Bridges to Buenos Aires, de The Rolling Stones

Autor:

DISCOS

«Contentará a los fans latinoamericanos del otro lado del charco y cualquier coleccionista de la saga Stone»

 

The Rolling Stones
Bridges to Buenos Aires
UNIVERSAL, 2019

 

Texto: IGNACIO REYO.

 

Creo que fue Andrés Calamaro el que dijo que Buenos Aires es más «rolling stone» que los propios Rolling Stones. Cualquiera que se haya pasado por algún garito rockero de allí puede constatarlo. Solo una ciudad como la porteña podría dar lugar a una tribu urbana emulando en prendas y actitud a los Glitter Twins, los «rolingas». Este nuevo directo, lanzado poco después del Bridges to Bremen, contentará a los fans latinoamericanos del otro lado del charco y cualquier coleccionista de la saga Stone.

Desde hace unos años, los Stones operan con bastante eficacia contra el mercado bootleg. Desde 2011, con Brussels affair (Live 1973) como primera piedra de lanzamiento, publican casi anualmente conciertos en mayor o menor medida legendarios tanto en audio como en formato visual a los que antes solo se accedía a través del mercado pirata. En este caso nos encontramos con el último concierto de la gira de Bridges to Babylon que dieron los cinco en el estadio del River Plate. En él se ve a un grupo exultante, sacando pecho por seguir luchando y posicionándose en las listas de más vendidos con los grupos coetáneos. Cierto, Bridges to Babylon no era precisamente Voodo lounge ni el posterior y revitalizante Shine a light, pero fueron astutos al unir en el disco a Don Was con productores más acordes al zeitgeist, insertando así parte del ADN de la época y grabando atractivos vídeoclips para que los descubriera un público joven ávido de música. Digamos que los tiempos eran diferentes y los Stones eran un ente muy vivo que podía sonar perfectamente en la radio entre canciones de cantantes pop de usar y tirar, el emergente nu metal o los grupos de post grunge.

Y si alguien dudaba de la fiabilidad de los Stones —que siguen siendo una de las mayores atracciones en escena del globo terráqueo, si no contamos con que Alice Cooper gana a cualquiera cuando comparte escenario, da igual que sea el telonero—, demostraron un brío contagioso en una actuación auspiciada por un público que se vacía desde el inicio con “(I can’t get no) Satisfaction”. Hace años tuve la suerte de comprobar cómo es el público argentino, y aseguro que no puedes describirlo hasta que lo vives, algo inefable. Un setlist perfecto lleno de clásicos y cuatro temas del entonces nuevo disco, una puesta en escena brillante, y de propina el cameo de Bob Dylan en su tema “Like a Rolling Stone”. La primera vez que el bueno de Zimmerman colaboraba con ellos en ese tema fue en el álbum “Stripped”, registrado entonces en el Brixton Academy. Quizá se eche en falta temas más oscuros, pero es innegable que escuchar y ver (reseñamos la edición doble cedé más deuvedé) esa colección de canciones interpretadas de forma magistral, frente a un público así de particular, hacen de este puente a Buenos Aires una «experiencia grossa», que dirían allí.

Anterior crítica de discos: Bailes de verano, de Los Radiadores.

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