Hey what, de Low

Autor:

DISCOS

«Una nueva sobredosis de vanguardia sónica en la que pulen la experimentación anterior y redefinen el género»

 

Low
Hey what
SUB POP-POPSTOCK!, 2021

 

Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

Pocos músicos son capaces, tras 25 años de carrera y once discos en las espaldas, de mudarse o arrancarse la piel y renacer creando un nuevo enigma en la música rock, un lenguaje fragmentado y zigzagueante que repta entre luces y sombras hacia otra dimensión. Todo sin perder su esencia.

Eso hicieron en su anterior Double negative (2018), un trayecto desconocido en el que parecían comunicarse con alienígenas o ser estos los que, tras abducirlos y suplantarlos, se comunicaban con nosotros y terminaban por raptarnos a lo largo de las pistas. Quizás, guardando las distancias, podríamos comparar esta vuelta de tuerca y salto al abismo sonoro con el que dio Lambchop en Flotus (2016) y en su siguiente y más redondo This (is what I wanted to tell you) (2019).

Ahora, Alan Sparhawk y Mimi Parker, después de este mal sueño pandémico del que aún estamos intentamos despertar, reaparecen con un Hey what (2021), su largo número trece, repleto de heridas y cicatrices (la madre de Alan murió durante la pandemia), pero también con balsámica luz entre las grietas. Una nueva sobredosis de vanguardia sónica en la que pulen la experimentación anterior y redefinen el género, dejando atrás aquel slowcore con el que se quiso etiquetar su inclasificable estilo, a sabiendas de que no hay corcel posible que resista su continua efervescencia creativa.

28 años ya desde que el dúo de Duluth comenzó a crear universos minimalistas e infinitos de intimidad y soledad compartida, dejando en el camino discos de una belleza lánguida e irrepetible, como I could live in hope (1994), el imprescindible Things we lost in the fire (2001) o Ones and sixes (2015). El mundo sigue girando y la creciente hostilidad y falta de empatía de nuestros días parece haber endurecido la propuesta sonora de Low, culminando su transformación en este Hey what ultrasensible que te hará experimentar la nada y el todo en un parpadeo, acelerándote el pulso y cortándote la respiración entre susurros, zumbidos electrónicos y resplandeciente ruido blanco marca de la casa. Melodías celestiales y fantasmagóricas al mismo tiempo que, con BJ Burton repitiendo a los mandos de la producción, llegan a una encrucijada en la que nace un río de lava de la noche más oscura. Pureza sonora abrasadora como lenguaje perfeccionado que funde enjambres de riffs distorsionados entre luminosas armonías.

 

Las canciones

El viaje interior no es fácil ni inocuo en Hey what. El amor y la vida duelen, todo se resquebraja y el matrimonio de Minnesota te eriza la piel surco a surco, desbordando y sumergiéndonos en la inevitable y sufrida levedad de lo que nos rodea, une y separa. Salimos al espacio exterior como un astronauta embelesado que divisa por primera vez un océano inabarcable de estrellas y, tras flotar unos segundos en la extrañeza inicial, alguien o algo corta el cordón umbilical que nos conectaba con la nave y comenzamos a cabalgar descontroladamente en una “White horses” que nos quema por dentro, con cierto regusto a los NIN más industriales, magnéticos y corrosivos.

El amor con espinas y la negritud nos absorbe mientras un destello crea un puente que fulmina el silencio y nos empuja hacia la siguiente pista, “I can wait”, donde nos agitan y entrecortan el pulso bajo el aleteo sintetizado de una libélula metálica que parece sobrevolarnos, recordándonos entre líneas que todo error tiene un precio…

Nos hemos adentrado en el laberinto y, a la serpenteante claustrofobia en la que arden nuestros sentidos, le acompaña al unísono una finísima lluvia de radiantes melodías pop, casi imperceptible, que nos cala hasta los huesos. La madeja de emociones y refinada experimentación prosigue su curso, con las voces de Sparhawk y Parker bailando en el ojo del huracán, flotando en el centro del tablero y dejando atrás esas arenas movedizas de ruido y paisajes procesados que todo deconstruía en el antecesor Double negative.

En “All night” parecen darnos un respiro tras «luchar con el adversario», pero en realidad siguen absorbiéndonos y ya no tocamos el suelo, orbitando en la mística asfixiante de las reverberaciones de “Dissappearing”, con frases que parecen brotar del subconsciente y arder en la realidad que pisamos, como «ese horizonte que se desvanece y trae frío consuelo a mi alma» que se te queda grabado en la piel.

Las melodías vocales no entienden de límites y entramos en un eclipse parpadeante continuo en “Hey”, donde la dulzura y la belleza resplandece hasta cegarnos, para proseguir y tomar velocidad en la montaña rusa de “Days like these”, con el canto cristalino de Sparhawk y Parker en medio de una balacera que hace jirones luz y oscuridad con la misma desgarradora naturalidad. Un oleaje sonoro salvaje que nos zarandea contra las piedras de un acantilado que brilla bajo el sol.

Seguimos las baldosas amarillas de este hipnótico, doloroso y bello sendero a partes iguales y, del aleteo metálico que busca conectar con otra galaxia en la inquietante “There is a comma after still”, pasamos a la vaporosa ensoñación de una “Don’t walk away” en la que el camino a casa se borra para siempre. «I gave more than what I should’ve lost /I paid more than what it would’ve cost / You have some of what I could’ve had /I want all of what I didn’t have…».

Contraatacan recapitulando con la furiosa distorsión de “More”, con Mimi Parker al mando vocal, abriendo los mares en poco más de dos minutos y cruzando al otro lado, para terminar corriendo el telón y seguir masticando el duelo en busca de sanación en “The price you pay (It must be wearing off)”, un camino sin final con bucles y fuegos artificiales que nos centrifugan hasta que la catarsis funde carne y espíritu, con Sparhawk y Parker haciéndose uno y difuminándose en el fuego de ese «debe estar desapareciendo».

Hey what, «arder en al agua y ahogarse en el fuego». Once ráfagas espirituales que resuenan bajo los escombros, hiriendo y aliviando muy adentro. Atrévete y sal de tu trinchera, anda a campo abierto y corre por las ruinas, deja que esta lluvia de flechas sonoras en llamas te impacte en el centro de la diana emocional. No te arrepentirás.

Anterior crítica de discos: Tiempos modernos, de Sprays.

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