Discos: «María canta copla», de María Rodés

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«Una auténtica delicia, apta para entusiastas «amateurs» o de nuevo cuño de la copla pero también para seguidores del género de toda la vida pero que admitan relecturas valientes e innovadoras»

maria-rodes-18-06-14

María Rodés
«María canta copla»
CHESAPIK

 

 

Texto: JAVIER DE CASTRO.

 

 

Es probable que algunos ortodoxos de la copla piensen que María Rodés se ha pasado tres pueblos con este «María canta copla», su último disco de estudio. No en vano, hasta podría parecerles incorrecto y quizás hasta reprobable que la cantante catanala haya despojado de mucha de su intensidad y sentimiento primegenios a las piezas elegidas para conformar esta nueva colección de canciones suya. Dirán los doctos en la materia que una de las señas de identidad del inmenso acerbo musical que grandísimos compositores como Quintero, León, Quiroga o Solano, entre muchos otros, convirtieron en imprecedero y universal, fuera ese carácter extremadamente pasional y hasta épico de la mayoría de las letras. Algunas incluso hoy en día hasta podrían ser tachadas de políticamente incorrectas por su machismo indisimulado además de por rayar lo que –si la cosa acababa de forma fatal– antaño se denominaba “crimen pasional” y en la actualidad, de manera menos bizarra y realista, conocemos por “violencia de género”. PUES NO. A mí en particular, lo que me ha entusiasmado sobremanera de este último giro de tuerca que Rodés ha dado a su trayectoria mediante este hermosísimo álbum, ha sido conseguir llevar a su terreno canciones ancestrales como ‘Tengo miedo’, ‘Tres puñales’, ‘Tatuaje’ o ‘Ay pena, penita, pena’, interpretándolas con una dulzura inusitada muy alejada y despojada casi del todo de la fuerza y profundidad sentimentales que otrora impregnaran en ellas divas raciales como Concha Piquer, Marifé de Triana, Juanita Reina o Lola Flores.

El caso es que tanto la escucha pausada del disco como cualquiera de las preciosas actuaciones de presentación  que está protagonizando estos días, nos están brindando una oportunidad bárbara para admirar la habilidad de María para experimentar toda clase de lenguajes musicales haciéndolos cotidianos y súper fáciles de asimilar pero, sobre todo, para disfrutar a partir de cualquiera de las nuevas perspectivas sonoras que ella nos propone y que, en este caso concreto que nos ocupa, deben ser calificadas como bastante alternativas y radicales. De cualquier modo, una auténtica delicia, apta, sin lugar a dudas, para entusiastas «amateurs» o de nuevo cuño de la copla pero también para seguidores del género de toda la vida pero que admitan relecturas  valientes e innovadoras.

Anterior crítica de discos: “Tothom ho sap”, de Gerard Quintana amb Xarim Aresté.

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