Diego Vasallo: Regresar una vez más

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“No me atraen demasiado las opciones de rock al uso, me gustan los sonidos con grano, con textura y con oscuridad”

 

Diego Vasallo vive la edición de “Baladas para un autorretrato”, su nuevo disco, como un regreso a la música, a las canciones, a los discos en solitario, a los conciertos tras un periodo más centrado en la pintura. En esta entrevista conversa con Juan Puchades.

 

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: MAXI DEL CAMPO.

 

Diego Vasallo sigue apegado a San Sebastián, allí vive y tiene su base de operaciones, aunque para encarar la promoción de “Baladas para un autorretrato” se encuentra en Madrid, donde todavía mantiene casa desde los años ochenta. Con su voz pausada y grave responde las preguntas sobre un disco crudo, con el que se aproxima a esa desnudez formal de las primeras grabaciones del rock and roll, o del folk estadounidense en los tiempos de los discos de pizarra, buscando lo mínimo y, a la vez, cierta verdad de la grabación, intentando capturar la esencia, sin trampa ni cartón. No, no es un disco para todos los oídos, y Diego lo sabe, quizá por ello con él inicia aventura sumándose al catálogo de la independiente madrileña Subterfuge.

 

Han pasado seis años desde tu anterior disco en solitario, te lo tomas con calma.
Sí, la verdad es que me lo he tomado con mucha calma. Pero tampoco tenía especiales motivaciones para sacar un nuevo disco. Al final ha surgido la oportunidad de editarlo con Subterfuge, además el CD también sale con un libro [“Al margen de los días”], en un poemario que saco con poemas y dibujos e incluye el CD, pero al principio no tenía muy claro ni en qué formato sacarlo ni cómo. Al final surgieron estas posibilidades de sacar las dos cosas a la vez, el libro con el cedé y el vinilo con el cedé, me pareció una buena idea y decidí publicarlo todo a la vez, porque sí es verdad que tenía unas canciones rondando y algo quería hacer con ellas.

 

Desde hace tiempo la sensación es que vives algo alejado de la música y más centrado en la pintura. ¿Cómo te aproximas en estos momentos a la música?
Ahora mismo, la música es casi como una vuelta, porque en diez años solo he editado un disco [“Canciones en ruinas”], en 2010, porque el anterior es de 2006. Durante ese tiempo he estado muy alejado de conciertos, de contratos discográficos y sí, estaba más centrado en la pintura, hice bastantes exposiciones, estaba muy inmerso en la pintura. De hecho sigo, lo que pasa es que ahora estoy más abierto a la posibilidad de compaginar ambas cosas, pintura y música. Como te digo, para mí esto es como una vuelta al mundo musical, al mundo discográfico, la vuelta, de alguna manera, a la industria del disco. En cierta modo estoy bastante ilusionado y motivado, porque es una vuelta con un disco nuevo del que estoy bastante satisfecho y con una compañía independiente que parece que tiene muchas ganas de trabajarlo. Eso me motiva para volver a trabajar con la música.

 

Pero, fíjate, el lapso entre discos es tanto que cada vez que editas uno es prácticamente un regreso, e incluyo a Duncan Dhu, que también fue una vuelta.
Sí, bueno, pero no siempre ha sido así.

 

Me refiero a esta última década.
Sí, la última década, sí, porque es lo que comentaba, desde el 2006 a 2016 realmente solo ha habido un disco, en 2010, y además un disco que casi no se trabajó y del que apenas hice conciertos, un disco que pasó un tanto sin pena ni gloria. Pero antes de 2006 sí grababa discos con frecuencia, prácticamente cada dos años. Diría que desde Cabaret Pop al 2006, cada dos o tres años, como máximo, editaba disco. Ese fue un periodo más inmerso en la vida musical, pero sí, en esta última década he estado bastante alejado, por eso esto lo vivo como un nuevo comienzo en la vida musical.

