
«En este disco se refleja de manera muy orgánica mi mexicanidad»
Inmersa en la gira de presentación de su nuevo álbum, Cancionera, la artista mexicana ganadora de varios Grammys habla con Jagoba Estébanez sobre lo que trae consigo este nuevo viaje sonoro y conceptual.
Texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.
Fotos: CARLOS DE MANUEL.
Natalia Lafourcade, la artista latinoamericana con más Grammys de la historia, presentó su nuevo álbum Cancionera (Sony Music) en abril de 2025. La cantautora mexicana se embarca en un viaje sonoro, donde la tradición y lo contemporáneo se entrelazan en un diálogo que honra sus raíces mientras explora nuevas dimensiones de su arte. El proyecto surgió de una necesidad creativa por explorar la dualidad de su ser artístico y encontrar en la música un espacio para la transformación. Cancionera no es solo un álbum, sino un manifiesto que nos invita a redescubrir la maravilla, principio que da vida a su duodécimo disco. El disco presenta a La Cancionera, alter ego de la compositora, un personaje que no solo es una trovadora, sino un espíritu errante, una voz que recorre la noche con un halo de misterio. Natalia coprodujo el elepé junto a Adan Jodorowsky, quien trabajó con ella en su reciente álbum ganador del Grammy De todas las flores (2022). Además, cuenta con la particularidad de grabarse en cinta analógica, sin interrupciones, ni ediciones. Todo se grabó al mismo tiempo, en el mismo universo musical. Además, en este viaje, la cantautora está acompañada por talentosos artistas como Hermanos Gutiérrez, Israel Fernández, Diego del Morao, El David Aguilar y Gordon Hamilton, quienes enriquecen la obra con sus matices y texturas sonoras. A esto hay que sumar el trabajo de Soundwalk Collective, quienes aportan un diseño sonoro que complementa la profundidad del álbum, integrando sonidos naturales como parte del paisaje musical.
Se encuentra de gira por España entre el 18 de julio y el 4 de agosto.
¿Qué motivaciones artísticas y personales te han llevado a crear el universo sonoro de Cancionera?
La primera semilla nace cuando yo estaba a punto de cumplir cuarenta años. Tenía muchas ganas de celebrar este paso haciendo una gira acústica con mi guitarra y mis canciones. Cuestionándonos cómo se llamaría esta gira, encontramos el nombre de Cancionera, lo cual promovió el interés por crear esta canción, que después terminó convirtiéndose en un álbum completo.
¿Qué querías transmitir?
Es un homenaje al camino, a lo esencial de la vida. Celebrando que soy cancionera, pero también comprendiendo que lo soy por tantos cancioneros y cancioneras que me han inspirado en el camino. Por eso, hay una serie de mensajes en la letra donde me empeño en mantener viva la esencia, la autenticidad. En otras palabras, la lealtad conmigo misma, comprendiendo que estoy caminando mi propia historia.
¿Por qué esta necesidad ahora?
En este punto de la vida uno reflexiona más, se comienza a preguntar muchas cosas, y esta canción me vino a dar respuestas.
He leído que has obtenido inspiración de José Alfredo Jiménez y Agustín Lara ¿son ellos tus cancioneros?
Sí, mucho. En este disco se refleja de manera muy orgánica mi mexicanidad, lo que son mis influencias musicales y cómo las músicas tradicionales mexicanas me cautivan a diario, enriqueciendo mi mundo y sintiendo. Pero también lo han sido Édith Piaf, Nina Simone, Chavela Vargas o María Grever. Siento que todos ellos están ahí, pero finalmente el proyecto me empuja a encontrar mi propio sonido y mi propia voz como cancionera.

«Lo que quiero es reconfigurarme con este ritual en el escenario, con mi alter ego (Cancionera) y mi guitarra»
¿Siguen siendo la raíz y el folclore herramientas vivas hoy en día para contar lo que nos pasa?
Yo pienso que sí. El folclore siempre está capturando mucho de nuestra humanidad y de nuestra forma de vida. Está presente en nuestros quiebres, nuestros espacios vulnerables, en lo que duele, pero también en las celebraciones y en el humor, por supuesto. Pero algo que me gusta mucho del folclore es que tiene mucha humanidad, mucha verdad, y que no exige que las cosas sean necesariamente sean perfectas o pulcras. El folclore reclama el carraspeo, el sudor, la raíz y la tierra. Por eso, la influencia de esta música viene de una manera muy orgánica y natural porque es un gusto propio, y eso se refleja en el disco en canciones como “Como quisiera quererte” o “El palomo y la negra”.
