El Kanka: «He recuperado las ganas de volver, que es una cosa que había perdido»

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«En la época que vivimos parece que, si dejas de comunicarte una semana, desapareces»

 

A punto de emprender la gira de su nuevo disco, el recién salido del horno Cosas de los vivientes, hablamos con el Kanka sobre su relación con el oficio, los escenarios y sus flamantes nuevas canciones. Una entrevista de Marta Sanz.

 

Texto: MARTA SANZ.
Fotos: ALAIN NARTIKOEV.

 

Fue un remanso de música durante el confinamiento, cuando cada día cantaba una canción propia o ajena, llevándonos a muchos de la tristeza al tarareo en solo unos minutos de acordes. También fue de los primeros artistas en subir a un escenario, cuando se pudo, recorriendo durante meses salas perfectamente ordenadas en hileras con distancia de seguridad. Tras este estado de excepción, y algún concierto a la vieja usanza, el Kanka decidió que era el momento de parar —esta vez sin imperativo gubernamental—, para recuperar las ganas y algo de calma en su caminar. Más de un año después de su retiro voluntario, a punto de iniciar una gran gira y con un maravilloso nuevo disco bajo el brazo, hablamos con él de ese tiempo lejos de los focos, y de cómo afronta ahora la carretera.

 

En diciembre de 2021 anunciaste tu retirada de los escenarios por tiempo indefinido, y no solo lo cumpliste: además difuminaste de alguna manera tus huellas, borrando casi por completo tus redes sociales. ¿De dónde parte la necesidad de desaparecer de una manera tan contundente?
Primero, yo estaba un poquito quemado. Después de diez años de gira ininterrumpida, grabando discos, haciendo entrevistas, colaboraciones, viajando por España y Latinoamérica… me apetecía parar. Y lo quisimos hacer con cierta coherencia, de una manera pensada. El tema de las redes fue una cuestión de estrategia, de jugar al misterio, y también de hacer borrón y cuenta nueva.

 

¿Cómo has llevado personalmente esa desconexión?
Siento que me ha servido para reflexionar, y quiero pensar que las cosas serán de otra manera a partir de ahora. Ojalá sea así. El tiempo dirá si lo he conseguido o no, pero sí me gustaría hacer las cosas de forma diferente, quizá trabajar de una forma un poquito más ordenada, sin tanto exceso, sin tantos conciertos seguidos a lo largo del año. Entiendo que es lo que me correspondía hacer, y no me arrepiento de nada, pero sí tengo la sensación de empezar de nuevo. Y el paroncito me ha venido guay, aunque también he tenido mis momentos de aburrimiento, de sentirme raro y de no saber muy bien qué hacer con los días. De hecho, uno de mis propósitos del paroncito era aburrirme un poco, ver qué pasaba desde la nada, con la desocupación, ver cómo podía estirar los días. Y para mí ha sido una experiencia particular, pero en la que he recuperado las ganas de volver otra vez, que es una cosa que había perdido un poco.

 

En este tiempo, además de darle vueltas a cómo querías plantearte tu carrera en un futuro, ¿temiste en algún momento estar perdiendo algo del camino avanzado en todos estos años?
Mira, sí, se me pasó por la cabeza, pero poco. O sea, no ha sido un miedo recurrente para mí, ni me ha obsesionado para nada. En la época que vivimos, la mayoría de los artistas van sacando cosas de forma prácticamente constante, hay un exceso de información. Nos estamos volviendo un poco locos, y parece que si dejas de comunicarte una semana prácticamente desapareces. Ese miedo me ha rondado, pero con la tontería llevo muchos años… y tampoco ha sido una desaparición desorganizada. No ha sido en plan «estoy hasta el nabo de dar conciertos, ya no doy más hasta que me dé la gana». Nos fuimos con una canción nueva («Propósitos de año nuevo”) y volvimos con otra («Autorretrato«). Al final no fue tanto tiempo, aunque para mí como ser humano viviente y artista haya sido una experiencia radical, porque nunca había estado nueve meses sin comunicarme desde que empecé, ni un año y pico sin dar conciertos, como voy a estar en total.