 

En anteriores discos mirabas esencialmente hacia sonidos europeos, mientras que en “Baladas para un autorretrato” te has decantado más por el folk rock de raíz estadounidense, ¿era la intención?
Sí, es cierto lo que dices, de hecho en algunos discos casi que renegaba del rock, estaba un poco harto, un poco cansado, y busqué otras alternativas: la música francesa, el fado, la bossa, la canción italiana. Y es verdad que este disco tiene una raíz mucho más anglosajona, sobre todo americana. Hombre, creo que gran parte de esto se debe a con quién lo he grabado, con Fernando Macaya y su gente, su equipo de Santander, los músicos habituales que tocan con él, y ellos tienen esas referencias clarísimas. A mí tampoco me ha costado nada porque mis referencias, digamos más primitivas, también vienen del rock and roll de los años cincuenta, del blues antiguo, del folk austero, que es un mundo que me ha gustado siempre, así que nos hemos entendido muy fácilmente.

 

A nivel de audio también has buscado esa sonoridad de absoluta crudeza, se te escucha respirar en algunos momentos, es una grabación con mucho grano.
Sí, eso es totalmente intencionado, lo teníamos claro tanto Fernando como yo, y fuimos a por ello, planteando las sesiones de grabación de forma en que eso quedara reflejado, grabando una gran parte en directo, no todo pero sí gran parte y dejando todo tipo cosas sin pulir. Además, también a nivel de instrumentación y arreglos la banda suena un tanto oscura, como si tocaran… no sé, en un cine oscuro, algo así. La batería, por ejemplo, está muy desestructurada, realmente no es una batería, son elementos dispersos de batería haciendo percusiones. Eso es parte del cómo Fernando y yo encaramos la producción.

 

Aunque en “Canciones en ruinas” musicalmente te orientabas hacia otros caminos, sí que andabas buscando esa crudeza sonora.
Sí, desde hace mucho tiempo me interesan mucho los sonidos muy austeros y con mucha textura, no me atraen demasiado las opciones digamos de rock al uso, me gustan los sonidos con grano, con textura y con oscuridad. En “Canciones en ruinas” ya apuntaba hacia ahí, lo que pasa es que ese es un disco un tanto especial, se grabó en un teatro muy pequeñito de Menorca, pero lo grabamos entre tres, entre Suso Saiz, Diego Galaz, que es un magnífico multiinstrumentista, y yo. Estábamos ellos dos, el técnico y yo, realmente era un disco de una austeridad casi delirante, un poco obsesiva [risas], y en ese aspecto sí que me he querido distanciar un poco y hacer un disco más de grupo, de banda, que es lo que ha sido. Porque además este grupo ha tocado mucho juntos, y eso facilita enormemente las cosas.

 

¿Los códigos del rock te parecen demasiado establecidos, o en vía muerta?
Sí, es una vía muy manida, me refiero al rock estándar, porque hay otros grupos de rock que no es nada estándar y que tiene otro tipo de planteamiento, pero el sonido rock o el pop rock al uso hace bastante tiempo que no me atrae demasiado, por eso busco instrumentaciones que no son las previsibles, quizá, y grabar los instrumentos y a la banda de maneras un tanto especiales. Eso es lo que pretendíamos en este nuevo disco.

 

A la vez, en las canciones eludes los estribillos, ¿es querer romper también con la estructura clásica de la canción?
Tampoco es nada nuevo, el mismo Dylan de las últimas épocas prácticamente no tiene estribillos en canciones de siete u ocho minutos totalmente repetitivas. Es un concepto que me gusta, es un poco lo que comentábamos con respecto al rock, pero con los estribillos, la canción pop parece que tiene que tener una estructura predefinida y el estribillo tiene que ser brillante, con una melodía limpia, y es verdad que ese tipo de estructura en la canción me aburre un poco, me gusta más que sea la letra la que conduzca la canción, que empiece la canción, comience el texto y cuando finalice el texto, acabe la canción: ya has dicho lo que tenías que decir, y se acabó. Esa es la línea que sigo. Incluso, a veces me gusta, como juego para mí, meter algún pequeño cambio armónico en los acordes, en lo que yo llamo estribillo, que es algo que casi no se nota.

