Elton John en Barcelona: La esencia de una fructífera carrera de oro, diamante y titanio

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“Las introducciones y cierres instrumentales añadidos en directo a canciones como ‘Rocket man (I think it’s going to be a long, long time)’ engrandecen aún más los himnos”

 

Horas antes de la muerte de su madre, Elton John desplegaba su directo en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Lo hacía presentando los himnos recogidos en “Diamonds” ante la atenta mirada de Miguel Tébar A.

 

Elton John
Palau Sant Jordi, Barcelona
3 de diciembre de 2017

 

Texto: MIGUEL TÉBAR A. Fotos: MODESTO GALLEGO.

 

¿Cómo es posible alardear de haber visto miles de conciertos y menospreciar a algunos de los nombres mayúsculos en la historia del pop sin tan siquiera haberles prestado atención? Reginald Kenneth Dwight, mundialmente conocido como Elton John, ya ha cumplido siete décadas de intensa vida y cinco las ha pasado componiendo auténticos temazos junto a su socio creativo Bernie Taupin.

Con el título de Sir o sin este. Con los complementos dorados (grandes gafas, llamativos zapatos y coronas de lentejuelas bordadas en los puños de su levita) que combinan a la perfección con su cabello, o sin esos innecesarios destellos de estrella. Con una banda masculina de cinco musicazos elegantemente vestidos —entre los cuales sorprende la compostura del baterista Nigel Olsson (afiliado desde el 69) y la ausencia en sus filas de Ray Cooper como primer percusionista—, o en solitario. Con su últimamente inseparable piano de cola Yamaha. Con su sempiterna sonrisa de pícaro. Con una entregada afición intergeneracional, a veces tan fiel como cegada por la nostalgia. Y con la suficiente capacidad de liderar su espectáculo, él.

 

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Hubo que aguardar doce minutos hasta que fueron ocupadas cada una de las butacas situadas en los graderíos y en la pista del Palau Sant Jordi de Barcelona. Mientras, el frío del exterior se transformaba en un confortable calor humano, que durante los ciento treinta minutos necesarios para repasar veintitrés de sus brillantes éxitos hicieron que nos olvidásemos de la rutina. Tan solo han sido excluidos de su conmemorativo y reciente compilación titulada “Diamonds” (the Rocket/Virgin EMI, 2017) los temas ’Take me to the pilot’, incluido en su disco de debut en EE.UU. “Elton John” (DJM, 1970); ‘A good heart’ perteneciente a su trigésimo trabajo de estudio “Wonderful crazy night” (Mercury/Virgin EMI/Island, 2016), que nomina el tour actual y primero en la última década con his band; ‘Levon’, el primer single de su destacable “Madman across the water” (UNI/DJM, 1971) y la contundente ‘Have mercy on the criminal’ y ‘Your sister can’t twist (but she can rock ‘n roll)’ pertenecientes a la obra maestra “Goodbye yellow brick road” (MCA/DJM, 1973), ya en la recta final.

Enumerar el resto de un repertorio con escasas variaciones en una misma gira no parece muy informativo. Transcribir lo poco que dijo sin cantar tampoco ocupa mucho espacio, pero sí que dice bastante del personaje malévolamente caricaturizado como artista comprometido: “Mi trabajo es tocar e intentar reunir a gente entorno a mi música. Por ello me cuesta entender el odio y la violencia crecientes en el mundo durante estos últimos años. Masacres en salas de concierto y calles de las ciudades. Me gustaría que mis hijos crecieran de otro modo y pienso que esta canción (‘I want love’) lo dice todo porque verdaderamente creo en el amor”. En la gran pantalla, colocada como fondo luminoso a un escenario desprovisto de decoración, pudo leerse el lema “We love️ you” y finalmente los códigos internacionales de Berlín, Madrid, Nueva York, Londres, Manchester, Las Vegas, París, Orlando, Niza, Estocolmo y Texas —como señal de solidaridad con algunas de las que últimamente han sufrido atentados—.

 

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Las introducciones y cierres instrumentales añadidos en directo a canciones como ‘Rocket man (I think it’s going to be a long, long time)’ engrandecen aún más los himnos del inglés. Contrariamente, los vientos y cuerdas eficazmente sintetizados en su propuesta actual dejan que desear una banda aumentada en número y género. El tono melancólico por el que se reconoce equívocamente la obra de Elton John fue preciosamente iluminado por la luz de miles de teléfonos móviles a la hora de interpretar ‘Sorry seems to be the hardest word’ —la única sin la presencia del carismático guitarrista Davey Johnstone— junto a la certera ‘Your song’, la explícita ‘Sad songs (say so much)’ y ‘Don’t let the sun go down on me’, aquel número uno que en su momento regrabó en directo junto al fallecido George Michael —recordado ahora con una imagen—.

Elevar el ritmo de una distendida velada con todo el público en pie bailando a ritmo de ‘I’m still standing’, ‘Crocodile rock’ y ‘Saturday night’s alright for fighting’ es suficiente para seguir venerando a los clásicos del rock and roll. Quienes aguardaron al único bis pudieron ver a la presumible diva como un currante agradecido, el cual no elude firmar unos cuantos autógrafos antes de sentarse y poner el broche final con la previsible canción, que en su momento escribiera para Marilyn Monroe, que veinticinco años después recompuso para su amiga la princesa Diana de Gales y que seguramente, a tenor de la noticia difundida por el propio cantautor, a partir de mañana dedicará a su reconciliada progenitora fallecida pocas horas después de recibir la justa ovación por su actuación, una vez más. Por cierto, y nada obvio, de voz anda fenomenal el menudo y carismático gran músico. Dios salve a la reina.

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