Lo mejor de 2017: Cine

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Obviando los estrenos de los últimos días de 2017, los críticos de cine de Efe Eme seleccionan las mejores películas que nos ha dejado el año que se va.

 

Una selección de ELISA HERNÁNDEZ Y HÉCTOR GÓMEZ.

 

1. “Verano 1993”, de Carla Simón.

“Tantos elogios ha recibido la ópera prima de Carla Simón que uno tiende a la sospecha y a intentar revisar su visión de la película para ver si no se ha dejado llevar por la ola de alabanzas que se retroalimentan y las subidas de carro habituales en estos casos. Pero ni así. Se mire por donde se mire, “Verano 1993” es un filme maravillosamente delicioso que no obstante nos enfrenta a una dura verdad: no hay nada más pérfido que idealizar la infancia. Porque además de los juegos, las risas y los descubrimentos está también la tristeza, la angustia, la rabia y la incomprensión del mundo que nos rodea. Todo esto, y mucho más, está en el rostro de Laia Artigas que Simón capta con toda la naturalidad del mundo para que tengamos la sensación de que, más que ante una película, estamos ante un pedazo de vida que desfila ante nuestros ojos, tan real que es imposible no sentirse conmovido”. Por Héctor Gómez.

 

 

2. “Colossal”, de Nacho Vigalondo.

“Una arriesgada e inteligente propuesta que brilla con luz propia entre todas las películas que la rodean, un filme en el que se mezclan de manera subversiva y magistral géneros y subgéneros para crear una obra que se beneficia hábilmente de todas estas confluencias y nos lleva tanto a la auto-reflexión como a mirar a nuestro alrededor con ojos diferentes. Centrándose en las masculinidades tóxicas y las dinámicas de poder que surgen de la manipulación emocional (y en el papel que las expectativas creadas por el cine juegan en estos roles), “Colossal” ofrece una lectura original y enormemente relevante sobre algunas de las temáticas más urgentes de nuestra contemporaneidad. Y es, además, divertidísima”. Por Elisa Hernández.

 

 

3. “Déjame salir”, de Jordan Peele.

“Jordan Peele se pone detrás de la cámara para apropiarse y reescribir no solo los tópicos y tropos del cine de terror (y más concretamente del slasher), también para subvertir de una vez por todas la representación en el cine comercial de la población afroamericana de EEUU. A partir de curvar al máximo posible el estereotipo privilegiado, blanco y victimizado por excelencia (la “final girl”) para hacerlo jugar a su favor y mostrar con ello el desconcierto, la represión y la violencia que forman parte de la experiencia diaria cuando se es una minoría racializada y marginada (un “otro”), “Déjame salir” nos recuerda lo que puede ser el cine cuando se atreve a replantearse sus propios modos de construcción de discurso”. Por Elisa Hernández.

 

 

4. “Loving”, de Jeff Nichols.

“Evitando la idealización épica con la que se suele narrar la historia del movimiento por los derechos civiles y recurriendo por oposición a mostrarnos lo natural, sencillo y cotidiano detrás de la decisión del tribunal supremo que llevaría a la legalización en todo EEUU de los matrimonios interraciales, esta es simple y llanamente una de las obras más especiales del año. En “Loving” los sentimientos están a flor de piel y las emociones no necesitan excesivos recursos para manifestarse, sino que ocupan, invaden y cubren cada uno de los gestos, momentos y objetos de esta ilusoriamente sencilla y pequeña película y salen de la pantalla para llegar hasta todos y cada uno de nosotros”. Por Elisa Hernández.

 

 

5. “La Ciudad de las estrellas. La La Land”, de Damien Chazelle.

