Eduardo Izquierdo: Buscando la esencia de Johnny Cash

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“Cash vivía al límite en todos los aspectos. No tenía un término medio. Todo lo hacía como si fuera lo último que fuera a hacer en su vida”

 

Eduardo Izquierdo acaba de publicar (editado por EFE EME) un libro esencial para comprender la obra, el pensamiento y la figura de Johnny Cash, en el que se adentra en una de sus facetas más fascinantes: los discos conceptuales que tanto le gustaban y que son sus trabajos más personales. Charlamos con Eduardo, compañero de este diario musical, para que nos hable de su “Johnny Cash. Apocalipsis y redención”.

 

Texto: EFE EME.

 

Eres experto en sonidos estadounidenses, con especial predilección por las música de raíz: folk, country y demás, ¿por qué esa especialización?
Gracias por esa consideración, aunque me gusta pensar, y no es falsa modestia, que nadie puede ser experto en algo tan amplio. Simplemente soy un “escuchador” compulsivo de esos estilos. Y utilizo esa palabra porque me gusta más que oyente. Volviendo al tema, si digo la verdad, me considero más cerca de ser un experto en música nacional, por ejemplo, pero no puedo negar que todos los sonidos de raíces norteamericanas me vuelven loco.

¿En qué momento te aproximarte a la obra de Johnny Cash?
Pues es una de esas cosas que tengo la mar de claras. De milagro no le puedo poner fecha exacta. A principios de los años noventa yo tenía una banda con BB Quatro, hoy líder de Suzy & Los Quatro. Por aquella época me compré mi primer reproductor de cedés, y como no tenía mucha cosa que poner y él tenía una amplia discoteca le pedí unos discos. Recuerdo llegar a casa con una treintena de discos en la que básicamente había mucho punk rock y power pop, sus estilos favoritos. Habían cosas de Parasites, Ramones, Social Distortion, Mr T. Experience o Descendents que me chiflaron. Y en medio de todo aquello había un cedé titulado “At Folsom Prison” de un señor que yo conocía porque cantaba en el “Nashville skylines” de mi admirado y casi recién descubierto Bob Dylan. Lo demás es historia.

Parece evidente que si uno se molesta en escribir sobre la obra de alguien es porque esta le atrae poderosamente, ¿qué es lo que te resulta más fascinante de Cash?
Todo, pero sobre todo esa dualidad entre lo religioso y la parte más oscura de la existencia. Esa necesidad de redención constante me llama enormemente la atención. Y la figura en sí tiene un magnetismo enorme, creo que eso es difícilmente discutible.

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¿Qué te motivó a escribir un libro centrado exclusivamente en sus discos conceptuales? ¿Cómo quisiste enfocarlo?
La culpa de este libro la tiene ese gran escritor y amigo que es Carlos Zanón. Un día me envió un mensaje al móvil y me dijo “alguien tiene que llegar al fondo de Johnny Cash”. Yo empecé a darle vueltas a esa frase y decidí lanzarme al vacío. A la que empecé a investigar en toda su discografía me di cuenta de que los discos conceptuales eran algo esencial para él y de que en ellos estaban sus grandes obsesiones. A partir de ahí, unirlos fue un trabajo complicado pero muy reconfortante con cada nuevo descubrimiento.

Es el único libro en castellano sobre el tema, pero, ¿hay algún libro en inglés centrado en exclusivamente en ese apartado de su obra?
Sobre todos, en conjunto, me atrevería a decir que no, pero hay alguno sobre discos en concreto. Mi preferido es “A heartbeat and a guitar: Johnny Cash and the making of ‘Bitter tears’”, que curiosamente no está escrito tampoco por un norteamericano, sino por el italiano Antonino D’Ambrosio.

¿Qué crees que representan esos discos conceptuales en su trayectoria y cuáles son los hilos conductores de los mismos?
Ahí está el fondo de la personalidad de Cash: muerte, trabajo, América (entendiendo como tal los Estados Unidos), religión, perdón, adicciones, desfavorecidos… Después de haberme metido tan a fondo en el tema me parece esencial bucear en ellos para conocer realmente a la persona que había detrás del personaje, si es que en este caso es posible hacer esa distinción.

La religión, o la espiritualidad, está muy presentes en esos álbumes temáticos, ¿cómo convive eso con el Cash más salvaje y adicto a la química?
Como decía antes, eso es una de las cosas que más me llaman la atención, no solo del personaje sino de las religiones en general. Puedes ser un malnacido pero si luego pides perdón ya está solucionado, rezas un poquito y a seguir con lo tuyo. Me cuesta entender a los millones de personas que piensan que eso es así y Johnny era una de ellas. Creo que a fuerza de mucho rascar he conseguido entender algo de lo que hay detrás y es lo que he intentado transmitir en los capítulos dedicados a ello.

