COWBOY DE CIUDAD

«La gente que nos acercamos a esta música lo hacemos por convicción, no solo en el country, también en el rock and roll; es más una forma de vivir»
La compositora y cantante andaluza se está convirtiendo en una de las voces femeninas de referencia de la americana hecha en nuestro país. Por este motivo, y la publicación de su nuevo disco, Javier Márquez Sánchez habla con ella.
Texto: JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.
Foto: JUAN PÉREZ FAJARDO.
Cuando uno escucha cantar a Ángela Hoodoo, nacida en Granada en 1988, salta a la vista que no tiene nada que ver con Enrique Morente ni con Carlos Canos. Y, sin embargo, le une de forma indeleble a ambos paisanos, una fuerza arrolladora, un inconformismo rabioso y un dominio del escenario absolutamente seductor. Esta joven cantante, compositora y guitarrista andaluza anda recorriendo plazas este verano presentando su último trabajo Outlaw girls, un disco que navega por diversas corrientes de la americana music y nos conduce en ese viaje, como en un relato más de Mark Twain, a descubrir un puñado de historias de las que te agarran, zarandean, te hacen reír y llorar. Pero, sobre todo, te hacen desear escuchar más.
Outlaw girls es un disco que transita con naturalidad por muchos de los “palos” (por decirlo en argot flamenco) de la americana: outlaw country, rhythm and blues, western swing, rockabilly… ¿no te preocupa que no puedan etiquetarte con facilidad, eso que gusta tanto a la industria?
Todo lo contrario, creo que el hacer algo genuino es lo que te diferencia. Una no puede hacer música pensando en la industria, en ese caso todo perdería el sentido. Cuando la música que haces nace de adentro, llega a la gente y es capaz de transitar más allá del propio género; es lo que diferencia una buena canción de otra. Creo que, precisamente, lo que algunos pensaron que sería mi talón de Aquiles, ha acabado siendo una gran virtud: el dominar diversos estilos en la composición, saber enmarcarlos con una unidad común y llevarlos al directo.
¿Cómo es la transición de empezar en bandas de rock, blues e incluso punk a tu sonido actual?
Yo considero que es una transición natural. El artista por naturaleza es como un niño, curioso, con ganas de aprender nuevas cosas y de investigar, no somos entes estáticos. En mi caso, cada una de esas etapas musicales y vitales, me han aportado aprendizajes que hacen que sea quien soy hoy a nivel artístico y humano.
¿Cómo defines, desde tu punto de vista, desde la óptica de tus canciones, una “outlaw girl”?
Una mujer coraje, sin miedo a perseguir sus sueños… Una mujer que ha pasado por dificultades en la vida, pero que la han hecho empoderarse y ser quien es hoy. Una mujer rebelde también, que no encaja en moldes y que pone el foco en lo suyo, y no en lo que los demás puedan pensar.
¿Qué “outlaw girls” te resultan inspiradoras?
Muchísimas, empezando por mi madre. También mi círculo de amigas, a las cuales valoro enormemente. A nivel musical me inspiran tantas, tanto actuales como de otras épocas y géneros musicales distintos: Dolly Parton, Sierra Ferrell, Nikki Lane, Patsy Cline, Big Mama Thornton, Ella Fitzgerald, Blondie, Siouxsie and the Banshees, Wanda Jackson, Sarah Vaughan, Margo Price, Loretta Lynn, Larkin Poe, Lucinda Williams, y un largo etcétera. Muchas de ellas plantaron las semillas y allanaron el terreno para que hoy fuera más fácil para nosotras.
En un trabajo tan personal, nos encontramos con una canción de Loretta Lynn, “Everybody wants to go to heaven”. Además, para cerrar el disco. ¿Qué nos dice de ti esa elección?
Es una canción que comenzamos a tocar en directo en la gira pasada del disco Coyote y el público se volvía loco al escuchar los primeros acordes. Me encanta la letra, me parece un sarcasmo terrible eso de que «todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie se quiere morir» y así es. Quise rescatar esta canción y llevarla a nuestro terreno, quizás un poco más en la línea del honky tonk. Para mí supone un canto a la vida y a la suerte que tenemos cada día de poder disfrutar de este milagro que es levantarse cada mañana. El hecho de ponerla como bonus track no ha sido casualidad, quería que fuera el cierre del disco, como un regalo para el oyente.
El disco incluye una colaboración con Susan Santos. ¿Cómo surgió?