“Después de todo el hype que acompañó a la película antes de que se estrenara en salas, pareció que de repente criticar esta película fuera a convertirse en deporte olímpico. El esperpéntico gatillazo de la ceremonia de los Oscars no fue sino la puntilla a una corriente que apuntaba desde semanas atrás que “La La Land” no era más que un batiburrillo de referencias a los musicales clásicos de Hollywood (cosa que es innegable) y que por tanto no merecía el reconocimiento que se le estaba dando. Pero más allá de su pantone pastel, de sus números musicales en plano secuencia, de la innegable química entre Emma Stone y Ryan Gosling, es una cinta mucho más amarga de lo que parece. Porque habla de lo que pudo (¿o debió?) haber sido y no fue, de la renuncia y de la asunción de que los sueños de los demás no tienen por qué ir de la mano de los nuestros. Puede que en el futuro casi nadie recuerde “La La Land” (¿quién se acuerda hoy de “The artist”?), pero seguramente sea por una mera cuestión de prejuicios”. Por Héctor Gómez.

 

 

6. “La idea de un lago”, de Milagros Mumenthaler.

“Cuando Milagros Mumenthaler leyó el libro Pozo de aire de Guadalupe Gaonay supo que tenía que trasladar a la pantalla aquella historia. La idea de un lago es una búsqueda de la identidad a través de un viaje (físico pero sobre todo mental) a un pasado en el que se mezclan los recuerdos infantiles con el trauma de los desaparecidos en la dictadura argentina. Un camino que la protagonista (a punto de traer una vida al mundo) recorre a pesar de todas las dificultades y del dolor que supone remover ciertas cosas. La película discurre sin estridencias y nos permite reflexionar sobre la importancia de los recuerdos como generadores de identidad. Y también que allí donde fuiste feliz, es mejor no tratar de volver”. Por Héctor Gómez.

 

 

7. “Moonlight”, de Barry Jenkins.

“La cinta se compone en tres actos, tres momentos en el proceso de crecimiento y madurez de Chiron. El personaje es tratado con un cariño, atención y cuidado que vidas como la aquí narrada no suelen atraer, historias que no aparecen en pantallas, voces y experiencias silenciadas, acalladas y ocultadas tanto en las narrativas dominantes como en los propios cuerpos de estos individuos. Contada a través de gestos, miradas y movimientos (dentro de una construcción de la puesta en escena y una fotografía arrolladoras) más que a través de diálogos, “Moonlight” nos ofrece una experiencia ajena y desconocida de tal manera que la hace formar parte de nosotros mismos”. Por Elisa Hernández.

 

 

8. “A ghost story”, de David Lowery.

Que David Lowery tiene como principal referente al Terrence Malick del siglo XXI no es ningún secreto. El director tejano propone, como su maestro, relatos que se construyen a través de la pincelada impresionista, de pequeñas secuencias que no necesariamente siguen un orden espacio-temporal, sino que encierran pequeños detalles que configuran la historia. Aquí, Casey Affleck se reviste de una sábana blanca para convertirse en un fantasma incapaz de abandonar el mundo y que vaga por la que fue la casa que compartió con su esposa (Rooney Mara). Un relato escalofriante no por la propuesta visual sino por el poso filosófico que supone nuestra incapacidad de dejar atrás el pasado y el descubrimiento terrible de la concreción cíclica del dolor”. Por Héctor Gómez.

 

 

9. “Coco”, de Adrian Molina y Matthew Aldrich.

Después de la acusación de falta de ideas que recibió Pixar tras estrenar de forma consecutiva dos secuelas como “Buscando a Dory” y “Cars 3”, el estudio de animación nos ha regalado este año otra de esas historias que, no por previsible, resulta menos emocionante. Si obviamos el mensaje unificador y de triunfo de la familia que sobrevuela toda la producción pixariana (no olvidemos que su principal target sigue siendo el público infantil), “Coco” nos maravilla por su desbordante aparato visual pero también por huir del eurocentrismo y poner en primera línea la tradición, el arte y las creencias de un país tan rico como México”. Por Héctor Gómez.

 

 

10. “La llamada”, de Javier Ambrossi y Javier Calvo.

