Músicos en la sombra: Luis Prado, los teclados de Señor Mostaza que acompañaron a Miguel Ríos y M Clan

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“A muchos nos entró la fiebre soul o blues por cosas como Jesucristo Superstar, aunque luego nos hayamos empapado de Aretha Franklin y Otis Redding”

 

Lidera Señor Mostaza, pero también ha salido de gira con Miguel Ríos y M Clan. Además es habitual en los discos de Ariel Rot.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.
Fotos: RUBÉN SALCEDO GIL.

 

Lidera un grupo muy respetado en el circuito musical, Señor Mostaza, y lleva atado a los pianos desde la primera vez que vio uno. La historia de Luis Prado va ligada a su grupo, brillante y espectacular banda con un directo que crece por el boca a boca de su público, pero también a otros proyectos de primera fila por los que ha desfilado. Fue el teclista de M Clan cuando alcanzaron el éxito, y ha sido teclista de Miguel Ríos en su gira de despedida. Hace tres años que participó en un proyecto cinematográfico: compuso la banda sonora de la película «El efecto K». Con media banda de Señor Mostaza acompañando a Quique González, ahora afronta la segunda parte de la gira del último trabajo de su grupo en formato “Pianacústico”.

 

¿Recuerdas la primera vez que tuviste un piano, teclado o similar bajo los dedos?
No. En cierto modo, me da envidia esa gente que recuerda cuándo le regalaron su primera guitarra o algo así, pero no tengo un recuerdo consciente de cuándo me senté al piano de mi casa por primera vez. Me vienen flashes… Fue sobre los cuatro años o así.

 

¿Fue un amor a primera vista?
Supongo que sí, porque me subí y ya no me bajé de la silla.

 

¿Aprendiste a tocar por tus propios medios, o de forma académica?
Fui aprendiendo yo solo, porque tenía bastante oído, así que me dedicaba a sacar todo lo que oía. Mi madre había hecho la carrera de piano y había intentado aficionar a mis hermanos mayores, pero conmigo no le hizo falta. Nos enseñó un poco de solfeo y a los ocho años me matricularon en el Conservatorio, aunque no empezabas piano hasta los diez. Al final hice la carrera entera, pero iba siempre a mi bola, no tenía demasiada vocación clásica. Me pasaba el día tocando blues y el resto de cosas que me gustaba escuchar.

 

Te conocemos por tus magníficos pianos, ¿tocas más instrumentos?
Sí, los “básicos” del rock: batería, guitarra y bajo. A los dieciocho me metí bastante con la guitarra, estaba loco con los Stones, y unos años más tarde, con la batería. Fui batería de Caballero Reynaldo, y más tarde de Malcolm Scarpa, una de las experiencias musicales más intensas que he tenido. En los primeros discos “mostazas”, ‘Pianoforte EP’ y ‘Mundo Interior’, grabé las baterías.

 

¿También abordaste la composición a edad temprana?
No, eso era lo único para lo que no tenía una facilidad innata. Tenía mucha facilidad para tocar las melodías de las canciones, después para sacar cada vez más acordes, con la mano izquierda, y más tarde vi que podía improvisar un buen rato sobre cualquier secuencia de acordes. Pero inventar algo cerrado, una canción, no era lo mío, es algo que me forcé a hacer, me parecía lo más difícil, como a lo que más podía aspirar. Me llevó tiempo hacer canciones decentes, las primeras o eran muy malas o poco originales.

 

¿Quiénes eran tus héroes musicales en aquellos tiempos?
Cuando era pequeño no tenía ídolos, la verdad. Prácticamente me gustaba cualquier cosa que salía en la radio, en la tele, canciones de ABBA, sintonías de dibujos animados, los Beatles… Me daba lo mismo daba. Mi tío Pochi tocaba el piano en un pequeño grupo de teatro, hacían musicales, algunos americanos, como «Godspell», y el resto se los inventaban. Él y un guitarrista se inventaban las canciones y no tenían ninguna formación académica, así que ese fue el ejemplo que seguí. Te puede dar risa, pero creo que a muchos nos entró la fiebre soul o blues por cosas como «Jesucristo Superstar», aunque luego nos hayamos empapado de Aretha Franklin y Otis Redding.

 

¿Con qué grupos te estrenaste?
En el colegio conocí a Boli, bajista de Señor Mostaza. Éramos los dos pianistas, fue un flechazo total, tocábamos a cuatro manos y grabábamos parodias de anuncios y oíamos a Les Luthiers. Como le encantaba el blues y el jazz, nos metimos más en ello. En el instituto montamos The Flauters y él se pasó al bajo. Conocimos a Paco Tamarit [guitarra de Señor Mostaza] y lo aprendimos todo, desde cómo expulsar a un miembro del grupo, hasta hacer canciones, coros, grabar discos, aguantarnos, la furgoneta, las discográficas… Estuvimos juntos diez años.