Y también proyectas cierto espíritu punk, además de reivindicar desde el folclore, vanagloriando las raíces. Has abierto un mundo de posibilidades muy interesante.
¡Muchas gracias! Mi equipo opinaba algo similar cuando les presenté el proyecto. Cancionera es un personaje que tiene esta maravilla del alter ego, permitiéndote incluso ser más auténtica de lo que a veces somos. Nos hacemos una idea de las personas que somos, nos lo creemos y suele ocurrir que se nos hace pequeño el cajón con sus paredes. Pues bien, Cancionera me sirvió para deshacerme de esas paredes. Por eso la portada es borrosa, porque Cancionera vino a borrar mi cara, mi personalidad y decirme que yo valgo mucho más de lo que creía: «ponte a jugar, niña». Así que me puse a jugar y a explorar.
Una de las confrontaciones más fuerte es cómo se va forjando la personalidad de uno a través del tiempo ¿somos lo que todos conocen?
Esa fue una de mis reflexiones y me da mucha flojera. Soy Natalia Lafourcade, canto y toco la guitarra. Pues la Cancionera me decía: «¿y qué más?». Claro ejemplo de esto es “Mascaritas de cristal”, una conversación conmigo misma que supuso algo maravilloso, un mundo donde estoy yo con veinte Natalias más alrededor e infinitas posibilidades de moverme hacia donde yo quiera, abriendo las puertas de mi propia casa y eligiendo lo que quiera. Porque en realidad esto es vivir, ponerte y quitarte la máscara cuantas veces desees, siempre que estés comulgando con tu autenticidad. Esto fue a lo que me empujó este proyecto: salir de mi ritmo, explorar y permitirme ser más auténtica de lo que jamás hubiera imaginado, desde un espacio lúdico y en ocasiones surrealista.
Surrealista lo que has hecho en los tiempos que corren, grabando Cancionera en cinta analógica y sin interrupciones ni ediciones, incluso con hasta dieciocho músicos tocando a la vez. ¿Es cierto esto? ¿Qué hay detrás de esta decisión?
Sí, es cierto. Hay una necesidad y un gusto personal por la conexión humana, la creación colectiva y la riqueza que esto genera. Me gusta el riesgo y la adrenalina que te genera saber que solo vas a grabar una toma completa. El nivel de concentración y de conexión que se necesita para tocar una canción completa es tal que, humanamente, te conecta con las otras personas con las que tú estás haciendo esa música.
Pero debe de requerir una preparación extraordinaria.
Es algo que hay que preparar mucho, primero deben estar preparados los cimientos, como en la construcción de una casa. Cuando te juntas con gente talentosa, sabes que cada uno de ellos va a aportar una riqueza distinta, que alguno va a improvisar y yo no sé qué información va a arrojar, y esa incertidumbre es muy seductora. Pero lo importante es que lo que ese músico toque a través de ese instrumento va a tener una verdad que a mí me altera para continuar con mi parte, lo que lo convierte en un trabajo de grupo muy interesante, teniendo que estar con todos los sentidos en alerta, y eso me fascina. Cuando alguien se permite ese riesgo y esa vulnerabilidad, algo más aparece.
Y a pesar de haber grabado con tantos músicos ¿la gira la harás tú sola con guitarra y voz? ¿No te da vértigo el no ser capaz de trasladar el universo sonoro del disco, que es tan complejo y ecléctico?
Realmente no. Sé que nunca será como en el disco, porque es imposible repetir una cosa que surgió de esa manera. Además, es una promesa conmigo misma, algo muy profundo, lo que quiero es reconfigurarme con este ritual en el escenario con mi Cancionera y mi guitarra, esa amiga que me ha dado tantas canciones. Para mí era una ofrenda muy importante, habitando el espacio vacío y limitado con esa desnudez, reencontrándome con mi público en este formato tan íntimo.
Empiezo a ver la conexión en todo. En el escenario vuelves a estar en la habitación o cajón en la que estabas cuando componías, y vuelves a romper esas paredes, accediendo a ese universo con tu alter ego para contar todo lo que has absorbido en otros mundos.
¡Buenísimo! ¡Qué buena lectura!



















