Mirror ball, los ahijados (Pearl Jam) al servicio del padrino (Neil Young)

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TREINTA ANIVERSARIO

«La colaboración iba a terminar desembocando en un disco en el que los chicos de Seattle ejercieron, básicamente, de banda de acompañamiento del canadiense»

 

El concierto benéfico en el que Neil Young tocó con Pearl Jam en Washington D.C., en 1995, dio paso a un disco conjunto que ha pasado la historia como una de las gemas de aquel año. Todas las partes, cada uno a su manera, salieron bien paradas de un trabajo que se grabó en cuatro sesiones. Hasta allí se remonta Fernando Ballesteros.

 

Neil Young y Pearl Jam
Mirror ball
REPRISE RECORDS, 1995

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

La primera mitad de los noventa fue especialmente agradecida para Neil Young. El maestro, que había vivido una controvertida década ochentera, recuperó el rumbo de su carrera y comenzó el decenio con una obra cumbre del calibre de Ragged glory, que le granjeó múltiples elogios de las nuevas hornadas. Hasta tal punto llegó la admiración, nada disimulada, de los jóvenes que marcaban la pauta en la escena, que el canadiense llegó a ser calificado como el padrino del grunge. Otros veteranos atravesaban profundas crisis, parecían haberse convertido en dinosaurios. Frente a ellos, Neil vivía algo que se acercaba mucho a su mejor momento.

Lejos quedaban los tormentosos años ochenta, cuando sus erráticos pasos artísticos fueron coronados con la demanda de su sello, Geffen, que le quiso llevar a los tribunales por entregar trabajos anticomerciales. En la compañía, le acusaban de grabar discos que no eran representativos de su sonido. La culpa la tenían elepés como Trans y su incursión en la electrónica o su ejercicio de estilo rockabilly, Everybody’s rockin’. El espinoso episodio terminó con un acuerdo extrajudicial, del que Neil salió con sus emolumentos reducidos y tras el que editó otros tres discos antes de volver a Reprise.

De vuelta a casa reactivó su carrera y se dedicó a coleccionar elogios de bandas emergentes. Teenage Fanclub o los Dinosaur Jr le idolatraban y no hacía ni falta que lo dijeran, aunque lo que más llamó la atención del gran público fue la admiración de Kurt Cobain y otros pesos pesados del grunge, entre los que, por supuesto, también se encontraban Pearl Jam. Los caminos de la banda de Eddie Vedder y de Young se habían cruzado en varias ocasiones en las que compartieron cartel o en la ceremonia de los MTV Video Music Awards, en los que se subieron juntos al escenario para interpretar una poderosa “Rockin’ in the free world”. Los elogios viajaban en doble sentido porque el veterano músico también piropeaba a sus jóvenes discípulos.

En 1994, Young publicaba Sleeps with angels con el mundo aún conmocionado por la muerte de Kurt Cobain. El hecho de que Kurt incluyera en su nota de despedida un verso de “Hey hey, my my (Into the black)” le dejó especialmente tocado y el líder de Nirvana estuvo en su cabeza mientras escribía algunos de los temas de un disco, cuyo título, muy probablemente, también se refería a él.

 

El nacimiento de Mirror ball
La génesis de una obra como Mirror ball, hay que buscarla en uno de esos encuentros entre sus dos protagonistas. En enero del 95, Neil Young fue incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll, en un acto, en el que el vocalista de Pearl Jam, Eddie Vedder, ejerció como maestro de ceremonias pronunciando el discurso de ingreso de uno de sus grandes ídolos. En la actuación posterior, en la que Eddie también se subió al escenario, Young estrenó “Act of love”, una nueva canción junto a los Crazy Horse, y ese tema fue el punto de partida para la colaboración que iba a terminar desembocando en un disco en el que los chicos de Seattle ejercieron, básicamente, de banda de acompañamiento del canadiense.

Los músicos de Pearl Jam registraron aquella actuación con una pequeña grabadora porque, apenas dos días después, iban a tener que tocar la canción junto a Neil, en un concierto pro-choice, un evento benéfico destinado a apoyar el derecho al aborto y a la libertad de elección de la mujer sobre su propio cuerpo. Pues bien, la interpretación de Pearl Jam le gustó tanto a su autor, que tomó la decisión de grabarla junto a ellos  lo más pronto posible. Dos semanas después, ya estaban todos juntos en el estudio para una colaboración que iba a ir mucho más allá de un solo tema.

Fueron cuatro fechas contadas, entre los meses de enero y febrero del 95, en las que se metieron en los Bad Animals Studio de Seattle. Brendan O’Brien, que ya había trabajado con Pearl Jam en Vs y Vitalogy, fue el encargado de ejercer las labores de  producción en unas sesiones en las que se trató, ante todo, de capturar la urgencia con la que había nacido la alianza. La elección del productor y el estudio fue una decisión de Young encaminada a facilitar las cosas. Quería jugar en casa de sus jóvenes colegas, trabajar con su equipo y su gente de confianza, mientras que él se presentó allí solo, con su ampli y sus guitarras, de las que por cierto, tan solo llegó a utilizar una para el álbum.