 

¿Con qué proyecto musical cobraste por primera vez?
Debió de ser con The Flauters, aunque desde que empezamos vimos que había que reinvertir constantemente lo que ganabas, que normalmente era poco. Siempre había que ir mejorando el instrumental, o comprar un equipo de voces, o pagarte una grabación, una edición… A veces me llamaban para tocar con bandas de blues y ahí sí que ganaba un dinero, digamos “mío”.

 

¿Qué otros proyectos vinieron más adelante?
Estando en The Flauters no hacíamos demasiadas cosas más, salvo montar una macrobanda al estilo de los Mad Dogs and Englishmen de Joe Cocker. Diez tíos, dos baterías, tres guitarras… Un follón total, con unos momentazos increíbles.

 

¿Y cuándo fundáis Señor Mostaza?
En el 99, a la semana siguiente de disolver The Flauters me llamó Carlos Tarque para unirme a M Clan. Lo que pasa es que vi que seguía haciendo canciones, iba grabando maquetas con Boli, así que cuando dejé M Clan dos años más tarde nos fuimos a los Estudios Experience de Dani Cardona y grabamos ocho temas. Paco se vino a grabar las guitarras, pero aún tardamos un tiempo en decidirnos a montar una banda de nuevo y la búsqueda de batería nos llevó bastante tiempo.

 

Solo le falta el “Humilde” al ‘Mister Mustard’ de los Beatles que os da nombre. ¿El nombre es solo un guiño a los de Liverpool, o es algo más? Me refiero a si os sirven de inspiración, o compartís un lenguaje común, sonido…
Bueno, creo que son un poco los padres del invento. En mi caso ya eran personajes de la infancia, teníamos el «Help» y la cinta de «Yellow submarine» la machacamos en el coche. Creo que en España servían para establecer vínculos, porque quien más quien menos conocía cosas suyas, y su historia es como muy peliculera, tienen más canciones buenas que nadie, sus voces son increíbles, iban sentando cátedra en cada disco. Una de las cosas que me sigue pareciendo más impresionante es que los tipos que llevaron la canción pop a lo máximo, tocaran y cantaran rock como nadie.

 

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“Me planteo Señor Mostaza como el grupo que me gustaría ir a ver, canciones que no tengan ruedas de acordes muy predecibles, que puede ponerse a improvisar en plan setentero a lo Stones, que hace un poco el payaso”

 

Según muchos músicos, Señor Mostaza sois una de las mejores bandas que hay ahora mismo en España. De hecho, vuestros conciertos son brillantes, puro espectáculo… Hay una especie de transformación y desenfreno en directo.
Me gusta lo de “puro espectáculo”, porque a veces pienso si somos un poco sosos, ahí, tocando notas. Yo me lo planteo como el grupo que me gustaría ir a ver, que hace canciones que no tengan ruedas de acordes muy predecibles, que puede ponerse a improvisar en plan setentero a lo Stones, que hace un poco el payaso, que pueda hacer las versiones que se le pasen por la cabeza.

 

De hecho, vuestro público está lleno de músicos. Seguro que más de uno os habrá fichado para sus bandas, después de veros tocar… ¿Os ha ocurrido?
Bueno, a todos, ya lo sabes. Boli hace tiempo que vive de girar, me sustituyó cuando dejé M Clan, y lleva un tiempo con Fito y los Fitipaldis, y ahora está con Quique González, donde también está Edu, batería de Señor Mostaza. Yo estuve con Miguel Ríos los dos últimos años de su carrera. Luego nos llaman bastante para grabaciones, Boli y yo solemos tocar  en los discos de Ariel Rot. La pega es que es muy complicado llevar una trayectoria seguida con Señor Mostaza, pero no están las cosas como para dejar pasar trabajos tan buenos.

 

¿Cómo definirías el papel de cada uno de vosotros en la banda?
Musicalmente está más o menos claro, yo hago las canciones, las toco al piano y las canto. Boli toca el bajo, le mete distorsión y hace temblar las paredes, hace coros y es muy bueno con todo lo relacionado con los amplis, el sonido, y las cosas de logística y eso, algo para lo que Paco y yo somos un poco negados. Paco toca la guitarra, que a veces nos cuesta encontrar el hueco entre tanto piano, y hace muchos coros. A veces aporta un elemento inesperado, ya sea en un solo o en un coro, algo que a ti no se te habría ocurrido. Edu toca la batería estupendamente, es un tipo genial y positivo, y nos aguanta a los tres, que llevamos mucho tiempo juntos.

