Doctor Explosión: «Soy un inmaduro y un soñador, por eso sigo tocando garaje»

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«Antes hacia un concierto entre grabación y grabación, y ahora prefiero hacer una grabación entre concierto y concierto»

 

Los asturianos Doctor Explosión regresan al mercado discográfico con Superioridad moral, su primer elepé en once años. La ocasión perfecta para charlar con Jorge Muñoz-Cobo y preguntarle por el presente, el futuro y el pasado. Por Àlex Oró.

 

Texto: ÀLEX ORÓ.
Fotos: SERGIO ALBERT.

 

Doctor Explosión ha vuelto tras once años de silencio discográfico. Superioridad moral es el título del nuevo trabajo de la banda liderada por Jorge Muñoz-Cobo. Este elepé supone un salto cualitativo en la trayectoria del veterano y aguerrido grupo de garaje asturiano. Jorge Explosión nos cuenta las razones de esta larga ausencia de las tiendas de discos y los secretos de la grabación de Superioridad moral en medio de uno de los momentos más críticos para un creador autónomo: la recopilación de facturas para la declaración trimestral del IVA.

 

En una entrevista que te hice en 2011, te preguntaba, con un poco de mala leche e inconsciencia por mi parte, si era necesario «otro» disco de Doctor Explosión. Has tardado once años en volver a grabar un disco. ¿Por qué has tardado tanto? ¿Te dejé traumatizado?
[Risas] Sí, sí. Me he pasado once años dándole vueltas a si era necesario o no, y en el último momento me dije: «¡Zas! Hago el disco y le doy por el culo a Àlex» [risas]. Desde el respeto te lo digo [más risas]. A los once años hay que restarle los dos de la pandemia, porque el disco lo tenía terminado en enero de 2020. En 2012 hice una demo con “Mi lista de cosas que hacer”. En el estudio siempre estás haciendo discos para otros y te quita toda la energía. Me embarqué en tocar en The Ripe, un grupo de Austin. Me eché la manta a la cabeza y monté un estudio en Austin y estuve viajando a Estados Unidos entre 2013 y 2018. Esos cinco años puse mi tiempo y mi energía en ir a esa ciudad, empaparme de todo lo que pasaba allí, y en parte el resultado es este disco. Toda la experiencia de estos años produciendo a otros grupos y cruzando el charco constantemente tiene parte de la culpa de este retraso. Por otra parte, tuve un cierto desencanto con el grupo porque Pibli (Pibli González, batería de Doctor Explosión y mano derecha de Jorge desde 2003) y Pablo (Álvarez Torres, bajista) dieron prioridad a otros proyectos y nos resultó difícil cuadrar agendas. De repente, a finales de 2017, un amigo argentino, Bebe Mariano, de The Abstinence, me propuso hacer una gira por Latinoamérica acompañado por su grupo. Me dije: «Vale, vamos a ser aventureros y a explorar el mundo», y me fui a Buenos Aires. Aterricé primero en Los Ángeles y me fui a San Diego, y allí ensayé un repertorio con Pat y Letty de los Schizophonics. Dimos unos conciertos allí, me montaron de banda. Eso me hizo ver que podía trabajar de otra manera. Hice mucha camaradería con Bebe; Tatu (batería) y Juano (bajo) en las dos giras por Latinoamérica. Apreciaban mucho que hubiera ido allí a tocar con ellos. La segunda fue en 2019 por México, Chile, Brasil, Uruguay, Argentina. Luego está la experiencia de ir solo. Cuando te vas a Indonesia con tres asturianos… ya puedes estar en Indonesia, en China o Buenos Aires, que hay una parte de ti que no sale de Asturias, porque estás con la gente con la que convives habitualmente. Cuando viajas totalmente solo te integras de otra forma, abandonas el lugar de donde eres y te sumerges en el sitio al que vas. Fue una experiencia brutal. Hicimos una segunda gira, eso me cargó las pilas y me dio energías renovadas para hacer otro disco y conocer más gente, más países, tocar… En fin, cambiar de estilo de vida, dejar de estar entre cuatro putas paredes. El estudio está muy bien, es muy divertido, pero prefiero cambiar de forma de vida: antes hacia un concierto entre grabación y grabación, y ahora prefiero hacer una grabación entre concierto y concierto.

