Cuando la rumba se puso eléctrica

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«Por el boquete empezaron a colarse las primeras guitarras eléctricas en clave ácida, los pedales fuzz y wah wah, atrevidos breaks de batería, un nuevo manejo de los bongos, incluso el Moog…»

Vicente Fabuel nos presenta, completamente rendido, el inmenso recopilatorio «Acid rumba», en el que se recorre ese periodo, que explosionó en la primera mitad de los 70, en el que la rumba se encontró con el rock y con el soul, con, en definitiva, la electricidad y la corrosión.

 

Texto: VICENTE FABUEL.

 

Hubo un tiempo en que la rumba fue lo peor. Ocurrió a finales de la década de los 60, en esos años el género del ventilador había perdido cualquier tipo de estima. El estilo parecía agotado, nadie se peleaba aún por haber sido el primero en redactar sus estatutos y de haber habido una entrega de premios ningún grande hubiese acudido dado el poco prestigio que habría a repartir. Ese astroso sentimiento de desprecio aún colea, conozco a más de un usuario. Lejos del glamour que atesoraba el mundo del flamenco, por auténtico, genuino y «engagé», la rumba gitana no parecía vender nada que no fuese el sacrosanto derecho a pasarlo bien; asociada además al entonces floreciente negocio de la canción del verano, para mas inri, la autoridad cultural dominante no tardó en condenarla por excesivamente lúdica en aquellos días mojigatos que preludiaban la Transición. Lo dicho, un genero escapista y superficial. Sentenciado. Se cierra la sesión.

En realidad, de lo que la rumba se quejaba era de avitaminosis. Iban ya para tres décadas que un gitano catalán había apuntado sus reglas en las juergas sin fin de una boda gitana en los años 40, y esas leyes básicas de ritmo, melodía y percusión pedían a gritos la necesaria renovación. Nada que los jóvenes cachorros rumberos no palpasen en los aires musicales de finales de los 60, pero claro, ¿quién le ponía el cascabel al gato en unas estructuras tan opacas como el mundo gitano de esos años? Dicho lo cual, habría que decir que el cascabel consistía básicamente en enchufar la rumba a la red eléctrica. Los Amaya se ocuparon de ello. Sometidos como oyentes al totalitarismo de los clásicos, impusieron su exquisita visión del asunto en el mismo año que el gran Adolfo Waitzman se sacaba de la chistera eso del flamenco pop con la distinguida ye-yé Encarnita Polo, y que el cada vez más imprescindible sello Belter hiciera lo propio y antes que nadie con la explosiva folklórica pop Rosa Morena. El camino estaba despejado y por el boquete empezaron a colarse las primeras guitarras eléctricas en clave ácida, los pedales fuzz y wah wah, atrevidos breaks de batería, un nuevo manejo de los bongos, incluso el Moog… instrumentos afines a la cultura rock y soul, a los que se uniría el correspondiente cambio estético de ropa, pelos y look, entraron a saco en el tradicional mundo de la rumba dispuestos a inaugurar una nueva era.

El LP “Acid rumba” que acaba de aparecer (en vinilo, y editado por Hundergrum Records) idóneamente subtitulado como “Spanish gypsy grooves 1969-1976”, documenta generosamente ese lado underground del fenómeno que empezaría este proceso de renovación. Recogiendo quince escogidas perlas de serie B (¿o habría que decir serie Z?), aunque algunas sean oscuras grabaciones de gente tan acreditada en otras lides como Bambino o Dolores Vargas, “Acid rumba” explica cómo ayudaron en esta eclosión modestos rumberos del subterráneo cinturón industrial de las grandes ciudades facilitando pistas para que Rabbit Rumba, El Luis, las Grecas, Los Chorbos, Manzanita, Veneno y demás adalides del gipsy rock ampliasen auditorio estableciendo las nuevas reglas del género. Nobleza obliga, pues, el disco debía abrirse obligatoriamente con los dos grandes chefs de la nueva rumba, LOS AMAYA, y así se hace, su pieza ‘Bailen mi rumbita’ (1972) deslumbra como siempre y define adecuadamente la exquisita fórmula de estos catalanes: ligereza e intensidad a partes iguales, mezclada sobre una patina de guitarra ácida servida a las finas hierbas. La nouvelle cuisine de la rumba groove.

