Coque Malla: La hora de la fiesta

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“Las canciones de ‘La hora de los gigantes’ fueron los cimientos de lo que Coque Malla es a día de hoy. Sin ese disco, ‘Termonuclear’, ‘Mujeres’ o el reciente ‘El último hombre en la tierra’ no habrían sido posibles”

 

El próximo 6 de junio, Coque Malla grabará un disco en directo en el que repasará su carrera junto a invitados como Neil Hannon (Divine Comedy), Jorge Drexler, Iván Ferreiro y Dani Martín. Un acontecimiento que lleva a Juanjo Ordás a reflexionar sobre el camino en solitario del músico madrileño.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

No sorprende que Coque Malla haya decidido grabar un concierto el próximo 6 de junio en Madrid. Tampoco sorprende que se vaya a tirar la casa por la ventana, o al menos eso parece, pues va a haber invitados, sección de cuerdas, metales… Y digo que no sorprende porque era un paso evidente, lógico en su carrera, necesario. Los discos en directo suelen tener mucho de punto y aparte, y lo cierto es que un punto y aparte viene que ni pintado en este momento.

Han pasado ya ocho años desde “La hora de los gigantes” (2009), el álbum con el que Coque se reencontró como músico, a falta de una definición mejor. Su debut, “Soy un astronauta más” (1999), fue un buen trabajo, igual que el disco libro “Sueños” (2001), enrocado pero con miel en el centro. Sin embargo, con “La hora de los gigantes” pasó algo, desde su estoica portada se adivinaba una intención seria de colocar las piezas en el tablero y empezar una partida larga. En su momento ese álbum llamó mucho la atención por la forma en que compaginaba el rock con estilos satélites como el soul, el pop o el vals, pero sus confesionales pesaron mucho a la hora de cimentar su leyenda. Malla daba una lección de utilización de léxico, desde la emergencia al calado reflexivo. “Y ahora enciendo un cigarrillo y aspiro hasta el final / no me importa si está bien, no me importa si está mal”, cantaba. Qué tranquilidad de espíritu. Así se podía hacer planes.

 

 

Creo que las canciones de “La hora de los gigantes” fueron los cimientos de lo que Coque Malla es a día de hoy. Sin él, futuras obras como “Termonuclear” (2010), “Mujeres” (2014) o el reciente “El último hombre en la tierra” (2016) no habrían sido posibles, aunque todos fueran diferentes entre sí.

“Termonuclear” fue uno de los repertorios más profundos que ha firmado el autor, un viaje íntimo a la tristeza. No era un paso más respecto a “La hora de los gigantes”, sino unos cuantos pasos hacia el sótano. Había que estar listo para “Termonuclear”, primero para respetar que Coque no hubiera grabado un sota-caballo-rey. Segundo, para entender que esto ya no era solo una carrera por la autovía del rock and roll, sino una carretera secundaria, solitaria, con fantasmas en el arcén. Una hermosura desde las ruinas, pedazos de una vida volteados por el viento.

 

 

Aún había más pasos inesperados. Coque estaba bailando un baile inédito. “Termonuclear en casa de Coque Malla” (2011), registrado en su propia vivienda, era el disco en vivo más inverosímil que se pudiera imaginar. Si el original ya era valiente por lo expuesto de sus canciones, este lo era aún más por cantarlas desde la madriguera y ante un grupo de periodistas y público. La idea en sí daba un poco igual, lo soprendente era que se atreviera a meterse a la audiencia en el bolsillo de la camisa, cerca del corazón y de las pulsaciones. En ese sentido, “Mujeres” ejerció de recopilatorio fuera de lo común, porque desde su propio concepto era ya de por si un disco nuevo. Canciones con invitadas pero tejiendo un hilo común y con una puesta en escena teatral, que ni era estudio ni era directo, sino una representación

 

 

Así, uno se quedaba completamente noqueado, y tras editar un homenaje a Rubén Blades de tirada limitada, era difícil imaginar qué iba a hacer a continuación Coque, pero la garantía de calidad era segura. Las expectativas eran altas y difíciles de definir. ¿Por dónde iba a salir? La respuesta fue sencilla: canciones hermosas. Para “El último hombre en la tierra”, en mi opinión una obra culmen del rock español, Coque volvió a escribir desde el corazón, pero se concentró mucho en lograr arreglos preciosistas junto a su hermano, Miguel Malla. Un hecho tan natural nos volvió a coger a todos por sorpresa. Fue una confluencia de una colección de canciones que sangraban verdad y unos ropajes de lujo, como si la idea hubiera sido embellecer esos borbotones de rojo vivo. La expresión lo era absolutamente todo.

 

 

Entonces, ¿cómo sorprenderse ante una recapitulación? Echar la vista atrás seca el aliento. Desde “La hora de los gigantes” hasta “El último hombre en la tierra” se captura un camino que ahora hay que registrar en una celebración, la forma natural de poner colofón a esta odisea emocional, con amigos, saludando también al futuro de paso. El concierto de Coque Malla en Madrid será irrepetible, como él mismo ha anunciado, pero también excepcional. La cuenta atrás empieza ya.

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