Carlos Tarque: «Si el rock no ha muerto ya, no morirá nunca»

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«No es que sea un defensor del rock como única alternativa, no soy un talibán, pero es cierto que me ha salvado la vida»

 

Carlos Tarque cierra 2019 con un año de rodaje de su debut solista, Tarque, y un concierto en La Riviera de Madrid. Carlos H. Vázquez habla con él para hacer balance de esta etapa, justo cuando cumple 25 años de carrera con M Clan, y prepara la vuelta del grupo.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: PATRICIA J. GARCINUÑO.

 

Vértigo es lo que siente uno cuando se le descontrola la vida, lo que un día fue para ti rock and roll. Pasar los veintisiete ya te hacía viejo si querías morir joven, aunque todavía podías llegar a los treinta y tres arrastrándote como Jesús. Las madrugadas hoy son más frías que antes y has perdido el zumbido de los oídos que queda después de un concierto («¡Hey! ¿Dónde estoy? ¿Cuál es mi nombre? ¿Quién soy yo? Siento que mi vida empieza hoy», dice “El viaje”, de M Clan). Y aunque es verdad que aunque «el tiempo no te espera», como dice la letra de “Inmigrante”, todavía puedes llevar la chupa de cuero.

Carlos Tarque ha ido a mejor; sus patillas son las más grandes del rock español. Hubo varios momentos en la carrera de M Clan que fueron formando al grupo, reduciéndolo al dúo Tarque y Ricardo Ruipérez. Pero dentro del apartado de la discografía, Usar y tirar (DRO East West, 1999), Memorias de un espantapájaros (DRO Atlantic / Tres Cipreses, 2008) y Delta (Warner, 2016) sirvieron de volante en la carrera de M Clan, con sus cambios, tanto en lo musical como en la formación y en sus respectivos crecimientos personales. El vocalista y compositor fue el primero en lanzarse en solitario con Tarque (Warner, 2018), un disco de trío de rock eléctrico que ha tenido por bandera a Led Zeppelin, Paul Rodgers (Free, Bad Company…), Black Sabbath o Rod Stewart, entre otros. Es innegable que el tiempo ha pasado por Carlos Tarque, pero las canas no le sientan nada mal. Tampoco llevar chapas de la Creedence Clearwater Revival en la chupa.

 

Para el rock and roll, ¿hace falta tener garganta o corazón, aunque tengas un cactus en él?
Para el rock and roll lo que hace falta es tener ganas de rock and roll. Hombre, si tienes garganta y un cactus en el corazón, lo tienes más fácil. Pero creo que lo que hay que tener, básicamente, son ganas y fuerza.

 

¿Y cómo concibes tú el rock and roll?
El rock and roll es un estilo musical en el que llevo muchos años. También es un espíritu vitalista, más que una agitación política o social, que es lo que la gente pretende siempre. Es algo vital, como un revulsivo al aburrimiento; me refiero al rock and roll en las canciones. No es que sea un defensor del rock como única alternativa, no soy un talibán, pero sí que es cierto que me ha salvado la vida.

 

¿Por qué dices que te ha salvado la vida?
Bueno, porque encontré una forma de vivir y un oficio. Un porqué. Cuando tenía trece o catorce años me gustaba mucho el rock, pero de repente encontré un motivo. Hay mucha gente que no lo encuentra en su vida y se dedica a trabajos que no le gustan, pero yo he tenido la suerte de dedicarme a ello. Por eso digo que salvó mi vida. No porque me fuera a morir, me salvó en el sentido de que descubrí un oficio que me ha dado de comer.

 

¿Tiene un espíritu «peterpanesco» el rock and roll?
Es un oficio, es un trabajo… Otra cosa es querer ser el eterno Sid Vicious o algo así. Es cierto que en el rock hay un componente muy romántico que tiene que ver con lo legendario, con vivir deprisa y toda esta historia, pero no son más que licencias poéticas. Aquí hemos sobrevivido a los veintisiete hace mucho tiempo.