Quería meter en el disco una colaboración femenina. Susan es una artista a la que admiro a nivel musical, y mi pareja me dio la idea, ya que teniendo en cuenta la producción del tema, era idóneo contar con alguien que dominara el slide y el blues y me animé a comentarle, a presentarle la canción que ya estaba prácticamente acabada. La grabamos cada una en su ciudad y luego nos juntamos para el videoclip grabado por Juan Pérez-Fajardo en El Establo. Fue una grata experiencia. Creo que entre mujeres debemos apoyarnos, unir fuerzas y no mirarnos por encima del hombro como rivales, sino como compañeras.
Escuchar ese dúo con Susan me llevó a pensar en Jodie Cash, en Elena Amores, Laura del Amo (Castor Head), Anna Dukke… Parece que hay una generación de artistas de música de raíces que estáis pisando fuerte.
Sí que la hay, y con muchas de ellas tengo proyectos, como las Outlaws & Voodoo Nights con Jodie Cash (uniendo fuerzas para compartir sala siendo promotoras del evento) y también otras sorpresas que saldrán más adelante. Hay un gran elenco de artistas femeninas en España, todas las que has nombrado y otras como Nat Simons, Mississippi Queen & The Wet Dogs, La Perra Blanco, etc.
En términos sonoros, este disco suena orgánico, polvoriento, con raíces, pero también con personalidad propia. ¿Cómo fue el proceso de producción? ¿Qué querías que se escuchara, que sintiera el oyente?
El proceso de producción fue muy interesante. Estas canciones ya habían pasado por el local de ensayo y teníamos una idea general de cómo podían sonar con la banda, incluso algunas de ellas llegamos a probarlas en los últimos directos de la gira Coyote para ver cómo reaccionaba el público, otras no. Hicimos un ensayo grabado por pistas para trabajar posteriormente en la producción más detallada de cada canción. Pablo Fugitivo fue quien hizo todo este trabajo minucioso y creativo de dar forma a esas maquetas, de cambiar en ocasiones la estructura, de crear arreglos para cada instrumento, etc. Él es el productor de mis dos discos (Coyote y Outlaw girls) y entiende perfectamente el sonido que busco. El proceso de grabación también fue especial porque fue híbrido. Grabamos cuatro de las canciones del disco por pistas y dos de ellas en directo en Hollers Analog Studio. Busco que suene añejo, pero también actual, creo que ese es mi distintivo.
El disco contiene siete canciones, y a juzgar por el potencial que destilan, resulta difícil pensar que no surgieran más historias en ese proceso creativo. ¿Se han quedado canciones fuera? ¿Por limitación de formato epé, porque no encajaban conceptual o musicalmente…?
Tengo muchas canciones y siguen surgiendo más. Componer a menudo es algo que me define bastante. El porqué de elegir esas siete canciones fue por un concepto artístico, todas ellas se habían desarrollado o compuesto durante la gira anterior y tenían una frescura similar y una energía muy potente en común. En principio pensé en un epé, pero no podía permitirme dejar fuera algunas, y para hacer un elepé tenía que emplear mucho tiempo en desarrollar esbozos que tenía y sentía que esas canciones tenían que salir a la luz pronto, me lo estaban pidiendo. Mi sello discográfico, Sleazy Records, me dio la solución que necesitaba: el formato 10 pulgadas en vinilo.
En este trabajo hay una mezcla muy interesante entre country más clásico y una sensibilidad muy actual. ¿Te interesa romper barreras dentro del género?
No es algo que me plantee como tal, pero no suelo encajar en moldes. Mi manera de ser y, por tanto, de crear no es estática, por lo que me gusta explorar nuevos sonidos y sobre todo, aunque tenga referencias e inspiraciones de los clásicos, aportar algo nuevo, un sello propio y no imitar lo que ya está hecho.
El country, o la americana si prefieres, tiene una tradición narrativa muy fuerte. ¿Cómo construyes las letras de tus canciones? ¿Hay algo de autobiográfico en estas outlaw girls o son más bien personajes que te permiten abordar temas que te interesa tratar?
Una vez me dijeron que además de cantar yo sabía contar historias; creo que esto es muy importante sobre todo en el género de la americana; hacer que el oyente conecte con tus historias y las haga suyas. De eso va, es un tipo de música que habla de sentimientos, de vivencias, de amor, de dolor, etc. Mis letras las construyo de una manera muy poética, de hecho, algunas de ellas comienzan siendo poemas que luego transformo. Hago mucho uso de la metáfora y los estribillos suelen ser escuetos, muchas veces tan sólo una frase que se repite, con diferentes armonías. También sé esperar el momento justo a que venga una letra, no me siento a buscarla; a mí la inspiración no me pilla trabajando como a otros, y esto hace que esa idea primera que surge como por arte de magia sea realmente genuina porque llega a mí. De hecho, la letra, es el eje sobre el que se construyen la mayoría de mis canciones. En general, todas mis letras son autobiográficas, pero a veces les pongo un toque de ficción (o no, depende). En el single “Outlaw girls” hay un poco de todo, me inspiré en historias de mujeres que conozco, pero también habla de mis vivencias.
