“It’s a crush!”, de The Unfinished Sympathy

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DISCOS

“La primera banda española en grabar nunca con John Peel vuelve a despachar un álbum que es pura fibra”

 

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The Unfinished Sympathy
“It’s a crush!”
BCORE

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

Batallaron a conciencia durante una década en las que nos dejaron discos tan proteicos (y tan explícitos en su lógica intención por ganarse el jornal gracias a su trabajo: esa quimera) como “An investment in logistics” (2003), “Rock for food” (2004) o “Avida dollars” (2009). Encarnaron el eslabón más versátil y comercial (sin connotación peyorativa alguna) de esa escuela post hardcore y emocore catalana cuyo inicio bien podría cifrarse en Corn Flakes, su desarrollo en Aina, Madee o Half Foot Outside y su lógica descendencia en proyectos posteriores como Nueva Vulcano (primero) o Cala Vento (después). Ahora, tras ocho años de mutismo en los que tanto Eric Fuentes como Joan Colomo han ido dando rienda suelta a su creatividad en solitario, vuelven con un sexto álbum que mantiene intactas todas las cualidades de la banda matriz, de nuevo con Santi García produciendo once canciones que se despliegan en solo treinta y dos minutos. Y en su sello de (casi) siempre. Como en los viejos tiempos.

Tan lejos de fundamentalismos como siempre, abiertos a un concepto físico y dinámico del rock, de alto voltaje eléctrico pero también pronunciadamente melódico, la primera banda española en grabar nunca con John Peel vuelve a despachar un álbum que es pura fibra. Media hora sin desecho, a lo largo de la cual da la sensación de que hayan querido plasmar los diferentes registros explotados desde 2000 hasta 2010, con el mismo vigor pero con ese plus de maestría que otorga la experiencia. Desde el rutilante inicio que sustenta esa triada inicial compuesta por ‘Goodbye/Hello’, ‘Narcotic fiancee’ y ‘Sentimental shock’ (armada con estribillos exultantes que son puro pegamento), hasta el cierre acústico – absolutamente desenchufado – de ‘Vapour stairs’, pasando por las atmósferas cercanas a un dream pop tensionado (si es que eso es posible) de ‘Eyes get used to darkness’, el guiño al punk rock de la costa oeste norteamericana de ‘The welfare state’ o la vocación inequívocamente pop de ‘Loveshake’. Entre todas conforman un retorno sin duda pertinente, más que un mero brindis al sol por mor de la nostalgia.

Anterior crítica de discos: “Four lost souls”, de Jon Langford.

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