de vista externo sobre una cultura que incluso te puede resultar ajena, o sobre otra vida. Eso es algo que Billy Bragg y Wilco hicieron muy bien.

 

«Víctor Jara era como un eco que siempre volvía a mi vida»

 

¿Cómo fue el trabajo con el poeta Patrick Jones, quien además es hermano de Nicky Wire, vuestro bajista en los Manics?
Patrick es poeta y dramaturgo, ha publicado un montón de libros y ha puesto en marcha muchas obras de teatro, en Gales y en Londres. Nos conocemos desde críos, yo he tocado en su casa un montón de veces, pero nunca habíamos escrito nada juntos. Él siempre me descubre libros de poesía, textos para obras, y hace tres años me mostró cosas que había escrito sobre Víctor Jara. Prosa y poesía. De todo. Le pregunté por qué le había dado por escribir sobre Jara y me contestó que lo hacía como un ejercicio de escritura, que había escuchado muchos discos suyos y eso le había inspirado. También estaba pasando por un periodo duro de su vida y pensó que le vendría bien para oxigenarse. Yo le dije: «Si no vas a publicarlo, ¿te importa si le pongo música?». Y accedió. Terminó siendo un álbum. Tanto Bruce Springsteen como Calexico han hecho versiones de Jara, para mí era algo familiar, aparte de todos los músicos que me introdujeron en su obra a través de sus menciones. Víctor Jara era como un eco que siempre volvía a mi vida, por un motivo o por otro. Por canciones y por películas como Desaparecido (Costa Gavras, 1982), y los textos de Patrick (Jones) eran buenísimos. Estuvo muy bien escribir sobre alguien que tenía un corazón político puro, que parecía tan buena persona. Me fascinó su música, más que nada. No sabía mucho sobre él en los ochenta, porque entonces no era tan fácil conseguir sus discos.

 

Comentas que Patrick Jones no estaba pasando una buena época en lo personal, y en una entrevista reciente en el New Musical Express explicas que tanto él como Nicky habían perdido a su madre y tenían a su padre muy enfermo, y que eso te llevó a tener largas conversaciones con tu padre, sobre asuntos de lo que nunca habías hablado. Supongo que esa sintonía personal, de sobrepasar la mediana edad y ver cómo tus mayores se van muriendo, y necesitar dejar una marca duradera, un legado, también ayudó para la elaboración del disco.
Sí, llegas a una edad en la que todo lo que haces tiene que tener más significancia, al menos lo sientes así. Podría decirse que yo ya he pasado la crisis de la mediana edad, aún soy un tipo casado y no me he hecho tatuajes ni nada por el estilo [risas], pero entiendo lo que dices. Tienes plena conciencia de que no eres indestructible, no hay tiempo para engañarse sobre nada. Cuando pasas de los cincuenta, te miras en el espejo y sabes que hay ciertas verdades. Empiezas a perder a gente a la que quieres, y el mundo en el que vives empieza a cambiar. Puede que todo eso me haya influido para echar la vista atrás e investigar sobre la vida de Víctor Jara. Es bonito ver que hay cosas que, pese al paso del tiempo, de las décadas, aún te emocionan, como es el caso. Te da cierta confianza asegurarte de que algo que viene de hace tanto tiempo puede dejar una marca tan profunda en un cínico viejo cabrón como soy yo.

 

 

También da la impresión de que la paleta de sonidos que manejas es más amplia que en los discos de tu banda. Como si hubieras estado escuchando rock progresivo, ambient… son canciones de construcciones más complejas.
Es muy diferente. A Manic Street Preachers siempre nos ha influido el post punk, y mucho rock clásico. La gente dice que hacemos muchos himnos. Crecimos en una cultura de grandes singles, en esa tradición, ya fuera el “God save the Queen” de los Sex Pistols o el “Complete control” de The Clash o el “Fight the power” de Public Enemy o incluso el “Sweet child o’mine” de Guns N’ Roses [risas], la tradición del gran single de rock and roll ha estado siempre ahí. Pero con un disco como Even in exile no me tuve que preocupar por escribir ningún single. No debo preocuparme por si son canciones que suenan en la radio. Y sí, hay cosas de rock progresivo que me han influido, como Man, una vieja banda galesa, o los Pink Floyd de su era intermedia, o el Moving pictures (1981) de Rush… tengo muchos de esos discos. Tengo una forma de pensar muy simple [risas], porque cuando estaba inmerso en el trabajo para el disco, que surge casi todo de material facturado entre 1967 y 1973, fue cuando me metí de lleno en esas referencias del rock progresivo. El año 1973 es muy significativo porque es cuando asesinan a Víctor Jara, y tener todo el rato el 1973 en mente, ese número en mi cabeza, que es como el horario de máxima audiencia del rock progresivo, me ayudó a meterme de lleno en esa música, que no es a priori la que más me gusta.

