Encuentro con Los Cardiacos, de El Cometa Errante

Autor:

DISCOS

«Un experimento bien conseguido, lleno de originalidad y de detalles»

 

El Cometa Errante
Encuentro con Los Cardiacos
WARNER, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Hagamos un poco de historia. León, años setenta, la ciudad española que era cabeza de un reino, que tenía a una callejuela de la catedral su Barrio Húmedo —por el volumen de las copas, no porque siempre lloviera— y que era capital de una provincia que escapaba de la sequedad castellana por su contacto con Asturias y Galicia. Una ciudad que atesoraba iglesias medievales, catedrales que son la bella desconocida y edificios de Gaudí en una sola mirada. Y ahí, a finales de esos años setenta, sonaban unas guitarras nuevaoleras conducidas por Kike Jiménez. Se llamaban Los Cardiacos.

Cuentan que, al autoeditarse su primera casete —La discográficas no dan la felicidad—, el suyo es el primer disco independiente. Tras ello, dos singles que asombraron por su buen hacer y diversos elepés que pasaron sin mucha pena y sin mucha gloria en los ochenta; aunque su gran mérito, aparte de este, fue revitalizar la escena de su ciudad. De su impulso aparecieron bandas como Los Flechazos o Deicidas.

Tras desvanecerse Los Cardiacos, Kike Jiménez forma, junto a Rafaria Montecristo, El Cometa Errante, que en su último disco —además de incluir temas nuevos— recupera el repertorio menos conocido de su antigua banda. Un repaso que cambia totalmente el aire de las canciones, las convierte en orgánicas y juega con otras texturas.

Son canciones que, en parte, poseen contenido social, así el ritmo brasileño de “Bossanova rusa” repasa el orden geopolítico mundial y “Who sorry now?” mezcla el hillbilly con el cabaret para defender el compromiso solidario y atacar la corrupción.

Pero sus arreglos no tienen nada que ver con la electricidad pop de Los Cardiacos. “La nube de hormigón” si se parece lejanamente a algo —como otras del disco, “Ya verás que bien”, por ejemplo— es a La Romántica Banda Local, y “Estirpe derrotada” —de su anterior grupo— enfoca un aire folk medieval como haría la Incredible String Band.

De Los Cardiacos también llegan las que presentamos ahora, y ahí tienden al blues —como anuncia en su título “Los blues de Tomás”— y al folk, al reconvertir la rapidez de “Pepi pop”. La única que se salva de estas coordenadas acústicas es “Y sin fruta”, de su primera época, que encaja el riff de “My Sharona”.

No deja de ser un experimento bien conseguido, lleno de originalidad y de detalles. Y eso es buena muestra de que por Kike y por el grupo pasan los años y no pierden la voluntad de innovar ni el talento para manejar las canciones. Y de esa lucidez solo pueden salir discos tan luminosos como este.

Anterior crítica de discos: Songs for the general public, de The Lemon Twigs.

 

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