 

Este disco coincide con el 30 aniversario de Doctor Explosión y lo titulas Superioridad moral. ¿De qué superioridad moral hablas?
La superioridad moral es un síntoma de estupidez y debilidad. Nadie está a salvo porque todos tenemos perjuicios y muchas veces nos creemos superiores a los demás. Todos, incluso tú y yo, nos hemos creído superiores en algún momento. La superioridad moral, cuando la practican en tu contra, toca mucho los cojones. Cuando la practicas tú contra otros a lo mejor no eres muy consciente, pasa más desapercibida. ¿Quién no tiene en la familia el típico que te mira por encima del hombro? La gente del garaje y del rock somos una especie de marginales antiestéticos, ¿no?, mucha gente nos ve así. Cuestionan nuestra forma de divertirnos, nuestro modo de vida. Me pareció interesante mezclar una foto de un concierto de la gira mexicana de 2019, en la que hay desenfreno, e invocar esa superioridad moral poniéndola como título. Es un contraste absurdo y llamativo a la vez. Es una forma de arrebatársela a todos aquellos que intentan cuestionar la forma de vida ajena, la diversión y decir que ahora «es nuestra» esa superioridad moral. El título es solo un juego, una pieza más del puzle conceptual que supone hacer un disco. Encaja, porque mis canciones son como fábulas introspectivas. En este caso, la moraleja puede partir de mi punto de vista. A veces asumo en primera persona puntos de vista ajenos como parte del juego de la canción. En “La gente no sabe gastar” hago una reflexión sobre el dinero: «Si todo va a quedar aquí / qué sentido tienen acumular propiedades y objetos feos / que otros podrán heredar», porque todos somos depositarios temporales de las cosas, no posees nada. Más vale quemar el dinero que ser el más rico del cementerio. Referirse al prójimo como «la gente» ya es posicionarse un poco por encima de los demás y es en ese tipo de moralejas donde uno se da cuenta de que las canciones tienen algo de superioridad moral. También puede entenderse el título como una autocrítica.

 

Los discos de Doctor Explosión siempre han tenido un humor ácido e incluso mala leche. Me llama la atención que en Superioridad moral lo continúe habiendo, pero que hayas huido del chascarrillo fácil. Eres más fino e incisivo escribiendo, está todo mucho más meditado.
Sí, me ha salido así. No es que lo haya trabajado más…

 

¿No me dirás que estamos ante el disco de «madurez» de Doctor Explosión?
¡Bueeeno! De madurez o de inmadurez, según lo quieras ver. Para mucha gente este tipo de discos y con esta actitud de pretender ser adolescente y tocar garaje con cincuenta años es un claro síntoma de inmadurez [risas]. Por otra parte, es una forma de expresión y de plasmar quiénes somos, y si somos inmaduros, pues lo seremos. No me importa retratarme como un inmaduro porque probablemente lo sea. No he hecho lo que se esperaba de mí. No he tenido el trabajo que mis padres hubieran querido, no tengo una casa, no tengo hijos… soy un inmaduro patológico.

 

Pese a que no hay duda de que Superioridad moral es un disco de garaje, suena más melódico que los anteriores, incluso cantas en tonos más altos.
En este disco he asimilado las influencias de haber trabajado en Circo Perrotti con gente que tiene mucho talento. Eso te acaba influyendo y acabas mejorando un poquitito. Quizás canto mejor en este disco que en otros, y a lo mejor eso que aprecias es que mi voz suena más afinada, más musical, que todo tiene más «encanto» que discos anteriores, aunque en Hablaban con frases hechas (Discos Perrotti, 2011) ya se apreciaba esta evolución.

