Alberto Amar: La música como parte del viaje

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«Creo que un disco ha de hablar del momento y el lugar donde fue concebido»

 

Inmerso en un trayecto sanador y depurativo, tanto personal como existencial y creativo, el artista se refugió con sus músicos en un pueblecito de la Borgoña francesa para construir un trabajo luminoso y honesto. Por César Campoy.

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.
Fotos: JUDITH KREULEN.

 

«El viaje era para mí casi tan importante como la grabación, porque sirvió de transición de la frenética ciudad a la inmutable paz de las praderas francesas. También nos ayudó a conectar entre nosotros. Una vez en Millay todo era paz y música. Pasamos allí diez días», relata Alberto Amar. Pese a tener puerto fijo en Valencia, el artista decidió, un buen día, poner todo su universo patas arriba. Con un proyecto (más o menos) claro en la cabeza, y tras varios ensayos (los justos para dejar en el aire una criatura predestinada a ser concretada a partir de la improvisación y la comunión total del directo), cargó su vieja furgoneta con todo lo necesario para grabar un disco y convocó a su fiel sanedrín, compuesto por el pianista y experto en jazz Amadeo Moscardó, el bajista irlandés Paul FitzGerald, el guitarrista Dani Benedito, el batería Alfonso Luna (Josh Rouse, Micah P. Hinson, Sr. Chinarro, Maronda, Tachenko, Soledad Vélez) y Judith Kreulen (a las voces). En septiembre de 2019 todos ellos emprendieron rumbo a Millay, un idílico pueblecito de 200 habitantes en la Borgoña.

Allí, en casa de los padres de su compañera Judith, se estableció el cuartel general de aquella suerte de comuna creativa, que buscó inspiración en todos y cada uno de los rincones de aquel fabuloso paraje. En un ambiente de buen rollo supino y trabajo constante, fue tomando cuerpo The day, un disco que, pese a que sigue bebiendo de ese elemento experimental y etéreo innato en Alberto, e incorpora retazos intimistas (la misma «The day», aunque explota al final, «The soul» o «Sunset»), irradia luz por los cuatro costados, y acelera el ritmo y la intensidad en piezas como la bailable «Sunrise» o la espacial «The real life». «Al principio, me imaginaba este disco mucho más hippie incluso. The day tenía escrito en su ADN que iba a ser luminoso. Además, ¡tenía muchas ganas de tocar con banda! He tenido la suerte de conocer y tocar con muchos músicos diferentes estos años y eso me ha dado unas ganas tremendas de hacer algo más enérgico, también pensando en el directo», asegura.

Lo de planificar un retiro purificador en el cual tratar de dar rienda suelta al desparrame creativo no es nuevo para Amar. Dentro, el álbum de su anterior proyecto, Elíal (junto a Eli m. Rufat), fue gestado en un estudio ideado en Priego, en la Alcarria serrana, en compañía del siempre sorprendente Suso Saiz: «Me gusta dejar que el entorno se meta en mi música. Creo que un disco ha de hablar del momento y el lugar donde fue concebido. Por tanto, es recomendable que ese entorno sea hermoso y único, si queremos que el disco lo sea también. Por supuesto que no es la única forma de plasmar mi creatividad, pero, para mí, el proceso es igual de importante que el resultado, y aunque sea el doble de complicado, merece la pena. De todo lo aprendido con Suso me enfoqué en poner una sola cosa en práctica: ser honesto».

 

El disco anterior

Tampoco lo de conceptual es novedoso para Alberto. El predecesor sonoro de The day, Arte por error (cincelado en casa del mismísimo Saiz, hace cinco años), se inspiraba en una increíble imagen captada por el telescopio Hubble tras un error en su software: «Es un álbum en el cual Suso y yo tuvimos la posibilidad de volar en libertad con las canciones, improvisando y dejando que surgiera la magia. Fue grabado durante el final de una época un poco oscura de mi vida. Justo después conocí a Judith, una persona que me ayudó a recordar partes de mí completamente olvidadas. En ese descubrimiento surgieron nuevas ideas y conceptos más luminosos, incluido The day, que empezó a crecer viajando con nuestra furgoneta por Europa. Cuando no viajábamos estábamos viviendo en el parque natural de El Saler, lo cual también influyó en el protagonismo que se le da a las distintas fases del día en este trabajo. Las letras y el concepto nacieron de nuestras conversaciones acerca del mundo donde vivimos, las ciudades, la naturaleza, y, en definitiva, el día a día, aquí, en esta Tierra que hemos ido «adaptando» al ser humano. Cómo viviremos la vida real en el futuro, cuánto tiempo pasamos buscando respuestas o cuánto invertimos en hacer feliz a alguien, son algunas de las preguntas surgidas en esas conversaciones, y convertidas en letras. Todo ello es contado a lo largo de un día imaginario».