 

Hace casi seis meses que reapareciste públicamente, digamos, con un concierto muy emotivo en Madrid. Y lo has hecho también de una forma contundente: disco nuevo, intensa promoción, una gran gira… ¿Has empezado ya a implementar esos cambios que querías, esa nueva forma de llevar tu carrera, o de momento te lleva un poco la vorágine?
No sabría contestarte ahora mismo, la verdad. Creo que eso lo sabré cuando avance la gira. De momento es cierto que las jornadas de promoción están siendo bastante intensas, pero también hacía cinco años que no sacaba un disco largo, y es lo normal. Siempre digo que cuando empiece la gira es cuando voy a descansar [ríe], pero porque creo que va a ser así. Es la mejor que hemos montado nunca, tendremos huequitos para descansar y estar en casa con la familia, pero visitaremos muchísimas ciudades. Esa es mi sensación: que estoy apretando ahora en la promo, pero luego habrá una gira muy equilibrada. Aunque probablemente en octubre te pueda dar un dato más cierto de cómo me siento, creo que sí se van dando pasos. No quiero dejar de trabajar, ni hacerlo en exceso. Uno va viendo un poco cómo se siente y qué es lo que la profesión le exige, pero también la salud… No sé, es que llevamos unos años tan raros… Joder, yo llevo uno desaparecido, pero antes de eso estuvimos un año currando en pandemia, y antes de eso encerrados en casa sin poder dar conciertos. Yo sigo sintiendo aún esa incertidumbre, y creo que les pasa a muchos. Creo que dentro de unos años sabremos, cuando recuperemos un poco la rutina, dónde estamos.

 

Cosas de los vivientes es el disco que, de alguna manera, te ha traído de vuelta a esta rutina. ¿Cómo ha afectado al proceso creativo y a la grabación el hecho de que haya nacido en este contexto de pausa?
A nivel compositivo creo que no ha afectado prácticamente nada, porque ya tenía las canciones compuestas, y el repertorio lo cerramos justo antes del parón. Pero es la primera vez que hago un disco sin tener la más mínima presión. Siempre he grabado los discos mientras hacía conciertos. O sea, grababa entre semana y los fines de semana me iba a tocar por ahí, a Barcelona, a Madrid, a Latinoamérica o a donde fuera. Y eso me desconcentraba un poco. Para mí ha sido muy bonito sentir que realmente estaba con todos los sentidos y con todo el tiempo puesto en la grabación. Ya ves tú: mi quinto disco y es la primera vez que tengo esa sensación. Eso sí ha sido relevante. Ha sido un proceso muy tranqui, hemos podido ensayar cada canción con tiempo y creo que eso se nota en la producción, en el desarrollo de los temas, en los arreglos… Todo ha sido hecho con calma, que es una cosa que, por desgracia, poca gente puede disfrutar en estos tiempos que corren.

 

El repertorio de este disco, como otros, tiene ese aire a concierto improvisado, porque saltas de un género musical a otro constantemente. ¿Te planteas de alguna manera por qué palos musicales quieres pasar en cada trabajo o cada canción surge en un estilo determinado de manera natural?
Claramente lo segundo. El estilo es una cosa que, por decirlo de alguna manera, no me interesa absolutamente nada. A mí me ocupa hacer canciones lo mejor posible, lo más divertidas, sinceras, emocionantes o lo que sea según la canción. No me rayo tanto con si la canción suena a una cosa o a otra, si es animada o tranquila, si suena a Latinoamérica o a Málaga. Como escucho muchos estilos de música, cuando me apetece decir algo y me pongo a darle vueltas a una canción tiro de los recursos estilísticos y estéticos que me parece que más le van a lo que quiero decir. Y en ese sentido no me preocupa que el disco sea homogéneo ni que tenga un estilo determinado. Es verdad que los discos me quedan a veces un poco raros [ríe] porque hay canciones muy animadas, otras casi rapeadas, algunas inspiradas en el folclore latinoamericano… No concibo los discos como un proyecto, sino como una colección de canciones. La obra realmente acabada para mí es la canción.

 

«La libertad se gana paso a paso, y requiere mucho trabajo saber lo que quieres sin que te condicionen»

 

Algunos de estos temas nuevos ya habíamos podido escucharlos en directo, como «Baladí», que la estrenaste en uno de tus primeros conciertos pandémicos en Madrid. Esta canción, entonces pequeñita solo a tu guitarra, se transforma en Cosas de los vivientes gracias a la Orquesta Sinfónica de San Vicente. ¿Cómo decidiste este acompañamiento, y por qué en concreto con esta formación académica?
Pues mira, como tantas cosas en mi vida y en la vida en general, ha surgido de casualidad. Tenía esta canción compuesta, y cuando llegó el día de La Riviera me hacía ilusión tocarla. Llegué algo quemado, llevaba un verano haciendo muchos conciertos a voz y guitarra, justo después del confinamiento, donde lo pasé bastante mal, como tantas otras personas. Y cuando salí a la calle, por así decirlo, me pegué cuarenta conciertos en tres meses. Fue una locura. Entonces, cuando llegó el concierto de Madrid hablé con María, mi mánager, y le dije que me apetecía hacer algo distinto, tocar un tema nuevo. Por eso sonó así, lo canté como compongo los temas, al desnudo, digamos. Poco después nos escribieron desde esa orquesta, y nos dijeron que eran un grupo de chavales que hacían música clásica pero que les encantaría hacer algo con nosotros. Entonces nos parecía una locura juntar a tanta gente en concierto, pero ese tema se prestaba mucho a tener arreglos de cuerda y de viento, y por eso pensamos en la grabación del disco. Me acuerdo, de hecho, de que íbamos en el coche de un concierto a otro, y desde el asiento de atrás les canté la canción a mi técnico de sonido, Javi, y a María. Y Javi me dijo: «Oye, tío, cómo le pegaría a este tema una orquesta».