 

«Escribir con más sinceridad y mostrar mi lado más personal me ha llevado a cantar de otra forma»

 

Pero es algo que puede sorprender a los seguidores del grupo…
Trabajando con amigos que cantan superbién te vas fijando. La experiencia de miles de horas de grabación en el estudio es mi principal influencia. Haber estado con Jake García de The Ripe y Black Angels, e incluso con Sean Lennon, viendo como hacen las cosas, te impacta. Los humanos aprendemos imitando y estar rodeado de gente con talento te impulsa a emularles e imitar su talento, su forma de cantar y ponerlo en práctica a través de las nuevas canciones. El disco ha salido muy improvisadamente y he puesto en práctica algo que ya hice en Hablaban con frases hechas. Cuando grabé “Hoy una vez más”, una canción que escribí con mucha sinceridad, me quedé con la primera toma de voz. Si escribes con sinceridad, eso que escribes inspira la forma de cantar y te hace conectar de otra forma con la canción y meterte mucho más en ella. Una cosa me ha llevado a la otra: escribir con más sinceridad y mostrar mi lado más personal me ha llevado a cantar de otra forma.

 

¿Estamos entonces ante tu disco más personal?
Sin duda. El disco anterior lo era y este también, lo que pasa es que ese era personal de ese momento, y este es personal de ahora, de este momento. Los discos y las canciones son fotografías de quiénes somos en ese momento, qué puntos de vista tenemos. Luego ya está el talento de cada uno a la hora de encontrar las imágenes y las frases, eso ya depende de lo inspirado que estés. Cuando en el repertorio te pones a tocar “Eres feo chaval” o “Rompí la televisión” es como si sacaras una fotografía antigua de un cajón y volvieras a revivir quien eras hace veinticinco años. Por supuesto en el escenario lo revives tal cual, pero dudo que ahora escriba una canción así. Ahora tendré que escribir las canciones bajo la perspectiva de quien soy ahora.

 

Luego… ¡has madurado! [risas]
A ver, mal que nos pese, todos cambiamos y es normal. A veces, incluso cambiamos a peor [risas]. Creo sinceramente que soy un inmaduro, un soñador y un gilipollas, como siempre. Es inevitable no madurar. Hay una parte de mí que se resiste. Por eso sigo tocando garaje y haciendo giras con cincuenta años. Ya me dirás que puta madurez es eso. Hacer canciones es algo cojonudo. Es superdivertido verlas nacer y ver que hay otras personas que les interesa lo que haces. Y ante esta oportunidad y este chollo que me ha dado la vida, ¡sigámoslo haciendo, que mola, qué cojones!

 

Este es el primero de tus discos en el que las letras son todas en castellano. ¿Renuncias al inglés? ¿Para cuándo una canción en asturiano?
Cada vez me atrae menos escribir en inglés. Me atrae cada vez más escribir en castellano porque puedo contar mis historias mucho mejor. A la gente de Estados Unidos le resulta exótico que yo cante en español, le gusta. Jake se parte el culo con la versión de “They call me country” (“Paleto”) aunque no la entienda. Le hace gracia, siendo de Texas, oír una cosa que le suena muy «genuina» a country en español. Puedo meter alguna frase en asturiano, pero no lo hablo y no sería honesto por mi parte. No sentiría que canto de forma veraz, de forma sincera. En mi casa no se hablaba. Mi padre era andaluz y mi madre asturiana de pura cepa. En definitiva, me siento más cómodo escribiendo en castellano e incorporando alguna palabra asturiano como en “La polilla”, en la que hablo de Asturias y de los que nos quedamos en «provincias» supuestamente apolillándonos y no vivimos la excitación de las grandes ciudades, y acabo diciendo que «de todos los folclores solo hay uno que yo amo / y no es el rock anglosajón / es el folclore asturiano». En el fondo, la cultura asturiana tiene que ver más con mis raíces que el rock y el blues, que es una cosa que hemos aprendido de los discos pero no está en nuestro folclore, en Gijón, en Asturias. Al final, tu cultura es todo. Unas cosas te vienen por la tradición y otras por lo que aprendes. Tu cabeza es una ensaladera donde se junta todo esto y da lugar a experimentos humanos inexplicables cono Doctor Explosión. ¿Sabías que mi tatarabuelo fue el lutier de gaitas más importante de la historia de Asturias? Se llamaba Cogollo. Está considerado el Stradivarius de la gaita en Asturias.