 

«De todo lo aprendido con Suso me enfoqué en poner una sola cosa en práctica: ser honesto»

 

Una grabación bucólica

El proceso de gestación de The day, como adivinará el lector, y una vez escuchado el resultado, rozó lo idílico: vacas dándote los buenos días, estiramientos matinales con olor a rocío y una sensación continua de que cualquier inspiración e improvisación serían bienvenidos en una rutina productiva bastante precisa (salpicada por diversas actividades y excursiones que ayudaran a recargar las pilas): «La base fundamental de las canciones fue grabada en vivo. Además, tenía claro que quería experimentar añadiendo todo tipo de capas a posteriori. Así que, después, pasamos a una fase de grabación de overdubs, donde usamos todo lo que teníamos a nuestro alrededor. En este sentido, Oswaldo Terrones ha sido pieza fundamental del sonido de The day, como ingeniero de grabación y mezcla, pero también gracias a su enorme experiencia tanto en estudio como en grabaciones «atípicas». Quise hacerme cargo de la producción, pero necesitaba a un ingeniero a lo Geoff Emerick. Él trabaja con equipo analógico y todo tipo de cacharros originales de las mejores épocas de la música. Pero, además, tiene ese gusto y respecto máximo por los sonidos reales y auténticos que tanto embellecen un álbum, y que nunca te dará un plugin de un ordenador».

Y, ¿qué mejor manera de empaparse de realidad y autenticidad que manoseando y tratando de sacar el máximo partido a todo aquello que nos rodea? En este caso, el entorno dispuesto era, prácticamente, perfecto: «Oswaldo y yo estábamos convencidos de aprovechar al máximo lo que Millay nos ofrecía, y tuvimos que desmontar y montar el equipo en varias ocasiones para captar sonidos que se encontraban en los alrededores. La grabación principal tuvo lugar en la casa, pero la diversión creció con nuestro empeño por grabar fuera. Los habitantes del pueblo tuvieron la bondad de abrirnos la iglesia para nuestras experimentaciones. Allí pudimos grabar reverberaciones reales para varios instrumentos. Amadeo grabó el armonio de la Iglesia para «The real life»; Alfonso, la caja para «The day», y Judith, algunas de las segundas voces. Pero uno de los momentos más inolvidables fue cuando grabamos los coros de «Sunset», toda la banda, amigos y familiares. Los pianos se registraron en el interior de un enorme domo que los amables vecinos utilizan para obras de teatro y recitales. Por supuesto, The day comienza con el sonido de los pájaros y las vacas, que grabamos en los exteriores de la casa a primeras horas de la mañana, y termina con los grillos, ya caída la noche».

 

 

La publicación de este trabajo, como era de prever, ha coincidido con el enésimo trayecto de Judith y Alberto, en este caso, con destino Ámsterdam. Allí han fijado ambos su residencia desde hace unos meses, dejando atrás la «zona de comfort» dispuesta hace varios años en Valencia. ¿El objetivo? «La mentalidad de esta zona conecta perfectamente con el carácter más experimental de mi música, algo que es muy apreciado por aquí. Espero que esta aventura me aporte mucho aprendizaje y evolución que pueda ver reflejada en el directo de The day y en futuros proyectos. Las primeras semanas de vida del disco están siendo bastante esperanzadoras, porque lo está escuchando mucha más gente de lo que estoy acostumbrado, y me está llegando feedback muy positivo de distintos lugares. Además, está prevista una edición en vinilo muy especial. También están en proceso varios vídeos, uno de ellos realizado por mi hermano, el artista de stop motion y animación Daniel Amar. En cuanto al directo, la idea es hacer una gira por España, pero también por Francia, Holanda y quizá algún otro país del norte de Europa, cuando la situación en la que nos encontramos lo permita. Tenemos mucho que mostrar en concierto, y queremos compartir esas vibraciones mágicas de la grabación con el resto de la gente, porque la idea es que The day no se quede sólo en un álbum, sino también en una celebración después de la tormenta», concluye, esperanzado Alberto.

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