Estrenamos el videoclip del nuevo single de Marta Tchai, “No somos pájaros”

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Texto: EFE EME
Foto: David Sagasta.

Será en septiembre cuando podamos disfrutar de Memoria infinita, el nuevo álbum que la polifacética Marta Tchai ya tiene entre manos y del que hace tan solo unos días conocíamos su más reciente avance, “No somos pájaros”. El segundo adelanto de un disco que promete emociones y pálpitos, y del que hoy estrenamos en exclusiva su videoclip.

La canción, producida por Sergio Salvi, fue grabada el verano pasado entre su estudio, Madrid y Badajoz; no olvidemos que Marta Tchai, aunque nacida en la capital, aguarda orígenes extremeños a los que recurre con frecuencia: «Me fui a grabar las voces allí porque, cerca de la naturaleza, siempre me encuentro más tranquila e inspirada». La batería, sin embargo, afirma la artista que ha sido obra de Mariana Pérez y fue registrada en el estudio de José Bruno.

«”No somos pájaros” es una de las canciones más íntimas del disco y una de mis preferidas. Después de la salida del primer single, que es mucho más enérgico, me daba miedo sacar esta que es más melancólica, no la veía del todo como single. Así que lo que me animó a decidirme fue la idea del videoclip», confiesa Marta.

Un videoclip enigmático, evocador y de una sencillez tan bella como honesta, que la propia Marta describe así, a medio camino entre el arte y la autobiografía: «Quería expresar con el cuerpo esa imposibilidad de volar, como metáfora de todo aquello que deseamos y no podemos hacer realidad, lidiar de manera física, plástica, con esa derrota, con esa aceptación. Es curioso que en la tercera toma rodamos solo cuatro planos secuencia, al bajar después de colgarme de la viga de hierro de la nave, al apoyar el pie en el suelo, me torcí el tobillo, el mismo tobillo por el que dejé de bailar como bailarina profesional hace casi veinte años. Lo tomé como un guiño irónico de la vida. Me fui a casa cojeando y con el tobillo morado, pensando que, en fin, no podemos volar, pero podemos caminar, y bailar, y merece la pena cuidarlo, cuidar aquello que sí podemos lograr. Después de esa toma accidentada, en mi resistencia a aceptar la lesión y con el dolor en aumento, hicimos una más con planos más cortos. Es la mejor toma, pero ya no me atreví a colgarme de nuevo de la viga. “No somos pájaros”».

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