¿Cómo encajas tu identidad como artista española con un género tan ligado al paisaje cultural estadounidense? ¿Sientes que eso te da libertad o que a veces hay que justificarse?
En España siempre nos harán la típica pregunta: «¿y por qué no cantas en español?» o «cantando en español venderías más». Sinceramente, no presto atención a este tipo de comentarios e intento no justificarme. Canto y compongo como me nace y desde hace un tiempo es en este idioma. Yo aprendí inglés desde muy chiquita, mi madre me apuntó a clases particulares antes de empezar la Primaria. Es un idioma que domino y que me encanta. Me da mucho más juego a la hora de componer este tipo de música, además siempre lo he dicho, los giros vocales, las metáforas, no suenan igual, tengo el oído hecho porque escucho y he escuchado mucha música en este idioma. Está compuesta y pensada en inglés, como el blues, el soul o el jazz… ¿Te imaginas cantarte una bulería en inglés? Pues eso. Por lo demás, el hecho de que no sea mi folklore hace que me tome las canciones muy en serio, y que piense y revise hasta el último detalle. Es genial que la música cruce fronteras y podamos vincularnos a ella, aunque en este caso no sea la música de mi cultura, yo la hago mía.

«Me gusta explorar nuevos sonidos y aportar algo nuevo, un sello propio y no imitar lo que ya está hecho»
En España, la música country sigue siendo un terreno minoritario, aunque cada vez más visible. ¿Cómo percibes la respuesta del público? ¿Te has sentido comprendida o has tenido que evangelizar un poco?
El público ha sido y es la hostia. Tenemos un público muy fiel, que nos apoya, que repite en los conciertos y que siempre se lleva discos, camisetas, etc. Me siento tan agradecida… La gente que nos acercamos a esta música lo hacemos por convicción, no solo en el country, también en el rock and roll; es más una forma de vivir y eso se nota. La gente viene a escucharte, se interesa por tus nuevas canciones,etc. No tiene nada que ver con el tipo de concierto de un festival masificado, se trata de otra experiencia completamente diferente. En España tenemos un público de calidad dentro del género.
Tocar en directo es otra cosa: botas, sudor, conexión. ¿Qué te da el escenario que no te da el estudio? ¿Cómo planteas tus conciertos para este disco?
El escenario es mi casa. Cuando subo ahí arriba siento que estoy donde tengo que estar. Me da libertad, me da alas, conexión con el público, evasión, me da una felicidad arrolladora… El estudio me encanta también, pero es otra cosa, es más cabeza que corazón, ¿sabes? Ahí trabajamos minuciosamente, nos colgamos el “delantal de artesanos» como dice Pablo Fugitivo… Y vamos a sacar la excelencia. Cada sitio me da una dosis diferente de algo que necesito. En cuanto a los conciertos, son pura dinamita. Creo que me he ganado a pulso el mote de “Huracán o Terremoto Hoodoo” que dicen por ahí. Los músicos y yo tenemos una conexión increíble en el escenario y lo pasamos en grande, nos volvemos como niños pequeños en nuestro recreo particular. Les veo sonriendo y disfrutando y sé que lo estamos haciendo bien. En nuestros directos vas a bailar, cantar, e incluso llorar. Es un viaje sonoro donde recorremos algunos de los temas más punteros de mi primer disco Coyote, tocamos Outlaw girls completo y hay algunas sorpresas como temas inéditos o versiones de clásicos llevados a nuestro terreno.
Háblame de tu banda ¿Te rodeas de músicos con background country o te gusta enriquecerte con mezclas de procedencias y estilos?
Me gusta enriquecerme de lo que cada uno puede aportar como novedoso al proyecto. Mi banda es ecléctica y juntos hemos creado un sonido propio. Considero que dominar otros estilos hace que tengas más experiencia a la hora de abordar uno nuevo. A la batería tengo al mercenario Nicolás A. Huguenin de Suiza, que ha militado en bandas como La Lito Blues Band o Tabletom, entre otras. Este tío toca lo que le echen y con un gusto y personalidad exquisito. Al violín y la mandolina cuento desde el principio (te hablo de 2021) con el cántabro Nahum Canoura, un músico ligado al Gipsy Jazz y presidente de una orquesta sinfónica, aparte de dominar el country con precisión. A las guitarras eléctricas me voy turnando con dos grandes de la escena rockabilly andaluza: Pablo Mateos (de Lojo & The Mojos) y Carlos Jiménez (de Howlin’ Ramblers). Al contrabajo cuento con el malagueño Frank Mora, que ha tocado en bandas de americana como Blackberry Clouds, pero que ha estudiado el lenguaje del jazz y eso aporta un gusto especial a la hora de tocar este instrumento.
