Cine: “The interview”, de Evan Goldberg y Seth Rogen

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“Solo es capaz de escandalizar a los directamente aludidos en su baja tolerancia al humor imperialista”

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“The interview” 


(Evan Goldberg y Seth Rogen, 2014)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

En 1978, el dictador norcoreano Kim Jong-I1 mandaba secuestrar a Shin Sang-ok, uno de los grandes cineastas de Corea del Sur. El rapto del director y de su esposa, la actriz Choi Eun-hee en Hong Kong, tenía un propósito muy claro: Kim Jong-Il pensaba que el cine norcoreano andaba escaso de ideas y de fuerza, y Sang-ok sería el talento llamado a revitalizarlo. Durante años, el realizador se vio obligado a dirigir varios largometrajes entre intento e intento de escapar, aunque probablemente ninguno tan descabellado como “Pulgasari” (1985). Rodada poco antes de su huida definitiva -aprovechando un viaje a Viena en 1986-, esta versión norcoreana y comunista de “Godzilla” narraba la historia de un pueblo oprimido por un malvado rey y de una revolución campesina que culminaba en el aplastamiento del enemigo con el apoyo del monstruo. La increíble historia puede llegar a ofrecer una idea de, por un lado, la locura megalomaníaca que ha definido al régimen de Pyongyang y la estirpe de los Kim, y por otro, la constatada cinefilia de un Kim Jong-Il que incluso llegó a escribir “Sobre el arte del cine”, libro en el que imprimía sus ideas en torno a la estrecha relación entre cine e ideología.

En el año uno tras ese apocalipsis simbólico de la nueva comedia americana que supuso “Juerga hasta el fin” (“This is the end”, Evan Goldberg y Seth Rogen, 2013), Goldberg y Rogen replican las opiniones expresadas por el difunto líder norcoreano en “The interview”: efectivamente, el cine implica inexorablemente una dimensión ideológica que ellos están dispuestos a llevar al mismo nivel demencial de “Pulgasari”. Allí donde el adoctrinamiento audiovisual se toma demasiado en serio a sí mismo –incluso en sus expresiones más disparatadas–, los acólitos de Judd Apatow solo pueden festejar la resaca de su propia celebración, un día después de que la ideología deje al descubierto sus vergüenzas y busque indignada la ropa que perdió la noche anterior. En ese contexto es donde Rogen y compañía se permiten imaginar a Kim Jong-Un (Randall Park) como un fan especialmente sensible de Katy Perry y como figura opacada por la sombra de su padre. El mismo donde el James Franco más tunante encuentra en el tirano al mejor compañero de juergas.

Para ser una de las películas que quizá más cerca ha estado de ocasionar un conflicto internacional, “The interview” es bastante más inofensiva de lo que uno podría esperar. Cualquier espectador curtido en las últimas derivas del género, y especialmente en las “apatowianas”, no tardará en percatarse de que se halla ante una vertiente “soft”, solo capaz de escandalizar a los directamente aludidos en su baja tolerancia al humor imperialista. Por lo demás, el de Evan Goldberg y Seth Rogen es un trabajo de irregular puntería cómica en su recurrencia a las constantes ya consabidas: el “bromance” que flirtea con el chiste homoerótico, el derroche de referencialidad pop y el cameo como gag de apoyo son las prácticas de siempre en un escenario excepcional. Además, Rogen y Franco desenvuelven una vez más una química invencible y eso garantiza desiguales carcajadas a lo largo del metraje. Pero el conjunto palidece en inspiración y fuerza subversiva frente a obras mayores como “El reportero” (Anchorman: The Legend of Ron Burgundy, Adam McKay, 2004) o “Supersalidos” (Superbad, 2007). Con todo, la posibilidad de fulminar cualquier barrera última para la representación del humor frente a las realidades más intransigentes, bien vale el precio de una entrada. O unos bonitos fuegos artificiales a modo de liberación.

Anterior crítica de cine: “Foxcatcher”, de Bennet Miller.

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