Discos: “Barrio andante”, de Ángel Petisme y Luis Farnox

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Para los devotos de estos dos inteligentes y sensibles músicos –rabia que no tengan más calado– es ya esencial. Para los que no los conozcan, más todavía, descubrirán que hay gente que narra los sueños, la esperanza y lo que realmente pasa en la calle”

 

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Ángel Petisme y Luis Farnox
“Barrio andante”
DESACORDE, 2015

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Si algo sabe hacer muy bien la música española es hablar del barrio. Desde Lone Star a Gato Pérez, de Kiko Veneno a Serrat, se ha constituido en un enclave mítico con sus palabras. No hablamos de la calle, no es estrictamente eso, sino de una articulación geográfica que es el núcleo existencial del sur de Europa. En palabras vulgares, en España la identidad de mucha gente principia en el barrio, y ello lo han sabido reflejar perfectamente nuestros poetas.

Por ello, no puede suponer más que una intensa satisfacción que dos de ellos, Ángel Petisme y Luis Farnox –El Mecánico del Swing– hayan colaborado escogiendo sus canciones más afines a ese centro y hayan compuesto al alimón una introducción muy pinturera llamada como el conjunto. Como en ‘Las ciudades continuas’ de Italo Calvino, cada esquina de Pamplona o Zaragoza se abre a un paisaje de Cádiz o Marsella, estableciendo una constante, un pálpito al unísono en cada entramado popular. Le sigue una ‘Apología y petición’ de Gil de Biedma con un recitado de Asunción Balaguer, la viuda de Paco Rabal. A partir de aquí, y alternativamente, van desplegándose sus tonadas más arraigadas al sabor de dimensiones urbanas, a razón de una media docena cada uno.

Farnox tira mucho de sonidos de metralla sentimental y de noches de verano. Siempre rozando el rhythm and blues, muy presente en ‘Un sombrero para la ciudad’, de aire abolerado. A partir de aquí emplea chotis o pasodobles con final rumbero como el de la evocadora, verdadero pulso sentimental de las calles, ‘La chica de los autos de choque’. También de rumba vive ‘Me voy’ y el género de la zambra, esa versión hispana de la danza del vientre, apunta en ‘Al alma’, para acabar con el himno oficioso de Vallecas: ‘Marineros de secano’.

Petisme comienza con la estremecedora ‘El tranvía verde’, un pasacalles de amor a la tierra en cada respiración y de ambiente esperanzado y bucólico con ese chiflo. Las sensaciones de la adolescencia, tema querido por él, autobiográfico siempre, se despliega en ‘El pozo de san Lázaro’. El ‘Azzurro’ de Adriano Celentano irradia un aire muy mediterráneo y, en una amplitud de motivos incandescente, el amor se refleja en ‘Dos bicicletas’ y la política en ‘Y además nos votaréis’. Última joya: ‘Los olvidados’, de su disco sobre Buñuel, la zona cero de los barrios, el himno de los perdedores a ritmo de ranchera, con sus trompetas y sus guitarrones.

Por si no fuera bastante, que lo es, todo ello se acompaña de una selección de poemas de ambos –reconocidos en las páginas de cultura, no cualquier cosa– recogidos también de sus libros, siempre combativos y soñadores, con el añadido de un inédito ‘Patriotas de la infancia’, que da el tono general. Más, un pregón del barrio con normas generales de uso y estupendas ilustraciones de Enrique Flores, excelente acuarelista de viajes y el mejor narrador gráfico de las protestas ciudadanas del 15M. Y como guinda, un puñado de fotografías de sus locuras y sus visitas a países que necesitan apoyo. Para los devotos de estos dos inteligentes y sensibles músicos –rabia porque no tengan más calado– es ya esencial. Para los que no los conozcan, más todavía, descubrirán que hay gente que narra los sueños, la esperanza y lo que realmente pasa en la calle, desde la más hermosa alegría.

 

 

Anterior crítica de disco: “La fe remota”, de Fabián.

 

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