“El sleeper del cine español de 2017 ha sido, sin duda, el debut en la dirección de Javier Ambrossi y Javier Calvo, adaptando su propio musical que, gracias al boca-oreja consiguió sumar adeptos en la escena madrileña. “La llamada” es una película que huye de prejuicios y estereotipos, que se empeña con naturalidad en representar todo tipo de diversidades sentimentales y sexuales sin que resulte impostado y que, sobre todo, nos haga pasar un rato disfrutando como enanos de las aventuras místico-festivas de unas adolescentes (maravillosas Macarena García y Anna Castillo) que han encontrado a Dios en un campamento de monjas”. Por Héctor Gómez.

 

 

11. “El sacrificio de un ciervo sagrado”, de Yorgos Lanthimos.

“Perturbadora, impresionante, cínica, violentamente divertida y divertidamente violenta, “El sacrificio de un ciervo sagrado” nos ofrece una experiencia sin par en la sala de cine. Yorgos Lanthimos se atreve a dar un paso más allá, aumentando y desarrollando el tipo de provocación ya explorada en sus obras previas (y que parece agotada en cada una de ellas, sólo para explotar de manera sorprendente en la siguiente), mostrándonos una vez más la absurdidad y artificialidad de las normas sociales no escritas que rigen cómo funcionamos como seres humanos y el modo en que interactuamos con nuestro entorno”. Por Elisa Hernández.

 

 

12. “La tortuga roja”, de Muchael Dubok de Wit.

“Una de las peores noticias del año fue la jubilación de Hayao Miyazaki (más tarde revocada) y la crisis parece que irremediable de Studio Ghibli. Sin embargo, el estudio japonés financió esta pequeña joya de animación firmada por Michael Dudok de Wit, a la que no le hace falta ni una sola línea de diálogo para que acompañemos al protagonista en la soledad de una isla desierta. Una película hipnótica que combina a la perfección la reflexión existencialista sobre qué nos hace humanos con una llamada de atención sobre la necesidad de respetar los ciclos naturales”. Por Héctor Gómez.

 

 

13. “Manchester frente al mar”, de Kenneth Lonergan.

“Antes de haberse convertido en un fantasma, Casey Affleck arrasó en todas las entregas de premios a principios de 2017 con este personaje lleno de traumas que se encuentra con la repentina e inesperada misión de cuidar de su sobrino adolescente. “Manchester frente al mar” se despliega ante el espectador con la sutileza de un relato sustentado en los pequeños detalles, pero que poco a poco va enseñando sus cartas hasta desembocar en una más que interesante reflexión sobre la culpa y la (im)posibilidad de seguir adelante después de la tragedia”. Por Héctor Gómez.

 

 

14.“The love witch”, de Anna Biller.

“A pesar de que en teoría el cine ofrece infinitas posibilidades (posibilidades que se quedan, habitualmente, sin explorar), son los filmes como este, las películas que crean universos únicos y antes inimaginables, imposibles de clasificar, los que nos confirman lo encorsetado que el medio está a todos los niveles. Con una preciosista estética llena de color, un sentido del humor indefinible y un cuidadoso y calculado simbolismo, a los que hay que sumar un guion y una protagonista que construyen una femme fatale como nunca habíamos visto hasta ahora, “The Love Witch” es una obra valiente a la que le importa un bledo el qué dirán, además de una nueva vuelta de tuerca a ese poderoso gesto discursivo que es la reapropiación para el feminismo de la figura de la bruja”. Por Elisa Hernández.

 

 

15.“Personal shopper”, de Olivier Assayas.

“Kristen Stewart encarna la soledad y esperanza de Maureen de un modo tan natural, casi sin esfuerzo, que nos transmite sus ansias de respuesta a las universales preguntas que se (y nos) plantea “Personal shopper”. Aunque la premisa de la que parte la película (una mujer trata de contactar con su recientemente fallecido hermano gemelo al tiempo que es perseguida y acosada por una entidad que no sabemos si procede de este mundo o del siguiente) la convertiría en un filme de terror, este es en reaidad un experimento en la construcción de tensión, un thriller extraño, difícil de definir, pero no por ello menos evocador e inquietante”. Por Elisa Hernández.

 

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