Calypso, de David Sedaris

Autor:

LIBROS

«Es otro tipo de humor, más nostálgico de lo habitual en él, con la melancolía de los momentos cotidianos»

 

David Sedaris
Calypso
Blackie Books, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Está de más decir que hay una fértil fuente de novelistas anglosajones para los que el humor es sostén principal de sus historias. También, sobre todo en Estados Unidos, una extensa nómina de cómicos que se han especializado en los monólogos. A ambas listas se une, con todas las de la ley, David Sedaris, que comparte la bonhomía costumbrista de, por ejemplo, Mark Twain con la acidez amable de Jimmy Kimmel. Hasta con Woody Allen se le ha comparado. En sus novelas comenta sus andanzas en los diversos lugares en los que ha vivido: Chicago, Londres o Normandía. Calypso, su último libro, traslada la acción a su casa de veraneo en Carolina del Norte, donde invita a sus tres hermanas para disfrutar de lo que la mediana edad —uno de los motivos de reflexión de la obra— y su trabajo le han proporcionado. Una cuarta hermana —Tiffany— se acaba de suicidar.

Las relaciones con sus hermanas y sus maridos y sobrina son cordiales. No tanto con su padre, un seguidor de Donald Trump, que siempre ha sido distante y maniático. A sus más de noventa años, procuran que la distancia se modere, pero las manías se han acrecentado. En el círculo también está Hugh, su metódica pareja.

Con estos mimbres se van encadenando anécdotas que poseen la estructura del monólogo televisivo: su obsesión por el Fitbit —esa pulserita que registra los pasos que das—, ironiza sobre las frases hechas y las convenciones de la comunicación, las experiencias con un zorrito casi amaestrado que se presenta en su jardín… Como base para un club de la comedia son impagables. No en vano Sedaris se gana la vida, aparte de la escritura, con intervenciones en la radio y en lecturas públicas de fragmentos de sus obras. El registro oral lo tiene muy calado.

De hecho, en la obra no hay propiamente una trama narrativa encadenada, son capítulos sueltos, añagazas o reflexiones que a veces ocupan por si solas una sección. Especialmente brillante es al clasificar las diez cosas que lo deprimen o lo sacan de quicio, especialmente sangrante es al hablar de su bestia parda: Donald Trump.

Pero, a esa edad que Sedaris vive con la preocupación del misterio, empieza a asaltar algo que en sus anteriores novelas quedaba muy al margen. Una ironía doliente que también se traslada al pasado, al alcoholismo de su madre, por ejemplo, o a la relación con su hermana fallecida. Es otro tipo de humor, más nostálgico de lo habitual en él, con la melancolía de los momentos cotidianos. Un tanto más inteligente si quieren. Pero al fin y al cabo un humor que les va a hacer pasar muy buenos ratos.

Anterior crítica de libros: La Movida madrileña y otras movidas, de Jesús Ordovás.

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