Reality show, de Sr. Chinarro

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DISCOS

«La voz de Antonio Luque encuentra su lugar y la producción está ejecutada con mucho mayor cuidado. Las letras se vuelven más sencillas y con una marcada tendencia al costumbrismo crítico»

 

Sr. Chinarro
Reality show
MUSHROOM PILLOW, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Destacar una sola canción de Reality Show, el reciente disco de Sr. Chinarro, es más que difícil; es imposible. Y uno se alegra de que, por lo menos, uno de los grupos que participó en ese disco que este cronista compró con curiosidad muy a principio de los años noventa, haya tenido una carrera tan personal y tan llena de grandes canciones. Era el recopilatorio de El colectivo Karma, una agrupación de los primeros conjuntos indies sevillanos. En él, las tres canciones que aportaba Sr. Chinarro tienen un aire rupestre, defectuoso, pero están llenas, a la vez, de indudable magnetismo. Oscuras y calmosas, son el motor de arranque de su primera etapa, llena de atmósferas lentas y densidad.

Fue a finales de esa década cuando su sonido comenzó a ser más colorista, por lo menos a partir de El porqué de mis peinados. Con el cambio de sello —de Acuarela a El Ejército Rojo— vino también un aire más pop y accesible, y la presencia de nuevos colaboradores, hecho que se acrecentó con el traslado a Mushroom Pillow, el sello que presenta este nuevo disco.

En él, se da una última vuelta de tuerca a la nueva imagen sonora de Sr. Chinarro. Se hace más accesible, la voz de Antonio Luque encuentra su lugar y la producción está ejecutada con mucho mayor cuidado. Las letras se vuelven más sencillas, sin polisemias ni ambientes crípticos y con una marcada tendencia al costumbrismo crítico. Todo ese nuevo bagaje llega a su culmen en este nuevo disco.

El nuevo diseño ya se observa en la canción que abre el elepé. “Sexo, mar y sol” posee un envoltorio musical clásico en las melodías —incluso stoniano— y en la instrumentación, y una letra ácida sobre el infierno que representa ser una antigua gloria en una gran discográfica. Este sentido crítico se observa claramente en “La audiencia decide” —especial potencia sonora sobre el poder de las empresas de comunicación— y en “Falsos autónomos”, con los deseos y frustraciones de una generación. El título lo dice todo: no podemos salir del poder social y entramos de lleno en el poder de las redes.

También hay canciones de amor. La melodía impagable de “Margarita” construye un emocionante retrato cotidiano y en “Cobarde” expone un mensaje de amor optimista sobre una genial arquitectura de guitarras, bajos obsesivos e italo disco. Son impulsos para esquivar la cobardía y enfrentarse a ese amor cara a cara.

Pero con lo que sorprende Sr. Chinarro en este disco es con una intertextualidad que cubre contenido y forma. En “Pulgarcito” —con una base más rockera que nunca— desciende por una alusión constante a viejos hitos. “Fiesta de los maniquíes”, “Solo en la nube” o “Bonito es” son alusiones clarísimas a un pasado, en una canción que trata sobre la delegación de personalidad que supone internet.

Junto a esta intertextuaidad, hay otra manera de registrar canciones con plantillas anteriores. Es lo que sucede en “Rosa”, en que la voz remite al Aute más íntimo en una parodia, casi esperpéntica, sobre una antigua amante que le aparece en un mensaje de su teléfono móvil. En “Luis”, donde se despliega una historia de citas en una red de contactos sentimentales, sus fraseos también recuerdan a los del cantante filipino. En el single que acompaña la salida del disco, “El detector” —con inicio de aire clásico llevado por una acústica—, el amor por las canciones que refleja en la letra se encauza a la manera de Leonard Cohen.

Con Reality show, otro título que lo dice todo, Sr. Chinarro se ha propuesto hacer una radiografía de la sociedad del presente, con su explotación laboral, sus redes, su telebasura y, como en cualquier otra época, el amor y el desamor. Y lo hace —a pesar de lo estrambótico o deprimente de los tiempos en que vivimos— con un diseño musical optimista, casi festivo y pegadizo; pura canción del verano.

Anterior crítica de discos: Being funny in a foreign language, de The 1975.

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