Estuvimos en el rodaje del videoclip de los hombres de negro

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«Para abrir boca, esta mañana Urrutia ha comenzado el rodaje tirado en el suelo, los tres cubiertos de polvo, magullados, el Loco desprendiéndose de un paracaídas, Andrés liberándose de unas esposas… Y es que el arranque de este clip va a tener mucha acción…»

El pasado martes, 8 de septiembre, EFE EME estuvo presente durante el rodaje de «El hombre de negro», el videoclip que protagoniza Loquillo junto a Andrés Calamaro y Jaime Urrutia, y que cuenta también con la colaboración –en la distancia– de Enrique Bunbury. Aquí te relatamos cómo se desarrolló la jornada de trabajo de estos tres pesos pesados del rock español, en el campo y bajo un calor sofocante.

 

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: EFE EME.

 

Son casi las tres del mediodía y en Madrid hace mucho calor cuando llego a la calle Génova. En un restaurante, a un par de números de donde el PP tiene su sede nacional, están comiendo Laura Gómez Palma, Igor Paskual y Jaime Stinus. Y no, no es que los tres músicos hayan acudido a renovar sus carnets del partido o a pagar la cuota anual, es que están en las proximidades grabando algunas de las canciones inéditas que incluirá «Rock and roll star», la antología de Loquillo que verá la luz a comienzos de noviembre. Stinus, desde hace unos días, ha tomado el estudio de José María Rosillo como centro de operaciones donde ultimar las grabaciones que luego rematará en Barcelona.

Fernando llega puntual con la furgoneta en la que habitualmente viaja Andrés Calamaro, minutos después se suma José Lapuente, manager del Loco, y enfilamos todos hacia la estación de Atocha donde sube Laurent Castagnet, que acaba de llegar en el AVE de Zaragoza. Nos ponemos en ruta.

62 kilómetros después, en la carretera de Valencia, en el término municipal de Estremera, sabemos lo que es el calor de verdad bajo un sol que pica a mala idea. Estamos en la localización donde se va a rodar el videoclip de la nueva versión de ‘El hombre de negro’ que Loquillo ha grabado junto a Andrés Calamaro, Jaime Urrutia y Enrique Bunbury para esa próxima antología: Un campo de labranza en medio de la nada, pero tal cual. El equipo técnico, doce personas, que dirige el realizador Daniel Etura se refugia del sol a la sombra de dos carpas. La imagen, como bien la describe Igor Paskual, es como la avanzadilla de un campo de refugiados. Si el calor es mucho, el polvo que nos cubre los zapatos pronto descubriremos que es de lo más sociable y que se toma confianzas con rapidez. Atacamos las neveras en busca de agua, Coca-cola, Aquarius, cualquier líquido es bueno. Estas horas son infernales, la gente del campo lo sabe y para algo se inventó la siesta.

Los músicos pasan por maquillaje. El buen humor de Igor Paskual nos entretiene a todos –este hombre tiene la capacidad de animar él solo cualquier situación–, más inesperados son los delirantes comentarios y bromas que hace Laurent Castagnet, que sólo se pone serio cuando teme que ha de montar su batería sobre los restos de la última cosecha. Pero todo está previsto y sus tambores se instalan sobre una lona.
loquillo-urrutia-calamaro-11-09-09B Los técnicos están trabajando desde las siete de la mañana, a las ocho ha llegado Loquillo, a las diez y media Jaime Urrutia y alrededor de las doce Andrés Calamaro. Los tres están ahora comiendo en un hostal cercano: Luego, entre risas, me cuentan que han pedido una habitación en el hostal para descansar un poco. “Una estrella, creo que tenía”, dice el Loco, habituado a hoteles de lujo… Habría que haber visto a las tres estrellas rockeras en un hostal de pueblo sin estrellas… ¡Y me lo he perdido! El trío protagonista llega al campo –acompañado de David Bonilla (de Warner) y el fotógrafo Thomas Canet–, hacia las cinco. Deciden mantenerse protegidos al fresco del aire acondicionado de la furgoneta. Me parece una idea excelente y no tardo en unirme a ellos. Abre la puerta Jaime Urrutia, a su lado está Calamaro, al fondo Loquillo. Hace mucho tiempo que no coincido con el enorme Urrutia y me alegra un montón reencontrármelo: Es el antidivo, una persona de verdad, un hombre encantador y uno de los mayores compositores de la historia del pop español. Me cuenta que está terminando las maquetas de su nuevo disco y se le ve con la ilusión de trabajar en un nuevo proyecto que, fin de las especulaciones, no producirá Bunbury.