 

También cantas en este disco junto a Silvana Estrada “Para vivir”, con una letra casi terapéutica, donde hablas de cómo cada uno debe averiguar su propio camino. ¿En una industria tan competitiva, tan tendiente a definir a los músicos en cifras y en éxitos, puede uno aislarse fácilmente de las expectativas ajenas o propias y crear ese camino con cierta libertad?
Creo que eso no es fácil ni en este mundillo de la música ni en ninguna profesión. Los seres humanos estamos muy pendientes los unos de los otros, es nuestra condición como ser social. Uno puede pensar que está haciendo lo que realmente quiere y lo que realmente desea, y pensar que está actuando con libertad, pero no siempre es así. Al menos yo lo pienso así. Uno tiene que conocerse mucho y tiene que conocer mucho cómo funcionan las dinámicas sociales y lo que pasa en el mundo para tener realmente un atisbo de libertad. Creo que la libertad se gana paso a paso, y requiere mucho trabajo saber lo que quieres sin que te condicionen tus padres, tu familia, la sociedad, el sitio donde naciste o lo que la gente espera de ti. De todo eso es muy difícil zafarse. Yo quiero pensar que estoy dando pasos en esa dirección y que mientras más vaya creciendo y madurando voy a ir siendo cada vez un poquitito más libre, seguramente sin llegar a ser libre del todo. Pero decirse libre me parece una afirmación muy ingenua. Yo creo que la libertad es un camino que probablemente no termine nunca.

 

Hay algo que me llama la atención en tus entrevistas, y es que hablas casi siempre en primera persona del plural, de una forma natural. Tu equipo, tus músicos, te acompañan desde hace muchos años y están muy implicados en tu carrera.
Eso es superimportante. Y no solo los músicos, porque los que no se ven son tan importantes como los que se suben conmigo al escenario. Cuando contesto pienso también en mi técnico de sonido, que hace que sonemos como sonamos, y que además de ser muy bueno es muy muy buena gente y aporta buen rollo y mucha sabiduría, porque es el mayor del equipo. Pienso en María Pellicer, que es mi mánager desde hace once o doce años ya, y que es la que idea la comunicación y mil cosas más que no se ven, pero son muy importantes. Y pienso en todo el que está en el escenario, en el que conduce la furgo, en el que hace las luces y por supuesto en los músicos. A ver, yo hago las canciones, y soy el que sale en la foto, pero clarísimamente somos un equipo, y no creo que ningún artista esté absolutamente solo ante el peligro. Si me preguntas por una canción a lo mejor sí te puedo hablar más en singular, pero este proyecto lo forman muchas personas.

 

Estáis a punto de embarcaros en una gira. ¿Cómo os planteáis esta vuelta a los escenarios? ¿Hasta qué punto el nuevo disco será protagonista de los conciertos?
Te prometo que esa es una de las cosas que más me atormentan [ríe]. Le he dado muchísimas vueltas al repertorio, hasta el punto de que me bloqueé y tuve que llamar al Manin, mi percusionista y mi segundo de a bordo, para que se viniera a Madrid, porque ya me estaba dando cabezazos contra la pared. Entre los discos, el epé y algunas canciones sueltas hablamos de casi sesenta canciones, y obviamente no las puedo hacer todas porque sería un concierto absolutamente interminable y un coñazo. He querido darle prioridad al disco nuevo porque, coño, estoy muy orgulloso de él, y creo que se lo merece. Pero, en vez de quitar canciones antiguas y dejar un conciertito, vamos a hacer dos horas y pico de show, y será un poco mitad disco nuevo, mitad recopilatorio. Y las canciones a las que la gente le tiene más cariño van a estar presentes, eso siempre lo tengo muy en cuenta. Partiremos con unas veinticinco, iremos viendo cómo funciona y le daremos una vueltecita a mitad de la gira.

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