Las miras con las que entraron en Bad Animals eran claras, grabar como si se tratase de un directo.  Young fue valiente metiéndose a trabajar con una banda a la que, más allá de una admiración mutua, apenas conocía y sin ensayos previos. Para Pearl Jam, las estrellas del momento, también suponía un reto situarse en un discreto segundo plano. Y es que Mirror ball fue un disco creado, mano a mano, pero en el que la composición recayó en Young. Recuerdo los meses previos a la edición del disco, cuando llegaban con cuentagotas las noticias de un elepé conjunto de Pearl Jam y Neil Young y el hecho de que cuando, por fin lo tuvimos en nuestras manos, muchos fans de los de Vedder nos sentimos algo decepcionados porque aquella, al fin y al cabo, era una referencia más de la extensa discografía de Neil con una banda de auténtico lujo cubriéndole las espaldas.

No es ningún secreto que a los Pearl Jam de aquellos años les costaba un mundo lidiar con la fama y sus servidumbres. Las tensiones en el grupo se habían multiplicado durante la grabación de Vitalogy, los preparativos de su gira y los efectos de su guerra contra el gigante Ticketmaster. Inmersos en un panorama marcado por las preocupaciones, trabajar con su ídolo, asumiendo un papel secundario, podía ser hasta refrescante.

El estudio Bad Animals, propiedad de Ann y Nancy Wilson, de Heart, decorado con una gran alfombra, sofás y lámparas, se convirtió en un lugar acogedor en el que la banda se colocaba en semicírculo, en una disposición que se asemejaba a la de una actuación en directo. Justo lo que querían.

 

Un proceso basado en la espontaneidad
Neil tocaba la canción para el grupo, ellos se aprendían los acordes y, sin apenas tiempo para digerir la nueva información, eran requeridos para grabarla. Los Pearl Jam, que no eran consumados músicos de estudio, reconocían que, para ellos, aquel ejercicio no era sencillo. Sin embargo, la presión de trabajar con tan poco margen de tiempo no era nada comparable a la que tenían que soportar en el día a día del grupo; de ahí, que Stone Gossard reconociese que el rol secundario que adoptaron les sirvió para aligerar su situación y tomar oxígeno.
En una primera escucha del disco ya queda claro que estamos ante un festín para los amantes de las guitarras robustas y, sí, las canciones están a la altura de las intenciones, a pesar de haber sido compuestas en tiempo récord.  “Downtown”, elegida como single, fue, con sus referencias a Hendrix y los Zeppelin, el adelanto y la puerta por la que entramos al disco y, si bien, representa con bastante fidelidad el espíritu del disco y su carácter espontáneo, también deja la sensación de ser una fotografía de algo que podía haber crecido más.

Son riffs simples y efectivos al servicio de notables composiciones apenas trabajadas. En palabras de Young, «una instantánea de lo que estaba ocurriendo». Lo social está muy presente en las letras. La inicial “Song X»”habla sobre el aborto, lo mismo que ocurre en “Act of love”. El tema que abre Mirror ball y sus ásperas guitarras encajan  a la perfección con la voz de Neil y los solos vuelan a gran altura. Acompañar a Neil Young a la guitarra te da una gran libertad, un gran margen de maniobra, y Stone y Mike saben asumir esa responsabilidad sin caer en el exceso, algo que queda demostrado en “Act of love»”en la que  se muestran mucho menos expansivos de lo que podían haber sido con ese material entre sus manos unos Crazy Horse. Bendita timidez.

La sección rítmica pone en órbita los maravillosos siete minutos de «I´m the ocean», una de las cumbres de la obra, y “Big green country” da la impresión de salir en tromba, sin reservarse nada, pura energía rubricada con uno de los mejores estribillos del disco; mientras, “Throw your hatred down” cuenta con la interpretación más destacada de Young, una de esas en las que camina por el filo del descalabro vocal  pero de las que siempre sale airoso.

En total fueron nueve las canciones que grabaron juntos en los cuatro intensos días en los que se metieron a trabajar en el estudio, y todas llevaron la firma de Young, salvo la brillante  “Peace and love”, compuesta junto a Vedder y único tema en el que el vocalista de Pearl Jam mete su voz solista.  Poco más pudo hacer Eddie que, aquellos días, estaba aún más tensionado de lo habitual por culpa de un acosador cuyas amenazas desaconsejaron su presencia en el estudio.

Mirror ball transcurre sin grandes altibajos, aunque al que escribe esto le cueste conectar más con canciones como la densa «Scenery» o la solemne “Truth be known”. Y no llega a la altura de los mejores trabajos de Young junto a los Crazy Horse, faltaría más, pero sí que está entre lo mejor que se grabó en 1995, por lo que fue, por sus canciones y por lo que representaba y toda la carga simbólica que encerraba.

El 27 de junio se ponía a la venta un elepé que, en líneas generales, cosechó buenas críticas y que, sin gira americana, apenas pudo ser presentado en directo en once fechas europeas.  El hecho de que el nombre de Pearl Jam estuviera siempre unido al disco, seguramente tuvo mucho que ver con que se convirtiera en la obra de Neil que más alto llegaba en las listas desde Harvest. De todas formas, tampoco duró mucho en ellas. Por lo demás, han pasado treinta años y ahí sigue. Si en 1995 era un veterano que se encontraba en un buen momento ¿Qué podemos decir ahora de esta leyenda?

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