Desorden, de Sigmund Wilder

Autor:

DISCOS

«La continuidad de un sonido que combina electrónica con corazón, paisajes de frialdad con la calidez de la belleza»

 

Sigmund Wilder
Desorden
AUTOEDITADO, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Tras un elepé editado hace cuatro años y un epé hace dos, el proyecto de David Martínez —bautizado como Sigmund Wilder— ha cambiado de idioma y de parámetros sonoros. Del inglés se pasa al castellano y de un sonido más crudo a una instrumentación más electrónica y sofisticada. Siguen sonando a esa new wave británica, pero ya son menos The Cure y menos Joy División —aunque su espíritu sigue estando ahí— y más OMD y, tras su paso al castellano, con cercanía a la versión hispana de ese tecno que practicaron, por ejemplo, La Mode.

Desde luego no se anclan en esa época. Cierto que “Ángeles”, por ejemplo, tiene mucho de Echo & The Bunnymen, pero también cuentan con Placebo, Editors o Interpol en la recámara. Y de entre los españoles se sitúan junto a El Último Vecino o Presumido. No es solo revival, es la continuidad de un sonido que combina electrónica con corazón, paisajes de frialdad con la calidez de la belleza, sintetizadores que resultan obsesivos y angustiantes con sentimientos de íntima melancolía.

Las ocho canciones se desarrollan durante aproximadamente durante cinco minutos cada una, tiempo dilatado para el pop, pero necesario para que destaquen esos arreglos tan bien medidos, los de “Ficción”, sin ir más lejos, o “Caballos de Troya”, de fondos densos y paisajes que pintan frialdad y que contrastan con la voz cálida, versátil, que va desde el susurro a la pasión o lo teatral. Voz que puede ser también tan helada como los fondos sonoros.

Incluso la iconografía, vertida en las letras, tiene mucho de ese mundo cosmopolita, tecnificado, de historias novelísticas, de Vídeo o Glamour. Metal, luces de neón, sueños… son palabras repetidas dentro de letras que en los ochenta explotaban una educación sentimental nueva, la que —llena de tristeza— aparece en “Sin ti fue invierno”, deudora de ese grupo que ha marcado a tantos otros sin estar en las enciclopedias: Décima Víctima. La canción derrama melancolía, es cierto, pero también tono alentador y claridad: “El sol volverá a salir”.

En esta línea se sitúa el tema que cierra el disco, “Objetos perdidos”, la mirada que se vuelca en todo lo que se ha ido abandonado en el camino y nos deja desnudos. «Hoy encontré mi sonrisa inocente y sincera», dice la letra, para dar de nuevo lo mejor de uno mismo con lo que somos, con lo que fuimos. Tan estremecedor como el «quiero volver a ser yo» que canta Residente en “René”.

En definitiva, la plantilla de Desorden está clara: “Ángeles” es puro Echo & The Bunnymen, “14 segundos”, con su adictivo bajo, mucho de Ultravox, y esos coros espectrales, esos muros de sonido electrónico, esa tristeza en las palabras tienen mucho de decenas de grupos de esa época. Datos técnicos que no deben hacernos desviar de lo importante: es un disco lleno de grandes canciones.

Anterior crítica de discos: By request, de A.J.Croce.

Artículos relacionados