 

¿Es un verso repetido lo que entiendes por estribillo?
Sí, o a veces la melodía cambia ligeramente, solo un pequeño cambio, o incluso a veces simplemente aparece una sonoridad nueva. En realidad no se le puede llamar estribillo, son como partes un poco diferenciadas de una misma canción.

 

¿Esta importancia del texto quiere decir que tus canciones ahora nacen desde la letra y luego les pones música?
Bueno, curiosamente, no trabajo así, trabajo al revés. Creo que en el mundo del rock and roll y del pop casi todos trabajamos las letras por lo menos a partir de una estructura melódica o armónica previa, quizá en la canción de autor es diferente, y muchos sí que trabajan a partir del texto. Pero yo no, siempre suelo tener un puñado de melodías o de estructuras de acordes —que antes las grababa en una casete, en un walkman, ahora las grabo en el móvil—, y cuando me dispongo a darle forma a la canción, a meterme con la letra, tiro de esas melodías y ahí ya el propio texto va conformando la canción, va dándole más forma y va terminándola. El propio texto hace que muchas veces la melodía cambie algo y es cuando se termina la canción. Trabajar con las canciones es un poco un trabajo de orfebrería, muy manual, podríamos decir, muy de oficio.

 

Por lo que cuentas, en esta parte de tu obra que son los discos, las canciones, el poeta no está ganándole la partida al compositor de canciones.
Sí que le doy mucha importancia a los textos, eso es cierto, me gusta escribirlos y me cuesta bastante trabajo escribirlos, más que la música. Pero creo que las canciones no se pueden separar, el texto con una melodía es lo que conforma una canción. Una canción nunca va a ser un poema, nunca, y además no debe serlo, es un género muy diferente. Los textos de las canciones nacen para ser cantados y por eso necesitan una melodía con la que encajen. Para mí el secreto de una buena canción no es que tenga una letra brillante ni tampoco una melodía brillante, es que las dos cosas encajen como un puzzle perfecto, como algo que no chirría en absoluto y que el texto y la música están engarzados perfectamente. Eso a veces me falta en algunos grupos o gente que escucho, que te chirría un poco el fraseo, parece que la melodía y la letra no terminan de casar muy bien, y ese es el secreto de una buena canción, hay canciones maravillosas, buenísimas, que tienen una letra muy sencilla, muy simple, y sin embargo la forma en la que melodía y la letra se abrazan hacen que la canción sea perfecta.

 

¿Te sientes cómodo cuando escribes letras para otros?
En realidad he escrito pocas letras para otros, lo he hecho alguna vez. A Mikel [Erentxun] más que escribirle letras le he dejado alguna canción, como “Mapas en el hielo”, de este disco, que la grabó él, lo que pasa es que salió en un cedé de descartes suyo, no llegó a terminarla. Pero es algo que me gusta, he colaborado con algunos músicos haciendo ellos la música y yo la letra, como con Leo Minax, que es un cantante brasileño que vive en Madrid, con él hice dos o tres canciones, también con Joserra Senperena. Es una forma que no he trabajado mucho, pero me parece estimulante.

 

¿En esos casos, intentas meterte en la piel del otro?
La verdad es que no, cuando escribo una letra la hago como si fuera para mí. Pero tampoco han sido encargos para discos lo que he hecho, han sido más bien colaboraciones, canciones hechas entre dos. No he tenido muchos encargos a lo largo de mi vida, todavía estoy esperando alguno [risas].

