El disco del día: Junior Boys

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«En este cuarto álbum, el dúo de Ontario muestra su faceta más entusiasta y accesible, con un Jeremy Greenspan que, superados los miedos y titubeos de su primeros discos, es ahora un vocalista versátil, magnético y convincente»

Junior Boys
«It’s all true»
DOMINO/PIAS


Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.


Cuando Junior Boys editaron su primer álbum, su habilidad para fundir la síncopa del moderno r’n’b con la sensibilidad del synth pop más elegante de los 80 (desde la sofisticación de Japan a la melancolía de The Blue Nile, pasando por los Scritti Politti más comerciales) alimentó encendidos elogios. Sensualidad, conocimiento exhaustivo del material que modelan y atención al detalle, encapsulados en una fórmula a la que siempre resultaba más sencillo adivinarle el alma que a propuestas con las que caprichosamente se les ha comparado, como Caribou o Hot Chip. Siete años y tres álbumes después, Jeremy Greenspan y Matt Didemus pueden seguir alardeando de una mirada al pasado que no es mera complacencia, sino un necesario vistazo atrás para tomar impulso hacia adelante. Cierto que su discurso se ha ido estandarizando, moldeándose al dictado de un mercado minoritario, pero tampoco por ello le han perdido la cara a un proceso evolutivo innegable.

En este «It’s all true», su cuarto álbum, el dúo de Ontario muestra su faceta más entusiasta y accesible, con un Jeremy Greenspan que, superados los miedos y titubeos de su primeros discos, es ahora un vocalista versátil, magnético y convincente. ‘Playtime’ es la prueba de que aún quedan rastros de esa taciturnidad satinada y crepuscular (que tan bien modelaron a partir de “So this is goodbye”, su disco de 2006). Pero, lo que prima aquí, pese a ese anticlimático valle remontado a partir de la monótona “Kick the can”, es la pegada instantánea de unos cuantos temas absolutamente inapelables: “Itchy fingers”, “A truly happy ending”, “Second chance”, “EP” y, sobre todo, el cierre con la arrolladora “Banana ripple”, nueve minutos de absoluto éxtasis.

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