 

¿Crees que Tarque fue un disco muy esperado? Ya tenías proyectos aparte de M Clan, como Gran Cañón, Hot Legs, Los Rollers…
Hombre, yo creo que sí pudo suscitar interés, porque había gente que se preguntaba qué podía hacer yo después de veinticinco años de M Clan. Algo original, no versiones. Para mí, desde luego, sí que era muy esperado, y así lo hemos visto: he hecho una gira de cincuenta y cuatro conciertos con un mogollón de afluencia de público, con un primer disco que fue número dos en ventas. La gente que ha venido a los conciertos ha estado encontrando una respuesta muy potente y una satisfacción, no hay una decepción, creo. Estoy muy contento, porque eso demuestra que lo que hacemos está bien.

 

 

«No quería hacer un disco de cantante, porque eso es más previsible que la hostia, como de acabado, y yo no estoy acabado»

 

 

Tarque tiene hard rock, también blues… Un rollo Paul Rodgers muy interesante (Free, Bad Company)… y también muy Led Zeppelin, como en “Ahora y en la hora”.
Puede ser. Todo esto que dices está en nuestras influencias, es inevitable. Mucha gente se queda un poco perpleja, pero nuestras influencias siempre han sido más anglosajonas que españolas, aunque sí que hay algo de rock español, cosas que suenan a Barón Rojo, un grupo brutal del rock español que casi tiene que ver con el heavy metal. Nosotros venimos de ahí, Carlos Raya y yo somos de esa generación; hacemos rock clásico en castellano, un género especial, y no hay muchas bandas que lo hagan en España.

 

¿Habrá cada vez menos bandas que lo hagan?
No lo sé, pero me da igual. ¿Qué puedo hacer yo? Ellos sabrán. Hombre, no es la música mainstream que se escucha. Creo que me he hecho un poco mayor para algunas cosas que no entiendo de la música actual. No es que no las entienda desde el punto de vista despreciativo, es que no me llegan, no conecto, pero es lo normal. No se puede estar conectando con todo; hay cosas que me horrorizan.

 

Supongo que esto tiene que ver con la edad. Acabas de decir que te has hecho un poco mayor para algunas cosas…
Pues sí. Son cosas que no me ha tocado vivir. Ahora escucho cosas y no las comprendo, no entiendo por qué gustan. Pero sin desprecios, ¿eh?

 

Podemos entender que “Janis, Amy, Billie” es otra canción dedicada a las figuras de la música que murieron a los veintisiete años, pero no es el caso.
No. Además, Billie Holiday era mayor cuando murió. Es una canción hecha a tres artistas mujeres que admiro. Me gustaba esta idea: cantantes de blues, de una u otra manera, y con una vida muy potente, que siempre me han dado ternura por su vida, por el sufrimiento que tuvieron… Todos sabemos cuál fue la historia de estas tres mujeres, con vidas duras en cuanto al amor, pero a la vez eran cantantes que tenían un poder que te cagas. Por eso me identifico con ellas.

 

Carlos Raya es otra persona con la que también te identificas, al menos musicalmente hablando. ¿Cuándo contactaste con él para empezar a trabajar en Tarque?
Siempre hemos tenido contacto, porque hemos trabajado con M Clan, hemos compuesto juntos, ha sido productor… Esto es una familia y Raya siempre ha estado ahí. He notado con él una conexión especial, porque venimos del rock y hay un lenguaje que tenemos los dos en muchas canciones de M Clan que son de Raya y mías, no de Ricardo [Ruipérez], aunque también por ser de M Clan. Por eso, todo lo que estamos haciendo con Tarque de M Clan son cosas de Raya y mías. Hace muchos años que quería hacer un disco en solitario, pero un día le llamé y le dije que me gustaría que participara, porque sabía cuál era la idea que tenía yo del disco y por dónde iba a tirar: rock con guitarras brutales casi por encima de la voz. No quería hacer un disco de cantante, porque eso es más previsible que la hostia, como de acabado, y yo no estoy acabado. Quiero decir, no quería hacer un disco ni de villancicos ni de canciones de crooner. Lo respeto y me gusta, pero no voy a hacer un disco de jazz, no puedo hacerlo. Hice un disco de rock y seguiré haciendo discos de rock, que es el lenguaje en el que me encuentro cómodo. Es como mi patria.

