Devendra Banhart: El orgullo de ser uno mismo

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“De hecho es bastante atractivo verlo llenar el escenario cuando abandona su guitarra y anda desde el borde hasta el fondo mientras casi rapea la vacilona ‘Fancy man’”

 

 

El músico folk Devendra Banhart pasó por Madrid para presentar en directo su último trabajo, “Ape in pink marble”. En su concierto de las Noches del Botánico estuvo Miguel Tébar A.

 

Devendra Banhart
Real Jardín Botánico Alfonso XIII de Madrid
2 de julio de 2017

 

Texto: MIGUEL TÉBAR A.
Fotos: PILAR MORALES.

 

Buen ambiente y audiencia agradecida en la segunda y última parada española del tejano, de ascendencia venezolana, Devendra Banhart. Activo e inquieto desde hace quince años, se presentó con las cancioncillas de su noveno álbum de estudio “Ape in pink marble” (Nonesuch, 2016) aún por tocar en media Europa —de cuyas pistas tiró para bendecir el inicio del concierto—.

Llegó al viejo continente con su reformada banda, temporalmente secundado desde la baja fidelidad por su admirado Tim Presley, conocido como White Fence, el cual no ocupa el hueco del emancipado Rodrigo Amarante. Le acompañaban también Huw Evans (mellotron, guitarra eléctrica y coros), Gregory Rogove (batería y voz) y Luckey Remington (bajo eléctrico y coros). Dos días antes pasaron por el Vida Festival de Vilanova i la Geltrú y quién sabe si durante la jornada anterior a las Noches del Botánico participaron del WorldPride Madrid 2017, aunque a tenor de lo manifestado diríamos que sí (de una u otra manera): “The Pride es mi celebración favorita, todos los días del año deberían de ser el Orgullo”. Previsibles divagaciones sobre el amor sin género, justo después de intentar recordar sin éxito la frase completa de uno de los temas sinuosos de The Velvet Underground antes de recuperar la tropicalista y coreada ‘Baby’.

“Entre nosotros… ¡todos somos pana!”, arengó cual gurú hermanándonos, para concluir el primer tercio del bolo con la primera en lengua materna ‘Mi negrita’, muy celebrada como es lógico. Casi siempre (que quiso) se expresó con su acento latino, consciente de que además de hacerlo más seductor, si cabe, en España crea empatía y es más aplaudido por ello.

Desde que hace una década nos visitase con su entonces larga cabellera (ahora cortada), pintado de chamán de paz y liderando aquella yeguada desbocada hippie en forma de colectivo musical, o desde que se pasease en una anterior visita acústica junto a su socio Andy Cabic de Vetiver, hasta llegar al presente momento “hipster casual” —si es que todavía se permite la manida adjetivación— los cambios más significativos de su directo son las vibraciones de las maderas por los sutiles punteos eléctricos del mismo Devendra y los arreglos electrónicos de Huw Evans, conocido como H. Hawkline (teclista y actual telonero de corte galés). Menos psicodelia y más ego. La discreción del bajista seguramente esté justificada por su talento artístico paralelo a la música (algo que lo une al “jefe”) y la presencia de su inseparable amigo Gregory Rogove (baterista y también actual telonero de corte ukelele) siempre sirve de apoyo a las divagaciones y cambios de guión de Banhart, aportando además fundamentales segundas voces, como en el recitado introductorio a la divertida historia judía de amor ‘Shabop Shalon’.

 

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A la hora de fingir, mediante acuerdo con el resto de compinches, el quedarse solo (o no) quiso demostrar su capacidad de improvisación —o de hacer los que le venga en gana, viniendo a ser lo mismo—. Afirmó no saber qué interpretar y sí querer atender peticiones populares. Pero al encadenar rápidamente ‘Quédate luna’ con ‘Brindo’ pocos serían los reproches. Además se permite vacilar (ante el escrito en una pancarta de primera fila): “Voy a hacer la versión más larga de ‘Santa Maria de Feira’ de cuantas hayáis escuchado” y cantar una única estrofa del conocido éxito, quedando todo dicho. También vio procedente y cercano ofrecer el numerito, cada vez más frecuente, de dar la oportunidad de subir al escenario a algún joven desconocido para que pueda demostrar su talento anónimo. Y aquí es lícito que alguien tenga sus dudas sobre la guionización del espectáculo pudiendo llegar a pensar que no todo sea tan improvisado. La joven afortunada en este caso, llamada Raquel Aragón, juraba no conocerlo y que emigraría en breve con su poesía a otro país sin intención de convertirse en cantautora y sí de poder vivir de su arte.

En este punto podría afirmarse, de quien ha sido uno de los personajes más cool del planeta indie, que le interesa más divertirse y provocar (sin aparentarlo) antes que facturar algo ordenado, íntegro y por tanto (quizás) obvio. Lo cual puede tener su gracia. De hecho es bastante atractivo verlo llenar el escenario cuando abandona su guitarra y anda desde el borde hasta el fondo mientras casi rapea la vacilona ‘Fancy man’ o aún más cuando se la vuelve a colgar intentando contentar el reto gritado para interpretar ‘Sea horse’, ante la mirada desorientada de sus músicos, y resolverlo acortándola con el “reprise” de la antillana ‘Fooling’ para despedirse.

Un repertorio de una hora que alargó treinta minutos más gracias a las licencias tomadas para presentar a su gente, a las charlas con su público y a frenar el ritmo de por sí ya suavecito, propio de sus composiciones y dulces melodías. Deteniéndose de manera ecuánime en cada uno de sus trabajos desde “Cripple crow” (XL Recordings, 2005) —quién sabe qué pasaría durante su relación contractual en el sello de su descubridor Michael Gira— y concediendo a la parroquia un único bis comprimido, en el que mezcló una versión del ‘Sound and vision’ “Dedicada al ‘starman’ David, que ahora vive en una de aquellas dos estrellas junto a la luna que esta noche nos protege”, junto a la aclamada ‘Carmensita’, con prisas, sin dar opción a otras y dejando con ganas de más al personal.

Supongo que la seguridad que Devendra Banhart siempre ha demostrado le hace superar las comparaciones con gigantes como Caetano Veloso o músicos de pop folk alternativo como Kings of Convenience. Al igual que sus detractores seguirán siéndolo, en la medida que a sus fans les parezca uno de los tipos más auténticos.

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