 

¿En qué punto os encontráis ahora?
Sacamos «Delitos y faltas» en febrero, y lo estuvimos presentando durante un par de meses. Ahora Paco y yo estamos haciendo la segunda parte de la gira en “pianacústico”.

 

Antes hablabas de tu trabajo en M Clan. ¿Qué etapa compartiste con ellos?
Entré a tocar cuando todo apuntaba a que se acababa M Clan, tenían cinco bolos ese verano. Se suponía que hacía esos cinco bolos y ya está, ya habían grabado el disco «Usar y tirar» con Alejo Stivel, pero habían sacado el single ‘Chilaba y cachimba’ y no pasaba nada. De repente salió ‘Llamando a Tierra’ y todo cambió, me volvieron a reclamar y acabé haciendo un girón que empezó en marzo y durante ese verano fueron unos setenta bolos. Eso culminó en la grabación del «Sin enchufe», que también vendió lo suyo. Ya me bajé ahí, se hablaba de hacer una gira acústica y tal vez una eléctrica, pero al final decidieron hacerlo todo junto, otro megagirón, y ahí ya me pilló cansado.

 

¿Cómo has vivido esa evolución, cuando estabas dentro, y mirándolo también años después, desde un segundo plano?
Siempre les he visto como unos supervivientes muy currantes. Muchos grupos no hubieran seguido con las cosas que les iban pasando: el accidente, las disputas con Santiago Campillo, el éxito masivo con una canción “no demasiado representativa” de lo que haces… Tarque y Ricardo, cada uno con su personalidad, tienen una naturaleza tremenda, muy fuerte, y son muy divertidos también.

 

También has acompañado a Miguel Ríos. ¿Cuándo te incorporaste a la banda?
José Nortes me llamó para la grabación de «Memorias de la carretera» en 2008. Se empezó a plantear la posibilidad de esa gira de despedida, y desde el principio José quiso que estuviera.

 

¿Con qué músicos compartías escenario entonces, y qué ambiente se respiraba en directo?
Aparte de Nortes, estaba Toni Brunet, Javier Schoendorff, Marcelo Novati, Rolfi Calahorrano y Raúl Marques en los vientos. Txetxu Altube, de Los Madison, también estuvo una temporada. Nos reíamos muchísimo, en los ensayos, en los bolos, tocábamos un repertorio larguísimo, pero para mí era genial tocar el setenta y cinco por ciento del «Rock and Ríos». De las mejores cosas que me han pasado, sin duda…

 

¿Hay que hilar muy fino para ser músico de Miguel?
Es una autoexigencia que te impones. Si estás en la banda de Miguel Ríos, no quieres ser el que la cague, y Miguel confía mucho en los músicos. Nortes fue el que reunió a la banda, y nosotros intentábamos siempre dar lo mejor. Miguel no va por ahí mirando a ver qué estás tocando, si oye algo que no le convence lo comenta y ya está, pero con nosotros eran todo alabanzas, la verdad.

 

Da la sensación de que Miguel deja que la música fluya en directo… No lo tiene todo cerrado por completo. ¿Es así?
Bueno, cerrado está bastante, al margen de esos momentos en los que se pone con el público y tal, pero claro, es un repertorio cerrado. Otra cosa es que la banda tengamos un poco de «autogestión», que un día estemos más desmadrados, y otro más contenidos.

 

Al margen de Señor Mostaza, y de estas bandas con las que has estado, ¿andas en algún otro proyecto?
Ahora mismo no. Hace años que trabajo como pianista acompañante en Conservatorios, ¡pero ahora estoy de vacaciones!

 

¿Y próximamente?
Bueno, poco a poco va saliendo alguna canción, pero me lo tomo con calma. Quizá lo siguiente sea algo un poco diferente, pero aún tenemos que ver cuánto de diferente.

 

Tienes pinta de ser un tipo inquieto, ¿afirmas o desmientes?
Pues no sé decirte, soy vago. Me cuesta ponerme a hacer cosas y a veces pienso que no he buceado suficientemente en algunos estilos, o que no me he puesto las pilas en algunos terrenos. Luego miro atrás y veo que sí que he currado. Quizá mi inquietud se ha reflejado al tocar otros instrumentos, vives la misma canción de varias formas diferentes. Otra cosa que no esperaba hacer y surgió hace tres años, fue componer toda la banda sonora de una peli, «El efecto K».

 

La última, ¿alguna cuenta pendiente contigo mismo?
No, que yo sepa…

Anterior entrega de Músicos en la sombra: Luismi Baladrón, del bajo de Antonio Vega a cantar a capela.

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