 

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“Me interesan la potencia, la profundidad o la emoción, eso es lo que pretendo que tengan las canciones y los discos”

 

Hay mucha soledad y tristeza en estas baladas, el autorretrato parece bastante sombrío.
Bueno, hay algo, quizá menos que en otros discos. Hay un poco de todo, diría que es más sosegado. Sí hay un tinte melancólico y parece que las canciones están envueltas en niebla, pero es algo que me sale ya de una manera innata. A mí la parte que más me atrae de la música, de las canciones, incluso de la poesía puede ser la elegía, cierta melancolía, la añoranza, quizá. Es algo que me sale de una manera espontánea porque me atraen esas coordenadas, esos ambientes.

 

A lo que también contribuye el espectro sonoro con que has trabajado este disco, tranquilo, pausado.
Sí, eso es cierto, últimamente no me salen tempos muy rápidos, eso es verdad, no se muy bien por qué. En realidad quizá se deba a algo tan simple como mi forma de tocar la guitarra, no soy un gran guitarrista, ni muchísimo menos, soy muy rudimentario, y me cuesta tocar en la guitarra tempos rápidos, sobre todo con ciertos ritmos, entonces los medios tiempos y los tiempos lentos me fluyen de una manera más natural, y es probable que tocando yo la guitarra las canciones salen así quizá por eso, puede ser.

 

‘Cada vez’ es la canción más rítmica del disco, y curiosamente también la más europea de todas, la que más enlaza con el álbum anterior.
Sí, esa canción tiene una melodía un tanto… no sé si de canción italiana, o más mediterránea. De hecho es una canción que probamos de distintas formas, y en alguna de ellas se acentuaba más ese lado y se convertía en algo como una tarantela, pero la banda la fue llevando hacia esta dirección, a mí también me gustó y ha quedado un poco un híbrido, porque podría haberse quedado descolgada de las demás.

 

 

¿Intentas con tus discos solistas, como dices en los primeros versos de ‘Ruido en el desierto’, “no repetir lo irrepetible”, que cada disco sea distinto y tenga vida propia?
Sí lo intento, pero es difícil. Cuando llevas muchos discos grabados la repetición de ciertos recursos es casi inevitable, porque al fin y al cabo uno mismo no puede reinventarse y cambiar con facilidad, eso sería incluso artificial. A lo largo del tiempo empiezas a tener un lenguaje propio, para bien o para mal, que es el tuyo y el que surge, otra cosa es que luego, al trabajar los discos, te plantees una producción de una manera o de otra, con una banda u otra. Pero es difícil no repetirse, aunque no me preocupa demasiado, no soy especialmente fan de la novedad en sí misma, somos un poco esclavos del culto a lo nuevo, y la novedad no es ni buena ni mala. Me interesan más otras cosas, como la potencia, la profundidad o la emoción, eso es lo que pretendo que tengan las canciones y los discos. ¿Que sean fórmulas que ya he utilizado? No me preocupa especialmente y, en cierta manera, es inevitable.

 

¿La voz con la que estás grabando, tan rota, es tu voz natural o es impostada?
[Risas] Es una pregunta que me hacen constantemente. No es una voz impostada, aunque siempre hay un grado de impostación al cantar; es decir, cantar es interpretar, creo que nadie canta como habla. Pero es cierto que la voz al cantar se me rompe, y creo que es por una poca capacidad de mi garganta, que al cantar ya está forzándose a sí misma, porque se rompe enseguida. Lo único que he hecho en los últimos discos es bajar los tonos de las canciones, cada vez estoy cantando en tonos más graves, y eso hace que la voz tenga más textura y que susurres más y cantes menos. Que también es un poco porque no me terminaba de gustar mi voz en tonos agudos, he ido bajando los tonos y en esas tesituras me he encontrado más cómodo. Pero, aparte de eso, es la voz que surge frente al micro, no hay absolutamente nada más, y nada menos, ¡es la que hay!

