Cine: «Mr. Turner», de Mike Leigh

Autor:

«Ha logrado realzar, por encima del conjunto de tópicos que repite la aproximación a un personaje histórico, la cualidad con la que el pintor londinense imitaba a la naturaleza»

mr-turner-20-12-14

«Mr. Turner»
(Mike Leigh, 2014)

 

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.

 

 

El mundo expuesto a la providencia de la luz, adquiriendo vida con la proporción que irradia la figura de Turner. Turner encendido por un Timothy Spall en combustión. Turner y la luz, agentes físicos impredecibles y volubles como un fuego de Santelmo, iluminan y pigmentan el paisaje y sus moradores desdeñando el afecto. Así se explica el carácter de un genio que sigue su propio curso.

No podíamos esperar menos, Mike Leigh pone especial atención en escuchar a aquellos que conviven con el artista en “Mr. Turner”, a quien tanto enaltece como envilece cuando lo humaniza. Desabrido y desatado, Turner deslumbra en clarividencia a la academia para luego apagarse en íntima compañía, desapacible en el trato como el tiempo desaforado que golpea la Britania.

¿Pero no es esto un lugar común en el retrato de un personaje de talento extraordinario? No es así del todo. Mike Leigh ha logrado realzar en “Mr. Turner”, por encima del conjunto de tópicos que repite la aproximación a un personaje histórico, la cualidad con la que el pintor londinense imitaba a la naturaleza, el incansable intento de comprender el influjo de los elementos atmosféricos desde la subjetividad. Y de ahí a la modernidad, superando definitivamente el arte de imitar reinterpretando la paleta desde el color.

Conviene añadir que Mike Leigh embute la médula de sus historias en los individuos secundarios, contrahechos como una verga torcida a izquierdas por el empuje del protagonista, sujetos que bailan a merced de una personalidad embrutecida y cerril como es la de Turner. Todo un tropo de la insignificancia del ser humano ante un medio ingobernable.

De estas confrontaciones nos deleitaremos en “Mr. Turner”. En más de dos horas y media, Mike Leigh solo puede castigar el estilo ampuloso de un crítico. Otro tropo.

Anterior crítica de cine: “St. Vincent”, de Theodore Melfi.

Artículos relacionados