Los tres bromean sobre que jamás volverán a rodar en escenarios naturales. Andrés pide, entre risas, que le saquen de allí y le lleven a un plató donde luego se inserte el campo de marras. En todo caso, lo llevan con resignación, saben que estas cosas son gajes del oficio y Calamaro y Urrutia están trabajando en el proyecto de su amigo, así que, más allá de las inevitables bromas, no hay quejas. Loquillo sí quiere que se acabe todo cuanto antes, sobre todo por Andrés y Jaime; es consciente de que hacerles pasar por esto es una verdadera putada y está sufriendo por ellos.

jaime-urrutia-11-09-09Aloquillo-11-09-09C Para abrir boca, esta mañana Urrutia ha comenzado el rodaje tirado en el suelo, los tres cubiertos de polvo, magullados, el Loco desprendiéndose de un paracaídas, Andrés liberándose de unas esposas… Y es que el arranque de este clip va a tener mucha acción… ¡Pero se supone que no debo desvelar el guión! Quien se ha evitado tan riguroso rodaje ha sido Bunbury, que enfrascado en su próximo disco, no ha podido sacar tiempo para estar junto a sus compañeros. Él saldrá lejos del decorado natural y comunicándose por teléfono en unas tomas que se rodaron en Barcelona, en el estudio de Jaime Stinus, mientras ponía la voz en la canción.

En la furgoneta charlamos del Sonido Caño Roto –misteriosas son las casualidades: no he sacado la conversación, pero mientras veníamos hacia aquí, Stinus y yo hemos hablado exactamente de lo mismo, de aquel primer disco de Los Chorbos, de los primeros de Las Grecas, de aquellas innovadoras producciones de José Luis de Carlos–, que nos gustan mucho a Jaime, a Andrés y a mí, el Loco es bastante más rockero. De ahí saltamos a El Luis y Andrés recuerda también a El Zíngaro, que versioneó ‘Rosa, Rosa’, el clásico del argentino Sandro. Se incorpora al refugio del aire acondicionado Jaime Stinus y Andrés no pierde el tiempo, va a por él: parece que venía preparado y le propone un concreto y claro intercambio de guitarras explicando sus razones… A lo largo de la tarde, el trapicheo guitarrero será recurrente. Andrés dobla su oferta. Pero el propietario de la guitarra que Andrés quiere hacer suya es el Loco, aunque ahora está en manos de Stinus. Al final del día, la negociación seguirá en el aire. Creo que terminó sin acuerdo, pero con una puerta abierta al diálogo.

urrutia-calamaro-11-09-09A Todo el mundo, de negro, lógico, como debe ser en la canción ‘El hombre de negro’, va pasando por maquillaje. El grupo empieza a rodar en solitario. Luego Loquillo, del que se necesitan algunos planos extra: Merece la pena verlo moverse de aquí para allá, hecho un pincel enfundado en su traje y sin dejar en ningún momento un paraguas que le sirve para evitar el sol. Él, como todos los que circulamos por aquí (excepto Laura Gómez), somos más de ciudad que la pintura antideslizante de los pasos de peatones.

Cuando la luz es la adecuada, pasadas las siete de la tarde, Loquillo, Calamaro, Urrutia y los músicos ruedan todos juntos, con la canción sonando de fondo y haciendo como que están tocando. Es un trabajo bastante tedioso: unos segundos, parada y a rodar la misma escena otra vez. Y otra. Y otra. Y otra más. Pero todos están metidos en su papel y lo repiten incansablemente: Loquillo en el centro, sobrio y elegante delante del micrófono; Igor Paskual y Andrés Calamaro, a la izquierda, ofreciendo espectáculo rockero; Jaime Stinus y Jaime Urrutia, a la derecha, con su innata actitud de venerables leyendas; Laura Gómez y Laurent Castagnet, al fondo, con la concentración propia de la sección rítmica. La verdad es que impresiona verlos. Una pena que esto sea un playback. Hay algún momento divertido, como cuando se van a rodar unos planos cortos de Urrutia y Loquillo es quien sujeta la letra de la canción para que Jaime no se pierda.

A estas horas ya se trabaja a contrarreloj, toda la tarde se ha estado buscando la luz precisa, pero el sol cae con rapidez y ya no hay un segundo que perder. Se ruedan planos sin descanso.

A eso de las ocho y media todo ha terminado. Unas últimas y rápidas fotos para recordar el momento, con Andrés improvisando con humor el atrezzo. Nos distribuimos en la furgoneta y los coches para irnos de vuelta a Madrid. El equipo técnico ahora tiene que dejar aquello sin recuerdo de nuestro paso. Hace trece horas que llegaron. Sus rostros muestran el cansancio del día y el rojo que el sol les ha dejado como recuerdo, pero, absolutamente encantadores, se despiden de nosotros con enorme simpatía, especialmente Daniel Etura y María Carrasco, su ayudante de realización. En los próximos días les queda el trabajo de montaje. A comienzos de octubre, todos podremos ver el videoclip.

CODA, 14-09-09: Loquillo nos comunica el «final» del vídeo: Cuatro días en la cama con 39 de fiebre, resultado de una deshidratación debido a una insolación padecida durante la grabación del videoclip. «El campo es muy bonito», asegura.

 

Si quieres ver algunos videoclips realizados por Daniel Etura, entra en su web.

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