Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba

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DISCOS

«Hacía mucho tiempo que una banda no desprendía una energía tan poderosa y genuina con tanta naturalidad»

 

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba
Derby Motoreta’s Burrito Kachimba
EL SEGUELL DEL PRIMAVERA, 2019

Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

Como pocas veces ocurre, nos gusta recordar cuando nos chocamos con la suerte de improviso, o cuando estamos en el lugar correcto, en el momento adecuado. Y allí estábamos a finales de 2017, en la sevillana sala Fun Club, justo antes de que Quentin Gas y Los Zíngaros subieran a las tablas para cerrar la gira de su imprescindible Caravana, cuando unos desconocidos teloneros de nombre arriesgado, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, abrían la velada y se estrenaban como banda por primera vez sobre un escenario. ¿Y qué pasó? Que la «kinkidelia», irremediablemente, comenzó a extenderse como la pólvora.

Los medidos adelantos provocaron más de un temblor de tierra, y en cada directo dejaban su adictivo rastro lisérgico y los ecos de un quejío eléctrico que, con uñas y dientes, parecía agarrarse al aire y sobrevivir al silencio. Esos singles, junto a un puñado más de canciones, se materializaron este año en su debut homónimo, convirtiendo el lanzamiento instantáneamente en uno de los álbumes más interesantes del panorama nacional.

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba nace como un combo explosivo en el que militan músicos de grupos que van de The Milkyway Express a Riverboy o Los Zíngaros, con Bacca y Gringo a las guitarras, Papi Pachuli a la batería, Soni al bajo, Von Máscara a teclados y sintetizadores, más el extra plus de Dandy Piranha, una voz que funde el espíritu de Jesús de la Rosa y los aullidos de Robert Plant y Bon Scott, bajo una lluvia de LSD.

Con estas mimbres, versos lorquianos en vena y rezumando filosofía de la calle a cada paso, sin olvidar la actitud y estética cañí que los convierte en fugados personajes de la filmografía de Eloy de la Iglesia, tras la intro “KBMD”, nos embisten con una “The new Gizz”, en la que se mezclan a la perfección las raíces del rock sureño y la psicodelia más afilada de sus amados King Gizzard & The Lizard Wizard, cóctel perfecto con sello y frescura propia que se extiende por cada uno de los siguientes hits.

Así, ardemos en “el fuego azul” de “Aliento de dragón”, nos arrojamos al abismo que «abre una brecha en el tiempo» con un mantra tóxico envolvente —y la banda a tumba abierta— en “El salto del gitano”, pasando por «esa corana que pide piedad» bajo un manto de sintetizadores en las “Grecas” o el apoteosis final de “Samarkanda”, en la que irremediablemente se «parte el universo en dos».

Hacía mucho tiempo que una banda no desprendía una energía tan poderosa y genuina con tanta naturalidad.

Como «un beso del trueno a la montaña» se abre paso un rayo de luz que contiene la esencia del rock andaluz de ayer, hoy y siempre, en la acústica “Sonium Igni – Pt. 1”, aminorando el galope y disparando el latido omnipresente de Triana, con una verdad que resuena tan fuerte y sentida, que corta la respiración.

“La piedra de Sharon” es el broche que, a quemarropa, nos vuelve a reventar el pecho a base de tornados lisérgicos de riffs y teclados sintéticos, con una base rítmica que acelera como una locomotora en llamas, mientras Miguel García desata todo instinto animal y ruge como si, tras el final de los finales, pudiera conseguir que todo volviera a empezar.

Revelación y consagración de una banda casi al mismo tiempo. Ocho pistas que en menos de 35 minutos te dejan quemaduras y hacen que este debut discográfico de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, tenga aroma a azufre y a disco del año.

Anterior crítica de discos: Souvenir, de OMD.

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