 

Siempre tuviste una voz grave, pero con los años parece que esté destrozada, no sé si es producto de darle mucho a los Celtas cortos.
[Risas] No, ya te digo, la voz al cantar siempre se me ha roto, lo que pasa es que al cantar en tonos más graves parece que eso se acentúa. Con el paso de los años la voz también va cambiando, es inevitable, le pasa a todo el mundo. En muchos cantantes es bastante común que con la edad se cante en tonos más graves. En mi caso no hay ningún misterio ni truco más que lo que te he comentado. Pero es verdad que me lo preguntan porque quizá suene excesivamente oxidada, pero es la que sale al cantar.

 

¿Con esa voz aguantas tres conciertos seguidos?
La verdad es que en directo me la castigo mucho y sufro bastante de la garganta, precisamente porque tengo muy poca capacidad y, además, cero técnica [risas]. Sí, es cierto, hay gente que va a clases de canto, y yo siempre he sido bastante reacio, pero me imagino que eso sí que puede ayudar a que no te castigues tanto la garganta, también tiene que ver con la respiración, cómo emites la voz y ese tipo de cuestiones que son muy técnicas, por eso digo que no tengo ninguna técnica, canto como puede cantar cualquier. Pero pasa que con los años vas aprendiendo a aceptar lo que tienes, y a utilizar lo que tienes de la mejor manera posible, nunca me he considerado un gran cantante, casi ni siquiera un cantante, lo que pasa es que he acabado cantando mis canciones porque parecía que era lo lógico, parece que si escribes canciones es natural que las acabes cantando. Al final me estoy empezando a acostumbrar a mi voz.

 

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No he visto “Al margen de los días”, el libro de poemas y dibujos que ha salido a la venta a la vez que el disco, por lo tanto no tengo ni idea de cómo es, pero, ¿guarda relación con el disco?
No directamente, los textos que forman el libro son poemas breves escritos también a lo largo de estos años, son textos que voy recopilando y almacenando y cuando veo el momento les empiezo a dar un poco más de forma, a rematarlos y terminarlos. Me apetecía publicarlos, pero no guardan relación aunque sí forman parte de un mismo ambiente y de una misma mirada general, creo que se llevan bien las canciones y los poemas. Y los dibujos también, al fin y al cabo es mi mirada hacia estos terrenos y mi mirada es una, como la de cualquiera, es una mirada que mira en una dirección y eso se plasma en todo lo que haces. Pero no tienen una relación directa.

 

¿Lo de editar “Baladas para un autorretrato” también en cinta de casete, es un capricho?
Realmente ha sido cosa de Subterfuge. No sé si está volviendo, o será una moda pasajera la vuelta del casete, pero ellos lo propusieron y me pareció perfecto. La verdad es que ha quedado muy bonito el casete. Es que el casete es un formato muy entrañable, casi como un juguetillo, es curioso. No tengo una pletina a mano, debo tener alguna, no sé ni dónde, y me parece que la voy a tener que rescatar porque todavía no he escuchado el casete.

 

Antes lo has comentado, el disco lo edita Subterfuge, y tú has grabado siempre en Warner, bueno, en lo que podríamos llamar la saga Warner, de GASA hacia aquí. ¿Cómo ha sido el cambio, pediste la carta de libertad a Warner, te dijeron que ya no va más y que no querían más discos tuyos?
Realmente ya no tenía contrato con Warner, finalizó hace tiempo, y bueno, creo que habíamos cumplido una etapa. Estoy muy agradecido a Warner y hemos trabajado juntos durante muchísimos años, creo que hemos hecho discos muy buenos y siempre les tendré cariño y recuerdo. Pero creo que necesitaba comenzar por otras vías. Es lo que comentábamos antes, para mí es una vuelta y necesitaba un equipo nuevo, una compañía nueva y otros caminos y otros formatos. La verdad es que estoy motivado, porque tanto Subterfuge como la gente de la editorial Harpo, que son los que editan el libro, se están tomando el trabajo con mucho entusiasmo y mucho cariño, y eso me motiva, ya veremos. Por otro lado, la etapa Warner fue muy fructífera, porque hice un montón de discos con ellos.

