Operación rescate: Lio

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«Sus amigos la tenían por activista y algunos la motejaban ‘Pasionaria’, pero debió encontrar ciertas posibilidades revolucionarias en aquel envase de muñequita pop»

Lio
«Lio»
ZOE, 1980


Texto: DARÍO VICO.


Aprovechando que Zoe Records ha reeditado en una cajita bastante cuca los siete primeros discos de Lio –se llama, con muy buen criterio, «Pop box», e incluye desde su debut homónimo en 1980 hasta «Wandatta», de 1993, amén de un DVD extra con videoclips– parece buena idea recuperar los primeros pasos de la última –con permiso de Vanessa Paradis– de las chcias ye-yé francesitas, aunque en realidad ella era portuguesa y lanzó su carrera en Bélgica. Una historia bastante rocambolesca que arranca con los tiempos de la Revolución de los Claveles y acaba en la politizada Bruselas del cambio de década. Allí, Wanda, que era como se llamaba la chica, toma el nombre de Lio en homenaje a uno de los personajes de «Barbarella» y, auspiciada por Jacques Duvall y Jay Alanski, comienza a grabar singles que primero serían éxito en Bélgica, luego en Francia y, finalmente, en toda Europa. Si ‘Le banana split’ fue el tema que la lanzó, ‘Amoreux solitaires’ es sin duda el que la ha ganado un hueco en la pequeña historia del pop perfecto. Aquella cancioncita era un estribillo continuo desde que empezaba –con aquello de «Eh, tú, dime que me quieres…»– hasta que se disolvía como un Peta-zeta en su voz y aquellos sintetizadores como de máquina recreativa.

En realidad, Wanda-Lio no tenía mucho que ver personalmente con todo aquello, no en vano sus amigos la tenían por activista y algunos la motejaban «Pasionaria», pero debió encontrar ciertas posibilidades revolucionarias en aquel envase de muñequita pop y lo cierto es que se supo desenvolver muy bien en él hasta que fue evolucionando en una de las intérpretes más sorprendentes de la industria discográfica francesa en la década y media siguiente. Lamentablemente, nunca llegó a colaborar con Gainsbourg, pero tampoco le hizo falta. Discos como «Pop model» o «Des fleurs por un camaleon» quedan como dos de las más exquisitas rarezas que nos ha dado el país vecino en las últimas décadas.

«Lio», el álbum de debut, toma otra dimensión observando la carrera posterior de su intérprete, pero prefiero quedarme con la primera dimensión, la de obra de arte de la orfebrería pop. Amén de los doce temas originales, entre los extras aparece una preciosa versión en castellano de ‘Amantes solitarios’, donde la «lusololita» emigrada a las tierras de promisión para las chicas malas y bonitas, canta con una dejadez posadolescente y un acento tan raro que uno no llega a poder controlar sus erecciones y su melancolía, como antaño le sucediera. Pocos discos tan aptos para esas orgías adolescentes solitarias que suceden a un desengaño amoroso y que alternan autoconmiseración, desesperado optimismo y masturbación, como este primero de Lio.

Por supuesto, también puede ser disfrutado sin necesidad de recurrir a mantener un pequeño romance consigo mismo, pero no es igual.

[Texto publicado originalmente en EFE EME 81, de septiembre de 2006]

Anterior entrega de Operación rescate: Jeanette.

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