 

Dices que esta idea del disco en solitario ya te rondaba desde hacía muchos años…
Sí. Siempre le comenté a Raya que tenía ganas de hacer algo en solitario. Él me decía que tuviera cuidado con eso, porque entonces con M Clan estaba muy bien. Pero supone un break y tenía la necesidad de hacerlo. No es que me apeteciera hacerlo, es que necesitaba hacerlo, y lo hice. Le llamé a él primero, y le dije: «¿Me ayudas? ¿Sí? Pues vamos a hacerlo». Sin Carlos Raya lo habría hecho de otra manera, creo que ha sido fundamental en este disco. De hecho, seguiré trabajando con él, y creo que podremos hacer cosas guays.

 

En la batería está Coki Giménez y al bajo tenemos a Iván Chapo González, ambos de M Clan también. ¿Cómo formaste la banda?
Pensé: «¿Quiénes son el mejor batería y el mejor bajista que conozco para esta historia?». Estos, sin más. Además, son amigos y tenemos buena onda. Sabía que lo iban a entender, que lo íbamos a hacer bien… y, de hecho, es así como se está haciendo en directo.

 

Cuando entrevisté a Ricardo Ruipérez hablamos de la continuidad del sonido de Delta en su disco, En la distancia corta. Tú, en cambio, vas al rock más crudo, aunque recuerdo que en entrevistas anteriores me mostraste tu entusiasmo con Para no ver el final.
Y con Delta, que fue una idea mía. Yo quería que fuera un disco de guitarra y voz, como Bon Iver, pero al final fue derivando en Nashville e hicimos un disco de raíces americanas. Es cierto que Ricardo conecta más con ese sonido, pero porque no le gusta el hard rock. En los discos rockeros que hemos hecho de M Clan siempre teníamos un tira y afloja. No es muy amigo de los riffs de guitarra, sino de otro tipo de sonido, que es el disco que ha hecho.

 

¿Crees que Para no ver el final fue un punto de inflexión en el grupo?
Casi cada disco. Hubo unos más transitorios, pero Memorias de un espantapájaros, por ejemplo, es un disco de cambio. Y hay varios discos más de M Clan que son fundamentales. El primero [Un buen momento], por ser el primero. Usar y tirar, por el salto a lo comercial, que fue muy interesante, y por lo que hoy, posiblemente, nos hace estar aquí hablando. También Defectos personales, porque se fue Santiago Campillo… Creo que todos tienen su relevancia. Pero de cambios, Memorias de un espantapájaros fue un disco en el que retomamos una cosa que habíamos perdido, que era la esencia de hacer música artística. Era inevitable la presión de querer seguir estando en el número uno, y no porque la compañía nos lo exigiera. Es entonces cuando empiezas a pensar más en qué es lo que le va a gustar al público y no en lo que a ti te gusta. Y eso no puede ser.

 

¿Eso fue lo que sucedió con Defectos personales?
No. Es que se fue Santiago y hubo algunas cosas un poco extrañas. Fue un disco hecho como medio sin ganas, Ricardo tiraba hacia un lado y yo también… Fue un disco un poco raro y es el que menos me gusta, pero suena muy bien y tiene cosas que me gustan.

 

 

«En Memorias de un espantapájaros retomamos una cosa que habíamos perdido, que era la esencia de hacer música artística»

 

 

“Antihéroe”, por ejemplo.
Sí. Pero igual que hay canciones que me gustan mucho, también hay canciones que no puedo ni oír. Sinceramente, yo no entiendo por qué lo hicimos.

