“Blue & lonesome”, de The Rolling Stones

Autor:

DISCOS

 

“El disco es, en cierta medida, su merecido tributo al oficio”

 

rolling-stones-20-12-16

 

The Rolling Stones
“Blue & lonesome”
POLYDOR

 

Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.

 

Andaba hojeando el otro día una revista fechada en julio de 2003. La revista en cuestión, inglesa para más señas, incluía en su contraportada una publicidad a toda página del más reciente lanzamiento de sus Satánicas Majestades. El álbum respondía al título de “Forty licks” y más allá de indagar en su contenido, me llamó poderosamente la atención su portada. Allí resplandecía la mítica lengua asociada a Warhol (aunque creada por el diseñador John Pascher) teñida completamente de verde sin apenas información adicional.

Sirva este casual encuentro para poner en perspectiva la nueva oferta stoniana. “Blue & lonesome” utiliza la misma portada, el mismo tratamiento digital que aquella de 2003, pero ahora de color azul. Los Stones no necesitan esforzarse demasiado cuando se trata de vender el empaquetado de la marca. Eso sí, lo que encontramos dentro en 2016 es una historia muy diferente. Un magnífico disco de blues, un homenaje en toda regla al género desde el que a principios de los sesenta Jagger y compañía despegaron como banda de rock and roll, un regreso a los orígenes quizá con la idea de cerrar el circulo. Y el primer disco de estudio de los ingleses desde el año 2005, fecha en la que despacharon el aceptable aunque intrascendente “A bigger bang”.

El disco es, en cierta medida, su merecido tributo al oficio. The Rolling Stones empezaron a destripar con arte y corazón versiones de blues desde sus primeros conciertos. Aquí recuperan ese espíritu de banda de directo grabando todo el álbum en apenas tres sesiones, todos a una tal y como hicieron en sus comienzos. Coproducido por Don Was, todo aquí es música de verdad con los músicos juntos en un mismo espacio, dotando de frescura y autenticidad el resultado final.

Para los fieles del grupo casi todo son buenas noticias. Mick Jagger cantando francamente bien (además de otorgarle a la armónica un papel protagonista casi omnipresente); Ronnie Wood y Keith Richards a lo suyo, sólidos como rocas y Charlie Watts disfrutando como un niño. Es el batería seguramente el que más goza esta aventura accidental mucho más próxima a su swing y pegada, aunque definitivamente es Jagger el triunfador de la jugada. Completan el disco la presencia del bajista Darryl Jones, Chuck Leavell a los teclados y Eric Clapton (quien, literalmente, pasaba por allí mientras mezclaba las canciones de su álbum “I still do” en el estudio de al lado), participando con su guitarra en dos cortes del disco (‘I can’t quit you baby’ y ‘Everything knows about my good thing’).

Los Stones han parido algunos de los riffs más recordados de la historia de la música, son propietarios de una colección de melodías inmortales y su catálogo de hits ha removido a generaciones variopintas desde hace más de 50 años. Pero es a la hora de abordar piezas de raíz blues cuando parece que los Rolling Stones septuagenarios lo pasan bien, de alguna manera este nuevo disco refleja su pasión por la música y el género que les convirtió desde lea cuna en lo que son. En su nuevo disco parecen querer decir que, si algo saben hacer bien, es esto.

El álbum incluye una versión del ‘Just your fool’ de Little Walter con un Jagger estelar, ‘Commit a crime’ con Richards y Wood fraseando de manera salvaje, ‘Everybody knows about my good thing’, canción de espíritu sureño que popularizaráde Little Johnny Taylor, ‘Ride ‘em on down’ con más riffs de la pareja Ronnie/Keith, le energica ‘Hoo doo blues’ de Lightnin’ Slim o ‘I can’t quit you baby’ de Willie Dixon, versionada en el pasado por Led Zeppelin.

Cuando uno termina de escuchar el disco la sensación es placentera, no hay momento de relleno ni un solo segundo. Si hay una banda en todo el planeta capaz de acercarse con éxito a estos originales son sin duda los Stones, capaces de ofrecer de manera inesperada un delicioso menú de blues verdadero. Es verdad que los Rolling Stones se prodigan poco por el estudio y es verdad también que este disco es un álbum de versiones. Pero, francamente, ¿a quién le importa? Bravo por Jagger y sus amigos. Hacen lo que les da la gana, y lo hacen increíblemente bien.

Anterior crítica de discos: “Carousel”, de Pribiz.

Artículos relacionados