¿Hay alguna canción del disco que funcione como corazón conceptual, esa que dirías «si alguien escucha solo una, que sea esta»?
Diría “Outlaw girls”, la que da título al disco. Es el último tema que compuse para ese proyecto y en el que se refleja la línea estilística a la que basculé, más ligada al sonido de la americana. Esta canción te indica la dirección a la que me está llevando la música y te da una idea (quizá) de lo que vendrá en el siguiente disco.
Eres de Granada y vives en Málaga, dos ciudades con una escena musical muy rica, pero a priori poco asociada al country. ¿Cómo han influido esos escenarios en tu forma de hacer música y de entenderla?
En Granada tuve dos bandas de diferentes estilos (Rebel Sound Project y A.C.A.B.A.D.A.S.) con las que aprendí las tablas que tengo hoy día. Es una ciudad tan viva a nivel musical, que me nutrió en todos los aspectos. Aprendí mucho, allí también estudié la carrera de Magisterio Musical, el Conservatorio, tomé clases de Jazz, etc. Tocábamos casi cada semana en los bares y salas. Es una ciudad con una cultura de la que pocas pueden presumir. En Málaga es donde tengo a mi equipo, mis músicos, mi sello discográfico (Sleazy Records) y el productor de mis dos discos, Pablo Fugitivo, que es también mi pareja; digamos que he echado raíces aquí. En esta ciudad hay una gran cantera de músicos y gente que se gana la vida con ello. He aprendido mucho de todos ellos y me han abierto las puertas como si fuera mi casa. También viví en Barcelona cuatro años y fue una ciudad que me aportó mucho musicalmente: fundé mi dúo de Blues/Rock Blue Bloody Blades junto a la cantautora y guitarrista Maria Florit, me recorrí tocando todas las jams y garitos habidos y por haber, me familiaricé con el lenguaje del blues, swing, rockabilly, etc. Conocí a músicos increíbles, etc.
¿Has advertido una evolución en tu público a lo largo del tiempo? Es decir, ¿crees que te escuchan más mujeres, por ejemplo, o un público más alternativo o más gente mayor…?
Si los datos de Spotify for Artists no mienten (risas)… Me escuchan más personas de cincuenta para arriba y más porcentaje de hombres, al menos en lo que a streaming se refiere. En los directos sí que está más igualada la asistencia entre hombres y mujeres y viene más gente entre 35 y 50 también, etc. Soy consciente de que mi música no representa (por desgracia) al gusto musical de la juventud en España, pero tampoco me preocupa. En cuanto al tipo de público, es variado, desde gente de la escena rockabilly, motera, country, a personas simplemente que conectan con mis canciones más allá del tipo de música que hago. Creo que lo importante es llegar a las personas más allá de su edad, sexo o gustos.
¿Qué le dirías a alguien que cree que la música country no tiene nada que decirle hoy?
Que se pare a escucharla. La gente tiene mucho prejuicio y en general poco oído. El country es una música que conecta rápido porque habla de historias en las que te puedes ver reflejado, es una música liviana, bonita y bien hecha a nivel instrumental y vocal, pero también es cierto que para gustos colores. De todos modos, el country está experimentando un revival importante en los últimos años y esto hace que llegue a personas que, en otras circunstancias, no se pararían a escuchar esta música.
¿Y después de Outlaw girls, qué? ¿Tienes ya apuntes para enfocar próximas canciones?
Hay muchos borradores de canciones y otras prácticamente terminadas. Yo diría que ya hay para otro disco, pero necesito sentarme con calma para poder grabar maquetas en casa, elegir, pensar arreglos e instrumentación, terminar de pulir letras, etc. Y este proceso necesito hacerlo tranquila, girando es más complicado y sobre todo, sin prisas.
Para terminar, dime ese disco o artista al que vuelves cada vez que andas perdida y necesitas recordar por qué haces lo que haces.
Vuelvo siempre a Johnny Cash y a su cálida voz, o me pongo a todo trapo en el coche el Denim and diamonds, de la reina Nikki Lane, para que me recuerde el poderío.



