 

¿Planeas llevar este disco al directo, si es posible?
No, no creo que sea posible. Y me resulta difícil separar esa experiencia de los Manic Street Preachers, una banda en la que llevo desde los quince años. En el estudio puedo acostumbrarme a la idea de estar haciendo un álbum en solitario, sabiendo que voy a volver con la banda, pero pisar un escenario sin ellos se me haría demasiado duro. Fuimos compañeros de colegio desde 1985, hemos utilizado la casa de mis padres como local de ensayo cuando éramos unos chavales, acumulamos mucha experiencia juntos, y subir a un escenario con otros músicos sería un proceso muy complicado.

 

¿Estáis trabajando en un disco nuevo?
Sí, ayer tuvimos nuestro primer encuentro en el estudio desde que llegó el confinamiento. He estado antes en Europa grabando un par de sesiones acústicas. Tenemos unas seis canciones ya perfiladas en este momento, y aunque aún no sé qué forma va a cobrar el disco, lo estamos disfrutando.

 

El 4 de diciembre tenéis programado un concierto a modo de homenaje al National Health Service, en el Arena Cardiff. En España tenemos muy interiorizada la idea de que nuestros sanitarios deberían ser tratados menos como héroes (que es algo que está muy bien) y más como trabajadores debidamente remunerados por su trabajo, muchas veces realizado en condiciones lamentables. ¿Compartes esa idea respecto a la situación en Reino Unido?
Tienes razón, pero son tratados como héroes también porque no están bien pagados, no al menos en relación al riesgo que comporta su profesión, sobre todo estos últimos meses. Son héroes por la forma en la que su trabajo está económicamente infravalorado, y creo que ellos preferirían, sin duda, cobrar un salario acorde antes que ser tratados como héroes, en eso tienes razón. Pero en ausencia de esa compensación, de ese reconocimiento económico que deberían tener, me parece justo que se les llame héroes. Pero no solo a ellos, también a quienes educan a nuestros hijos, y a todos los servicios de emergencia. Los profesores también deberían estar mejor pagados. Su trabajo es importantísimo, tan importante como el de los médicos. Respondiendo a tu pregunta, seguramente ellos estén aburridos de que les consideren héroes, pero es lógico que ocurra mientras su trabajo siga mal pagado.

 

Hace poco entrevisté a Tom Rees, de Buzzard, Buzzard, Buzzard, también galeses, y le comentaba que siempre he tenido la impresión de que bandas como vosotros, o Catatonia o Super Furry Animals, siempre lo habéis tenido más difícil para demostrar que podíais ser igual de cool que cualquier banda de Londres, Manchester o Glasgow. Como si os vierais obligados a consolidar carreras más largas para ganaros el respeto de la prensa. ¿Crees que ha sido así?
Reino Unido es un país extraño, en muchos aspectos. Tienes a Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales, pero los medios siempre han estado muy centralizados y eso ha favorecido a las bandas inglesas. Están geográficamente más cerca, y eso hace que los medios no sean del todo imparciales. Nosotros luchamos contra esa desigualdad, especialmente a principios de los noventa. Cuando publicamos Motorcycle emptiness (1992), que se editó como single en toda Europa, nos generó popularidad en España, sobre todo en Alemania, también en Suecia, Noruega, Finlandia… pero la reacción no era la misma en Gran Bretaña. Creo que la Europa continental nos dio mucha confianza en nuestros primeros tiempos, sobre todo a la hora de decirnos lo buena que era esa canción. A la prensa inglesa no le entusiasmó, y es una de nuestras canciones más conocidas en todo el mundo. Europa valoró nuestro trabajo antes que Londres. Siempre se ha percibido Gales como una tierra postindustrial, llena de minas de carbón, mierda y campos. Lo que también es cierto, y eso es lo que hace que sea un gran lugar [risas]. Me gustan las industrias pesadas, que forjan la identidad de la gente y gratifican su trabajo, y me encanta el campo. Mucha gente miraba por encima del hombro el idioma galés, y nuestra tradición industrial, y que tuviéramos montones de vertederos, todas esas cosas que a mí me gustan. Fue extraño al principio; bandas como nosotros, Catatonia, Super Furry Animals o Stereophonics cambiaron la percepción que muchos medios tenían de Gales, pero tuvimos que derribar algunas barreras a principios de los noventa, sin duda. Había una ligera intolerancia hacia nosotros en la forma en que algunos periodistas escribían. Optamos por ignorarlo, porque los hechos ya se encargarían de demostrar que estaban equivocados.

 

 

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