 

¿Me estás diciendo que oiremos gaitas en discos de Doctor Explosión?
Me molaría, por qué no. Me molaría hacer un disco temático sobre Asturias. Soy una contradicción. Te estoy diciendo que no, pero me estoy dando cuenta de que sí, me gustaría hacer un proyecto distinto. Tengo que darle una vuelta. Descubrir esta historia de mi tatarabuelo y las gaitas me dejó la cabeza un poco loca, la verdad. Tengo una gaita suya.

 

 

Muchas de las canciones de Superioridad moral están escritas en primera persona (“Insatisfacción”, “El día que David Bowie murió”, “Paleto”, “Vestir de mujer”, “Apego evitativo”, “Mi lista de cosas que hacer”, “Grises”…). ¿Hasta qué punto son autobiográficas? ¿Qué hay de ti en estas canciones?
Hay mucho de mí y de cómo me imagino que ven la realidad otras personas. Por ejemplo, el día que David Bowie murió nos pilló en el estudio, mientras estaba acabando un riff. Trabajábamos con la urgencia de crear, de «parir» una canción al día. De repente, alguien dijo: «Se ha muerto Bowie. Mira qué dicen en Facebook». Había gente que lo vivía como un drama y se rasgaba las vestiduras y otros que se descojonaban de los primeros y de las estrellas del rock. Observas esa realidad y desde tu punto de vista y con tu sentido del humor la reflejas. Bowie nunca me interesó mucho como artista, solo tengo un disco suyo, pero siempre le tuve aprecio. Nunca tuve ese rollo fan y la necesidad de tener sus discos, pero hay una canción que me flipa: “Changes”. Me dio penilla que se muriera, por eso le dediqué la canción y le hice un tributo incorporando la palabra «changes». Hay cosas mías en las letras, otras muchas no lo son. Eso es lo interesante: la letra no tiene que ser un «ego trip», incluso puedes reflejar cosas opuestas en las canciones. Puedo utilizar la primera persona inconscientemente para descojonarme de mí mismo y de todo. Cuando escribo en primera persona no necesariamente soy yo al cien por cien. Me gusta jugar.

 

¿Entonces quién es el paleto que describes en la versión de “They call me country”, de Lee Hazlewood?
El paleto somos todos porque todos podemos ser paletos. Nadie está libre de ser paleto. Por muy cool que nos creamos, en alguna situación nosotros vamos a ser el paleto. “El paleto” va de esto, de que todos los somos. Seguro que estaremos en un contexto en que va a ser evidente, por eso juego con cosas tan dispares en la letra. A lo mejor empiezo retratando a gente que conozco que hace cosas como tomar cacharros y son puteros, que es algo tremendamente paleto, pero también digo que llevar el pelo cortado a lo beatle es de paletos, como querer salir en un programa cultural. Voy desmontando eso y le voy dando la vuelta.

 