 

¿Qué ha pasado en una banda como M Clan para que tanto tú como Ricardo decidierais hacer un disco cada uno por vuestra cuenta?
Nada. Lo que pasa es que tampoco es tan raro. No es que de repente nos hayamos peleado, es que después de veinticinco años me apetecía probar otra historia. No quiere decir que odie a nadie. Es cierto que en veinticinco años ya no hay una frescura, pero bueno, lo raro es que no suceda. Y no tiene que pasar nada malo ni nada; simplemente es una cosa lógica de un artista y de dos personas.

 

¿Cuál fue el primer tema que tenías para Tarque?
“Heartbreaker”. El estribillo era el de una canción soul, como si fuera Para no ver el final. Yo no compongo mucho con piano, sino un poco con alguna guitarrilla y la boca. Entonces, tenía ese estribillo de un tema con un ritmo soul, casi funk. Luego lo llevamos hacia una cosa más rockera, lo cual nos enseña que hay mogollón de canciones, clásicas del rock, que pueden venir del blues y de la música negra. No es necesario ir a buscar el rock porque al final te acabas encorsetando. “Electroshock” también fue de las primeras, con un riff muy AC/DC.

 

Debo decir que “Lobo solitario” es mi preferida de Tarque, pero también es verdad que me recuerda a canciones como “Miedo”.
Claro. “Lobo solitario” es de Raya y mía, igual que “Miedo”. Raya compone muy bien, musicalmente, y la idea era hacer un tema como “Angel”, de Jimi Hendrix, con un riff con mucho flanger. Como un tema de balada rock muy años setenta, con bajo, batería y guitarra. Cuando tienes tan pocos instrumentos es fácil quedarte demasiado crudo, sobre todo en canciones muy melódicas; es más fácil lo más rockero. Pero bueno, como Raya lo llena todo tanto…

 

¿Qué tipo de guitarras se han utilizado para este disco?
Gibson Les Paul Goldtop y una Fender Stratocaster.

 

¿Y bajos?
Algún Gibson, pero sobre todo Fender Precision. O sea, lo estándar. Y una Ludwig [batería] de los sesenta que es brutal.

 

A pesar de ser un trío, la instrumentación de las canciones tiene muchos matices. Sobre todo porque recuperas el sonido más marcado en el bajo y los graves.
Cuando tienes mogollón de pistas con muchas guitarras, teclados, sección de cuerdas y metales, te preguntas dónde está el bajo. Lo que quería era buscar el sonido de los discos de los Free, quizá no tan crudo, pero que se escuchara como lo que es: tres tíos tocando casi mal, una guitarra que se atranca… Un poco el rollo de los setenta.

 

Teniendo en cuenta a Paul Rodgers, ¿eres más de los Free o de Bad Company?
Me gustan las dos, no hay tanta diferencia, aunque hay un poco más de instrumentación en Bad Company, que es un sonido más sofisticado. Lo que me gusta de Paul Rodgers es ese punto vocal blanco que tiene de blues y la crudeza de los Free. “All right now”, por ejemplo, es un hit de bajo, batería y guitarra que pones en la discoteca de pijos a las seis de la mañana y lo baila todo el mundo. ¡Eso es una maravilla! Y cuando digo «de pijos» me refiero a discoteca de gente que a lo mejor no es amante del rock. Conseguir que un tema rock trascienda ese género y llegue a todo el mundo es una cosa muy grande que le ha pasado a muy poca gente.

 

 

«No es que de repente nos hayamos peleado, es que después de veinticinco años me apetecía probar otra historia»

 

 

Este disco se titula simplemente con tu apellido. Supongo que es un signo de confianza.
Bueno, es una declaración de intenciones: «Hola. Aquí estoy yo». De eso trata la idea. Y la calavera de la radiografía soy yo también. Es una redundancia, pero es que para eso se hace, ¿no? Es un DNI, una presentación con una radiografía.

