Corriente alterna: Après mode

Autor:

depeche-mode-19-05-13

«Seguramente estaba siguiendo en mi cabeza una estructura premeditada que no se correspondía con el camino trazado por el disco. Las rutas no encajaban. Me perdí»

 

Con la excusa de “Delta machine”, el nuevo trabajo de Depeche Mode, de por medio, Juanjo Ordás habla en esta entrega de «Corriente alterna» de que a los discos hay que darles su tiempo.

Una sección de JUANJO ORDÁS.

No se puede juzgar a un perro porque no se deje acariciar la primera vez que lo ves, tampoco a un gato que no quiera nada contigo cuando ni siquiera te conoce, ni a una persona que no se abre sin confianza de por medio. Los discos también son así. Salivaba pensando en “Delta machine”, el nuevo trabajo de Depeche Mode. Los adelantos que se habían dejado escuchar eran portentosos, avanzando un disco electrónico pero con mucho soul, con mucha alma, con dolor blues. Era importante obviar que se había filtrado días antes de su puesta en las tiendas y hacer lo mismo con Spotify el día de su edición oficial. Ese disco había que escucharlo fisicamente, con la portada ante los ojos, con el libreto entre los dedos y el cedé en el reproductor. Había que olerlo, escucharlo y comerlo. No solo por respeto a la obra (hay que decirlo una vez más, la falta de soporte físico lastra la experiencia), sino por respeto a una banda que tanto gozo me ha proporcionado. Aquellos que no sean fans de Depeche Mode pueden sustituir su nombre por el que quieran, que vale lo mismo.

Cuando finalmente lo escuché, me decepcionó. Ahí entra el instinto. Cuando todo falla, siempre queda el instinto. No era un mal disco, pero no había conseguido entrar en él. ¿Me había condicionado? Seguramente estaba siguiendo en mi cabeza una estructura premeditada que no se correspondía con el camino trazado por el disco. Las rutas no encajaban. Me perdí. Pero hablábamos del instinto, y el instinto pedía distancia. No era la travesía imaginada pero sin duda el paisaje era hermoso. Por alguna razón no era el que esperaba ver pero aún así también había cielo y tierra, y alma, había alma.

A los dos días volví, sabiendo que había que vaciar la cabeza y dejar que la obra hablara por sí sola. Le pedí disculpas por no haberla dejado expresarse, le pedí perdón por el ruido en mi cabeza. Entonces, empezó a hablar. Ahora la entendía y puedo decir que “Delta machine” es magistral, que ya se deja acariciar, que es la mejor de las compañías. Depeche Mode han superado la línea marcada por sus últimos discos entre lo genial y lo aceptable, volviendo a firmar su trabajo más homogéneo desde “Songs of faith and devotion”. Hablar de “Delta machine” como disco influido por el blues es un sinsentido, pero sí es cierto que Depeche Mode vuelven a acercarse una vez más al mágico y prehistórico género como ya hicieran en algunas de sus canciones clásicas (‘Personal Jesus’, ‘I feel you’) y el cruce no puede ser más potente aunque no sea dicha amalgama la que da identidad a un trabajo variado pero cimentado en el que también cabe la música electrónica más oscura.

Anterior entrega de Corriente alterna: Cuando Los Rodríguez nos desearon “Buena suerte”.

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