Cine: «Bárbara», de Christian Petzold

Autor:

«Historia arquetipo de quien vive privado de libertades básicas, entre las cuales cabe pronunciar la libertad de expresión. Poco cambian las cosas al otro lado del telón»

«Bárbara»
(«Barbara», Christian Petzold, 2012)

 

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.

 

 

Con asombro nos preguntamos con qué necedad se conjura Fortuna para modular los periodos históricos sin que notemos mudanza alguna. Solo Mortadelo supera en pericia a la caprichosa diosa dando el cambiazo, trasladando la providencia orwelliana a la sobremesa. Enciendan el televisor y fascínense con Don Mariano, manifestándose en una suerte de “neolengua”, transmitiéndose a través del “parte streamming”.  Oculto pero omnipresente, Don Mariano augura quiromancias desde la Sierra del Gistral pues le gusta leer el porvenir; y que pase el chaparrón. Mientras tanto, sueña que es un gran campeón.

El pisto de asociaciones podría no tener fin cuando se realiza la biopsia de una sociedad vigilada desde el particular Panopticón que forma cada Gobierno desde su patio. Tras la difícilmente superable “La vida de los otros” (“Das leben der anderen”, Florian Henckel von Donnersmarck, 2006), solo queda registrar la experiencia individual, la situación emocional del personaje dentro de un régimen totalitario como el que ofrecía a sus conciudadanos la extinta República Democrática Alemana.

“Bárbara” es una historia representativa, arquetipo de quien vive privado de libertades básicas, entre las cuales cabe pronunciar la libertad de expresión. Poco cambian las cosas al otro lado del telón, pero eso no lo sabe todavía Bárbara (Nina Hoss).  Probablemente necesitemos más información a la hora de reconstruir los motivos que confinan a la doctora Bárbara al arresto agrario en el mundo rural. Sin duda, la hospitalidad y el bucólico ambiente que se respira en la campiña de la Alemania oriental nos harán visitar estas dudas en más de una ocasión. Parece que no se vive mal y además hay gente muy maja. A diferencia de “La vida de los otros”, no se respira una atmósfera opresiva, aunque se palpen trazos de un sistema rígido, irracionalmente corrector con los inadaptados.

El barruntado final de “Bárbara” no entorpece el argumento, elaborado con escasos giros, con un dramatismo un tanto descafeinado. No serán estas las principales causas que resten fondo a la trama, sino un elenco de actores –encabezado por Nina Hoss– demasiado caricaturizado, endebles en sus respectivas interpretaciones, expuestos a un crudo planteamiento profílmico que les exige demasiado.

Los más reseñable del día a día de esta doctora de campaña nos evoca al estilo bressoniano; a la austeridad formal, a la estructura aséptica sobre la que se dispone el film. Una estructura orgánica sobre la que crujen crudos y áridos sonidos, excepcionalmente realistas y expresivos en su tarea de mostrar el estado interior de un personaje, a la vez que se captura la singularidad de un contexto espacial definido por esos mismos adjetivos.

“Bárbara” presenta numerosas insuficiencias a nivel de guión, todas se superan de la mano de Christian Petzold. Sin embargo, a una película que ruega por interpretaciones fuera de lo común, se le recorta la envergadura con la ausencia de tensión, muchas veces provocada por la reiteración de gestos y situaciones sin carácter, también proporcionadas por la mano de Christian Petzold.

Anterior entrega de cine: “Érase una vez en Anatolia”, de Nuri Bilge Ceylan.

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