 

Y una cuchilla en la garganta.
Sí. Eso surgió después. Me gustan mucho esas radiografías de errores médicos donde se encuentran unas tijeras dentro. Me hacía mucha gracia eso y sugerí meter algo, entonces pensé en la cuchilla y en el contraste que haría en la garganta. Mi voz es rota, pero creo que esa imagen tiene fuerza.

 

Recuerdo que Pereza [Leiva y Rubén Pozo] decían que cantabas con los cojones.
Eso lo dicen siempre [risas]. Me gusta cantar como los cantantes que me han gustado siempre, con intensidad. Que cantar no sea una excusa para una canción, que sea lo principal. Mi escuela han sido los cantantes solistas, desde David Coverdale, Rod Stewart o Robert Plant hasta Miguel Ríos. Incluso puedo hablar de Fortu, del heavy metal, de cuando era pequeño. Pero te hablo de cantantes con micrófono, no de los que se cuelgan la guitarra y cantan. Algo que tengas que currártelo.

 

Hubo quien aconsejó a Ricardo Ruipérez que no sacara un disco en solitario. ¿Sucedió igual contigo?
No. Todo lo contrario. Entiendo lo de Ricardo porque a lo mejor es más arriesgado. No me gusta la frase «jugar con ventaja», porque esto no es una carrera donde uno tiene más ventaja que el otro, pero yo soy cantante y Ricardo no, él tenía que cantar y eso es un paso muy importante. Le admiro por lo que ha hecho. Su puesto es más arriesgado, pero la gente me conoce más por mil cosas, no solo por ser cantante, sino porque me he prodigado más. Siempre he estado ahí, al pie del cañón. Yo le dije que hiciera ese disco. Ricardo siempre ha hecho canciones al margen, no es que lo hiciera de repente.

 

 

«Conseguir que un tema rock trascienda ese género y llegue a todo el mundo es una cosa muy grande que le ha pasado a muy poca gente»

 

¿Cuántas canciones tenías tú para Tarque?
Sesenta o cincuenta. Algunas eran proyectos que nunca llegas a terminar, porque hay que ir seleccionando. Yo tengo ideas por un tubo.

 

¿Cómo fue la criba?
Raya y yo íbamos viendo la que mejor funcionaba, aunque a veces tienes dudas… Se quedaron dos o tres en el tintero muy cercanas a la salida del disco, pero al final salieron estas diez.

 

¿Quién puede pararle los pies a Carlos Tarque, aunque baile por los tejados?
Espero que nadie. La idea es hacer ahora un disco acústico, uno desenchufado, con M Clan, que puede estar chulo. Me gusta revisitar las canciones antiguas. Eso es lo que vamos a hacer. Pero a ver dónde estamos entonces. Yo, de momento, seguiré con este proyecto.

 

Me contó Ricardo que el plan era hacer un Sin enchufe para celebrar el vigésimo aniversario del disco.
Sí, esa es la excusa, pero a lo mejor depende de si conseguimos unas localizaciones que queremos para hacerlo, un sitio especial que no te puedo decir, porque todavía no está y si no sale es un coñazo. No será tanto un veinte aniversario de Sin enchufe, sino un disco en directo con un tinte especial.

 

Si aquí nace el rock and roll, como dice la canción, ¿dónde puede morir?
Rock and roll will never die! [Risas] No quiero saber dónde puede morir, pero creo que no lo va a hacer, porque es una música con un sonido imperecedero. Si el rock no ha muerto ya no morirá nunca. Y si muere, pues siempre lo recordaremos con amor. Vienen a tocar bandas y hay miles y miles de personas. No sé si va a seguir siendo así, pero mientras tanto creo que el rock seguirá estando muy vivo y muy potente.

 

¿Encontraremos otro templo donde el sol no nos pueda coger?
Efectivamente. Buscaremos subterráneos.

 

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