 

Te dejaron margen de maniobra, pero, con el disco anterior, desde fuera parecía que te estabas saliendo de los parámetros actuales de Warner, por decirlo de alguna manera. Porque ya no es la pequeña GASA que tú conociste y que ayudaste a que creciera con tu grupo. Parecía que allí eras un artista desubicado: te habías hecho pequeño para algo que se había transformado en muy grande.
Sí, es verdad que estaba un poco fuera, no creo que fuera mi sitio, ni yo era un artista para ellos, y eso me parece que todos lo teníamos claro, lo que sucede es que nos conocemos desde hace tantos años que hay muy buena relación, y hemos trabajado muy bien y muy a gusto, pero yo no tenía mucho recorrido ahí. Mis objetivos y mis planteamientos están muy alejados de, digamos, el pop y el rock más del mercado, más de la industria. Mis objetivos están más fuera de la industria más “mainstream”.

 

A la vez, supongo que eres consciente de que tu carrera solista poco o nada tiene que ver con el público más masivo que sigue a Duncan Dhu. ¿Ha habido por tu parte un plan premeditado para dinamitar tu carrera solista?
[Risas] La verdad es que en algún momento he llegado a pensarlo, que igual inconscientemente yo mismo me estaba poniendo trampas. Pero es cierto que nunca he pretendido que el público fuese el mismo, de hecho al contrario, cuando he hecho discos en solitario pretendía hacer cosas totalmente distintas y llegar a otra gente, lo que pasa es que al final estaba yendo a un sitio donde no estaba llegando a nadie. He tenido momentos, por ejemplo, con tentaciones grandes de dejar de grabar discos y de dejar de tocar, he tenido momentos de muy poca motivación, ni siquiera me emocionaba mucho la música. De cierta manera he retomado las ganas, aunque evidentemente no son las mismas que cuando tenía 20 o 25 años, pero he disfrutado mucho haciendo este disco, con el equipo, con la grabación, y digamos que estoy bastante más motivado que otras veces.

 

¿Te sentiste cómodo en esta última gira de Duncan Dhu, te sientes cómodo en ese papel de colíder y bajista del gran grupo que toca en conciertos grandes?
Digamos que me he terminado por acostumbrar. Hubo un momento que no lo soportaba más y de hecho fue cuando paramos en el 2001, entonces no me veía en ese papel y lo dejamos. Pero, curiosamente, con los años, después de tanto tiempo, cuando nos volvimos a juntar en 2013 Mikel y yo, me sentí mejor, me sentí más cómodo, empecé a disfrutar de tocar el bajo, de tocar con Mikel, de formar otra banda distinta para Duncan Dhu. Y sí que lo he disfrutado. Quizá también fueron giras un poco diferentes: la primera fue una gira de invierno en teatros y auditorios, que son espacios que me gustan mucho, y la última ha sido una gira más de verano, de festivales, de fiestas, plazas, algunos conciertos gratuitos, y ese es un formato que me motiva y me gusta mucho menos. Pero sí he disfrutado estas dos giras de Duncan, aunque disfruto mucho más tocando las canciones últimas de Duncan y las canciones nuevas que hicimos que las antiguas, pero he disfrutado más que en giras de hace años.

 

Ahora tienes unos conciertos anunciados, no sé si tienes planeado recorrer toda España por pequeñas salas.
Ahora mismo hay cuatro conciertos cerrados: Santander, Málaga, Madrid y Donosti. Luego, como siempre, es un poco verlas venir, si se puede continuar esta vez me gustaría hacer salas, porque la banda está a punto, hemos ensayado, suena muy bien y me gustaría, pero las cosas en este país están como están y tocar en salas a veces es casi más difícil que tocar en otros sitios. Así que veremos, pero mi intención es que, si se puede, toquemos.

 

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