Decías que os impusisteis el reto de grabar una canción cada día. ¿Cómo fue el proceso de creación del disco?
Puse los micrófonos y dije: «Chicos, vamos a grabar». «¿A grabar qué?», me dijeron. «No sé, a grabar». De repente te pones a improvisar. Cuando tienes el límite del tiempo la cabeza empieza a trabajar. Agarro un guitarra y se me ocurre un riff, una melodía… Tengo cierta facilidad para eso, pero tengo que situarme en un contexto que me obligue a hacerlo. Si no, pasan los putos días y no lo hago. Hoy mismo hubiera podido quedar con Pibli tranquilamente y componer un disco, pero no lo hago porque estoy recopilando las putas facturas para la declaración trimestral del IVA y hablando contigo. Si te obligas, y pones en contexto esa obligación y haces de ello un límite creativo, que te ayude a componer, haces el disco en el momento, y eso es interesante. Unas veces creas el esqueleto de la canción y otro día la acabas. A veces cuesta más desarrollar o parir la letra. La de Bowie salió del tirón, tardé cuatro cinco horas. Otro día salió la de “Insatisfacción”, otro las demos de “Vestir de mujer”, pero la acabé de componer tres años después en Argentina, con mis amigos de allí. Empecé en enero de 2016. Trabajé cinco días en el disco y lo aparqué. Retomé en febrero de 2019. Le di muchas vueltas a las mezclas. Me volví muy loco. Y como no me quería equivocar con la masterización, decidí a ir a Abbey Road. Por fetichismo, porque me molaba ir en persona y porque sé que es un sitio de referencia mundial en cuanto a calidad. Quería enfrentar mis canciones a ese estándar de calidad a ver si daban la talla y, sobre todo no quería hacerlo yo.

 

«A Sean [Lennon] le flipó “Mi lista de cosas que hacer” y se puso a tocar la batería como un loco, a hacer tomas y tomas»

 

Antes citabas a Sean Ono Lennon, que ha colaborado en algunas de estas canciones. ¿Cómo os conocisteis?
Nos conocimos en Austin en 2015, en el festival Levitation, por una serie de extrañas y curiosas circunstancias. Estuvimos hablando de componer y cantar con sinceridad. Después, de mesas de mezclas. Congeniamos, y tras una actuación en el Primavera Sound vino a pasar unos días a Gijón con Jake, de Black Angels, y conmigo. El primer día estuvimos improvisando, haciendo una jam. Sean tocó la batería, que la toca muy bien. Quedamos en que cada uno presentara al día siguiente una idea para desarrollar una canción entre los tres. Yo presenté “Mi lista de cosas que hacer”, grabada en 2012 pero que no acababa de cerrar, no me acababa de convencer como la tenía resuelta. A Sean le flipó y se puso a tocar la batería como un loco, a hacer tomas y tomas. Pilló una sudada de la ostia. Jake se puso al bajo, yo a la guitarra, Sean tocó otra guitarra. Lo pasamos de puta madre grabando esa canción. Sean me aportó un montón de ideas para acabarla, incluso se emocionó y le hizo una letra en inglés, basándose en la letra que yo había escrito en español. A su vez, como yo no tenía la letra terminada, me inspiré en algunas cosas que había escrito Sean en inglés para acabarla. Fue una simbiosis, un toma y daca interesante. Pasamos una semana en grande en Gijón.

 

Ahora toca salir a defender el disco en directo. ¿Cómo será la gira?
Tenemos muchas fechas y van a salir más. El grupo está sonando cada vez mejor. El otro día estuvimos en Vigo, en La Iguana. Billy, de los Killer Barbies y propietario del local, me dijo que le había sorprendido lo bien que sonaba el grupo. Esta nueva formación de forma estándar suena mejor que otras formaciones de Doctor Explosión. Es más estable, está todo más en un su sitio. Jorge Ilegal me ha dado mucha caña en este sentido, para mí es como un hermano mayor. Intenta aconsejarme para que haga las cosas bien, aunque yo, a veces, no le hago ni puto caso al hombre y luego los dos nos descojonamos de eso. Según su criterio, Doctor Explosión es un grupo que en el pasado no sonaba bien, aunque haya personas que pensemos que ese sonido es guay. Es una cosa de criterios. El grupo lo integran ahora Conrado Martín (batería), Dani Montero (bajo) y César Crespo (guitarra). No ha sido fácil compenetrar dos guitarras. La cosa suena bien, pero hay que ir más allá y ver si somos capaces de crecer como grupo. Hay que ver si el experimento se puede trasladar en el futuro al estudio de grabación.

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