También la muerte marca en gran medida su obra y fue motivo de uno de estos álbumes conceptuales, ¿crees que fue la temprana muerte de su hermano lo que marcó a Cash de este modo?
Me atrevería a afirmarlo rotundamente. Es cierto que Cash vio muchas penurias a su alrededor, y que probablemente vio a gente muerta a una edad muy temprana, pero la muerte de su hermano Jack define su personalidad de manera brutal. Era su soporte, su punto de apoyo, la persona que más admiraba del mundo y la perdió casi sin darse cuenta por un trágico accidente.

Leyendo el libro descubrimos a un Cash, probablemente como nos sucede a todos los humanos, bastante contradictorio, ¿cómo lo definirías?
Pues probablemente de ese mismo modo. Cash era, ante todo, un ser humano y como tal las contradicciones son parte de él. Lo que lo hacía especial era su tendencia a vivir al límite en todos los aspectos. No tenía un término medio. Todo lo hacía como si fuera lo último que fuera a hacer en su vida.

Si alguien se aproximara a Cash a través de los discos conceptuales, ¿se haría una buena idea de su obra, de sus intenciones y pensamiento?
La mejor. Johnny Cash no es ‘I walk the line’ o ‘Ring of fire’. Johnny es el tipo que canta ‘The ballad of Ira Hayes’. El atormentado. El hombre de campo. El inseguro pero a la vez poderoso. El enamoradizo. El rudo. El religioso.

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En todo caso, no hablamos de álbumes serios y aburridos, sino de obras amenas y variadas, ¿no?
En la mayoría de los casos, sí. Claro, que como en toda discografía, Cash tiene discos directamente infumables. Y en la parte de los discos conceptuales hay alguno que se lleva la palma, pero también hay obras tremendamente adictivas como “Songs of our soil” o “Bitter tears”, por citar un par. Me parece imposible aburrirse con esos discos.

También tienen mucha presencia en el libro las “American recordings”, ¿por qué? ¿Qué importancia le das a esa última colección de discos, gestado con Rick Rubin?
La tienen porque defiendo una tesis propia sobre que esos discos, y en particular el primer volumen, fueron, sin quererlo probablemente, sus últimas obras conceptuales. Las “American recordings” son vitales para entender el acercamiento de un montón de gente joven a la figura de alguien que podría ser su abuelo. Y encima son unos discos descomunales. Rick Rubin demostró ser un lince con la ocurrencia, pero el magnetismo de Johnny también tiene mucho que ver. Pensemos que luego intentó repetir jugada con Neil Diamond y la cosa no funcionó igual. Que un artista de su edad fuera capaz de hacer esos discos en ese momento y tras una dura travesía por el desierto no hace sino confirmar su grandeza.

En la recta final de 2014 publicaste “Bob Dylan. La trilogía del tiempo y el amor” (66 Rpm), y ahora este, sobre Cash, ¿ves puntos en común entre Dylan y Cash?
Muchísimos. Eran muy amigos por algo. Siempre defiendo que Cash, Dylan y Elvis son la santísima trinidad de la música norteamericana. Creo que los tres tienen muchas cosas en común, aunque todas entendidas desde sus propias personalidades. Rebeldía. Contradicción. Fuerza. Liderazgo. Además, en lo suyo, eran sin duda los mejores.

¿Estás preparando algún nuevo título?
Dios y mis editores me libren. Necesito descansar y dedicarme un poco a mi familia. La dosis de escritura necesaria ya me la dan por ahora los medios para los que escribo, y no soy de los que escriba poco. Además conservo mi blog en el que intento publicar si no a diario, prácticamente. Acabé el libro sobre Dylan hace aproximadamente un año, aunque se publicó como decías en los últimos meses de 2014, y casi de manera inmediata me metí en Cash. Han sido dos libros muy duros de hacer, porque cuando inicié las tareas de investigación me di cuenta de que me faltaban unas cientos de horas de estudio para llevar las cosas a buen puerto. Aunque eso también es el encanto de escribir este tipo de literatura. También hay por ahí un libro coral acabado con bastantes amigos que debería salir dentro de relativamente poco. La cuestión es que he acabado bastante exhausto aunque quizá solo hace falta que haya algo que me haga encender esa bombilla que algunos opinan que se ilumina demasiado frecuentemente, ¡quién sabe!

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