No tardan en aparecer RUMBA BRAVA, una de las revelaciones del disco, extraídos de su LP “Baila, canta y ríe” (1976), trío barcelonés (formado por dos hermanos catalanes y un cordobés) que aporta dos temas que compiten sin ganador claro tanto en el uso de un diabólico fuzz como de una sección rítmica a base de bongos y batería realmente explosiva. Formidables. Los desconocidos RETO GITANO irrumpen con ‘Tu me gustas más y más’ (1976) presentando candidatura a la rumba más novedosa de todo el “Acid rumba”, un anfetamínico intento de llevar la cosa casi al otro lado: si todo el backing instrumental del tema es homologable a hechuras rock (esa guitarra insidiosa es pura delicia), la simpleza de su texto, la crudeza de su portada y las recias voces del dúo podían llevarnos a aquella máxima de Picasso: «el principal enemigo de la creatividad es el buen gusto».

¿Hablamos, pues, del «mal gusto»? Venga, aquí llega un príncipe del asunto, TONI EL GITANO, ahora reivindicado en uno de los sountracks de la saga fílmica «Torrente», un gitano patibulario que es probablemente el músico que más ha cantado en este país sobre las drogas en general (a menudo en primera persona), un tipo malencarado como pocos, probablemente bien pagado de sí mismo dado el poco miedo que le daba exhibir primeros planos en las portadas de sus discos, algunos tan irresistibles como el de ‘Me sabe a humo’ (que popularizaron Los Chunguitos) o ‘La historia de Juan Castillo’ (idem por Los Chichos), y que aquí se descuelga con el tema ‘Dolores’ (1975), pletórica muestra de este nunca coronado monarca del sonido Caño Roto, eso sí, servido con una guarnición de guitarras fuzz y efectos wah wah que es pura realeza. El catalán CHANGO también le andaba a la disputa en temas de finura y distinción, conocido es su cuelgue fotografiándose en desguaces y descampaos con chabolas para las portadas de sus singles, pero musicalmente era dueño de una personalísima voz que ha hecho todo el recorrido del género, desde cantar a clásicos sudamericanos (su debut con la guaracha ‘El mudo’), adentrarse en terrenos de fusión soul con la rumba ‘Chivato’ (1971) aquí presente y terminar como muchos de sus colegas cantando en el Culto Evangélico gitano.

Honor a los pioneros, vamos con el número más antiguo de cuantos recopila este “Acid rumba”: ‘La parrala’ y JOSE MARÍA, año 1969, indiscutiblemente el año que comienza todo este movimiento de renovación, una potente versión de esta copla clásica que retoma el sonido flamenco pop de discos Belter pero aumentando descaradamente los decibelios a nivel de punch total. Al igual que ‘La pelota’ (1971) de la gran DOLORES VARGAS, apoteosis Belter en toda regla con infecciosos riffs tomados de aquí y de allá bajo la atenta mirada del gran Josep Llobell, que también estaría en los controles tras el trío TRIGAL y su ‘Tamara’ (76), otro prodigio Belter más de finura y comedimiento a la altura de tan elegante productor merecedor de un artículo para él solo.

Género mestizo y cruzado, este recorrido por el disco termina con la honorable visita al género de uno de los más grandes, BAMBINO y ‘A meter el gol’ (1975), insólita rumba + fuzzzzzzzz que muestra en sorprendente faena al monstruo de Utrera y su búsqueda de nuevas sensaciones. Y si el tremendo groove que aporta EL NOI y su toma del tema de Alfonso Santisteban ‘Zorongo rock’ (1975) no puede dejar indiferente a nadie, injusto sería terminar este palpitante viaje por la rumba underground sin mencionar a MORENA Y CLARA, descarado exploito lanzado y producido por el finado Lauren Postigo pretendiendo que este dúo femenino compitiese con Las Grecas y su exitoso gypsy rock, no lo consiguió en los superventas, obviamente, pero aquí están hoy orgullosas saliendo a recoger al menos las migajas de esta incierta gloria. Sus dos temas aquí recogidos, ‘No llores más’ y ‘Dejé de quererte’, cara A y cara B de un mismo y enternecedor single (¿?) de 1974 (a ver quién se muestra más generoso) son categóricamente memorables. Y decían que la rumba estaba muerta, que no… que lo que estaba es de parranda. ¿Are you ready for the Gypsy-Fuzz?

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